Fútbol

La doble mentira del falso 9 del Sevilla

Quique Sánchez Flores no alineó a ningún delantero de salida y acabó con dos arietes... que no remataron ni una sola vez a puerta ante el Atlético

Quique Sánchez Flores da instrucciones en la banda del Metropolitano
Quique Sánchez Flores da instrucciones en la banda del MetropolitanoAFP7 vía Europa PressEuropa Press

Era sincero Quique Sánchez Flores cuando pregonaba su intención de cimentar su plan en una zaga rocosa. «Cuando no defiendes bien, no puedes atacar bien», aleccionaba en la víspera de visitar el Metropolitano, donde se le tributó el cariñoso recibimiento de costumbre. Así que se cerró con seis futbolistas, apenas concedió en toda la primera parte una irrupción de Morata desde la segunda línea, bien tapada por Dmitrovic, pero amenazó poco. O casi nada, porque su Sevilla, con Rakitic y Óliver Torres muy cerquita del stopper Soumaré, se pasaba la pelota con cierto criterio, pese a la presión fanática del Atlético, aunque a cientos de kilómetros del área colchonera, donde podían anidar cigüeñas de tan escasa presencia humana como había por allí.

Cuatro días después de su victorioso debut en Granada, el (casi) debutante entrenador sevillista cambiaba de planes y empequeñecía a su equipo: fuera el único delantero, En-Nesyri, para meter a Rakitic -sancionado el martes- en el centro del campo y montar una extraña dupla ofensiva a base de Suso y Ocampos. El invento del falso 9 rara vez funciona, a no ser que lo implementen equipos con una altísima posesión e idea de acampar en el campo contrario. En el Metropolitano, lo normal era que al Sevilla le tocase defender, así que no parecía buena idea plantarse de esa guisa.

El balance, desde el punto de vista contable, fue demoledor: dos remates entre los tres palos a cargo ambos de Ocampos, uno en cada periodo, y un ejercicio final de impotencia desesperante, porque el Atlético jugó veintitantos minutos en inferioridad numérica frente a un triple ariete sevillista: En-Nesyri y Rafa Mir, mandados al abordaje cuando los locales se pusieron en ventaja, y Sergio Ramos, travestido de Alexanco. Ningún apuro pasaron las huestes del Cholo durante ese rato, ya que los jugadores de banda del Sevilla –desfondado Juanlu, alocado Ocampos, surrealistas los minutos de Januzaj– eran incapaces de levantar el balón a más de dos palmos del suelo. Entre despejes, salidas al contragolpe y desmayos tras cada contacto, el tiempo transcurrió plácido para los colchoneros.

Entonces, ¿conviene atacar con mucha gente o sorprender con llegadores fantasmagóricos? Le urge, sobre todo, a Quique Flores limpiar las mentes de una plantilla que ha disputado las cuatro últimos ediciones de la Champions, pero que acaba el año con sólo tres victorias ligueras en su casillero. Debe ser mejor el año nuevo, porque como sea peor...