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Y Maluma recibió su merecido

El colombiano somete al público de Madrid con maneras de superestrella

El cantante colombiano Maluma, durante el concierto que ha ofrecido esta noche en el Palacio de los Deportes de Madrid / Efe
El cantante colombiano Maluma, durante el concierto que ha ofrecido esta noche en el Palacio de los Deportes de Madrid / Efelarazon

El colombiano somete al público de Madrid con maneras de superestrella

Juro que anoche vi a Maluma recibir su merecido. Una horda de mujeres hostigaba al hombre que las reduce a objetos sexuales con consignas por la liberación femenina. Abarrotaban el WiZink Center en abrumadora mayoría para expresar su rechazo por los modelos de comportamiento que reproducen sus canciones. Patrones intolerables en el siglo XXI, reducto de un pasado machista que es obligado superar. Y es que, por el bien de nuestras jóvenes, ya está bien: digámosles qué deben escuchar y qué no.

Aunque, si no era del todo así lo que pasó en Madrid... eran, claro, mujeres abducidas, vestidas de noche de fiesta por haberse plegado a las convenciones de una sociedad que espera de ellas sólo belleza y apariencia. Incluso alguna podría haber sido consciente de todo, una verdadera traidora al género y a la lucha por la liberación femenina. Porque si anoche bailaron durante dos horas mientras se pronunciaban semejantes textos no puede tratarse más que de una muestra más de la ceguera de algunas mujeres de hoy en día, incapaces de reconocer a un machista e incluso tan invidented de idolatrarle. Esa es la dicotomía a la que te enfrenta la censura referida a la creación artística. ¿Estaban las mujeres de anoche a favor del machismo? ¿Eran tan ignorantes para no darse cuenta de que habían comprado la entrada a un subyugador? ¿Leer “Lolita” nos hace pederastas o nos congracia con ellos?

¿Y qué puede ser que aprecien y que encuentren disfrutable semejante mayoría femenina en un concierto de alguien que supuestamente las menosprecia? Este redactor no tiene ni la menor idea. Pero escuchó anoche el griterío ensordecedor y no quiso juzgar al cantante ni a su público. Así que el redactor se fijó en el espectáculo, que arrancó con Maluma en un espeluznante traje brillante, el pelo engominado y recogido en una coleta y unas gafas ahumadas que si no se había rescatado de “Corrupción en Miami”, bien podría ser la peor versión del macho latino. Para más “señoro” “old school” se hizo acompañar de ocho (¿eran solo ocho?) bailarinas dignas de las Mama Chicho rodeando el jacuzzi fantasía de Jesús Gil. ¿Quieren más “ranciofacts”? Acabemos con esto cuanto antes. En la grada, a pocas filas de nuestro redactor gozaba Belén Esteban como una chiquilla.

Y si no queda más remedio que hablar de la música, pues diremos que además de “Corazón” y “Vente p’a ca”, sonaron “Clandestino”, “Me llamas” y “Mala mía”. Y cada momento más pasión y más entrega y Maluma sonriendo cada vez más como el más chulo de su calle. Agradeciendo al público muy zalamero, seguro de sí mismo cual macho alfa capaz de fecundar con la mirada. El colombiano viste todos los trajes de la seducción, todos sacados del viejo libro del sinvergüenza. ¿Estuvo bien que Maluma subiera al escenario a una mujer del público y le robara un beso en los labios cuando le pidió uno en la mejilla? No. ¿Presentó la muchacha denuncia en la comisaría? No consta.

“El perdedor”, “Marinero” y “El préstamo” sitúan a Maluma en la escalera de la canción romántica más que en la del peligroso abusador y llegaron antes de “Chantaje”, “Carnaval”, “X” y del cierre con la polémica “4 babys”, una de las canciones de la polémica. Maluma es el Luis Miguel de la siguiente generación. Y anoche no quedaba sitio en los bolsillos del cantante para nadie más. El espectáculo y la puesta en escena fueron arrolladores. Y nadie se marchó ofendida a casa.