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Espanyol-Real Madrid (1-3): El Real Madrid se adapta a todo

El equipo de Ancelotti ganó un partido que se le complicó mucho en la segunda parte. Dominó antes del descanso, pero recibió el empate. Después, con mucho ritmo, ganó gracias a Benzema

El centrocampista del Real Madrid Luka Modric (i) se escapa de Sergi Darder, del RCD Espanyol, durante el partido de la tercera jornada de LaLiga que RCD Espanyol y REal Madrid juegan hoy domingo en el RCDE Stadium. EFE/Enric Fontcuberta
El centrocampista del Real Madrid Luka Modric (i) se escapa de Sergi Darder, del RCD Espanyol, durante el partido de la tercera jornada de LaLiga que RCD Espanyol y REal Madrid juegan hoy domingo en el RCDE Stadium. EFE/Enric FontcubertaEnric FontcubertaAgencia EFE

Controló el Madrid casi toda la primera parte, con el balón y jugando en el área contraria. Y corrió el Madrid en la segunda, al hueco y al esprint, y consiguió ganar el Espanyol un partido que se le había puesto muy difícil porque el conjunto local, tímido al principio, no dudó después. Tampoco el Madrid, que se adapta a lo que le echen. Puede controlar y tener al rival encerrado o con un par de cambios, puede correr y ganar físicamente a quien sea. Ganó porque tiene muchísimos recursos con los que ir superando las adversidades.

El Espanyol aprovechó su momento en la primera parte, cuando apenas había salido de su guarida y dio la cara durante la segunda mitad, mucho más ambicioso, como si el gol de Joselu al poco antes del descanso le hubiera abierto los ojos. Fue un equipo más valiente, que aceptó el jugársela a golpes contra el Madrid, un riesgo absoluto, pero de la que salió airoso. Tuvo momentos para ganar, pero perdió porque a golpes, también fue mejor el equipo de Ancelotti.

El Madrid salió con mucha más decisión que otros días, con Tchouameni al mando, tanto al corte como para jugar en el área contraria y con Alaba en la banda izquierda para que Rüdiger fuese el central. Aunque eso tenía que haber dado más profundidad al Madrid por esa banda, lo cierto es que Alaba no estuvo fino. Casi lo mejor en ese lado es dejar solo a Vinicius, que él puede con todo. El juego del Madrid le busca con la misma insistencia con la que el brasileño va hacia el área. Poco más se puede decir de él que lo que dicen los hechos: marcó el primer gol del partido, con un toque suave y rápido, tras un pase interior de Tchouameni, que fue mediocentro, pero también el centrocampista más adelantado cuando el Madrid jugaba en campo contrario, lo que ocurrió casi todos los minutos del primer tiempo. Es pronto para hacer comparaciones, pero en esa zona del campo, cerca del área rival, se mueve con más soltura que el brasileño. Tchouameni no está necesitando tiempo de adaptación para hacerse un hueco en el once. El sitio es suyo, sin duda.

El gol del Madrid se quedó corto para su posesión de balón antes del descanso. El Espanyol parecía desbordad por la voracidad de Vinicius y la posición de Tchouameni. Pero no tuvo el conjunto blanco ocasiones muy claras y los locales, con Joselu, incansable, marcaron cuando el rival tomaba aire y de repente se encontraron en un partido en el que hasta entonces eran unos invitados sin palabras.

El Madrid perdió la serenidad con el golpe inesperado y el Espanyol se dio un chute de optimismo. Dejó de ser el equipo que vivía cerca de su portero, quizá porque hasta entonces, no se fiaba de él. Decidió jugar contra el Madrid sin complejos.

Y Ancelotti decidió también que empezaba un nuevo encuentro y una forma distinta de batalla. Cambió a Modric para dar paso a Camavinga, que más que una sustitución es una apuesta de estilo. Los minutos del francés en el campo fueron exuberantes: con más espacios y con posibilidades para correr; y con Rodrygo arriba, tomó el mando del encuentro. Ya no era un asunto de controlar la pelota, había que esprintar y no parar hasta que el árbitro pitase el final.

Y así fue. El Espanyol hizo que Courtois se ganase el jornal cuando apenas había tocado la pelota antes, mientras que el Madrid empezaba a saborear los huecos atrás y el cansancio al volver de los de Diego Martínez.

No hubo descanso en la segunda mitad y pudo ganar cualquiera. Pero ganó el que tenía a Benzema en el equipo. Estaba apagado el francés, lejos de las cifras de Lewandowski, hasta que apareció para tener más protagonismo en ataque y para aparecer en el segundo palo para rematar un delicioso centro de Rodrygo.

Lo que pasó después ya fue la desesperación del Espanyol, con Lacomte dando una patada a Ceballos cuando todo estaba perdido y dejando a su equipo sin guardameta. Eso lo aprovechó Benzema para marcar su falta más sencilla y sumar, de nuevo, a todo ritmo, los tres puntos.