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Champions

Tres minutos son un mundo en Anfield: el Liverpool doblega al Villarreal (2-0)

El equipo español, que estaba defendiendo bien, cede con dos goles marcados en un instante en la ida de semifinales de la Champions

Lo Celso y Robertson, en la pelea por un balón en el Liverpool - Villarreal
Lo Celso y Robertson, en la pelea por un balón en el Liverpool - VillarrealPETER POWELLAgencia EFE

El ejercicio de supervivencia del Villarreal iba bien hasta que fue mal. El equipo español estaba repitiendo lo de Turín y Múnich, defendiendo perfecto, sin sufrir en exceso, cerrando todos los caminos posibles... Pero Anfield y su equipo son otra cosa; un extra, la sensación de vértigo continuo, de agobio, de a la mínima llega el gol por juego o por empuje, de cualquier manera. Y llegó el primero, y después el segundo apenas tres minutos después, y el equipo español sabe que si quiere jugar la final de la Champions tiene que hacer una heroicidad: remontar en La Cerámica un 2-0, ir más al ataque, exponerse a la velocidad del Liverpool, un equipo que maneja muchos registros, y la contra es uno de ellos.

Con el ambiente que hay en Anfield antes de los partidos es imposible no salir enchufado. Uno no sabe si va a presenciar un concierto o un partido de fútbol, todo el estadio canta al unísono, para poner los pelos de punta a cualquiera, y cuando el árbitro pita el comienzo hay un grito que no significa nada en realidad, pero que a la vez significa mucho. La batalla comienza y el primer pelotazo parece como una ocasión de gol, lo mismo que el primer córner. Ensordecedor. Contagiado por esa atmósfera el Liverpool sale a morder, como si fueran los últimos minutos de la eliminatoria. Pero no se va a iba a asustar este Villarreal tan fácil. Es un equipo el de Emery que ya ha derribado a la Juventus y al Bayern Múnich, que está donde está porque lo merece y porque sabe que cada partido va a ser un dolor y está dispuesto a aceptarlo. El primer embiste del conjunto «red» duró como diez minutos y el conjunto castellonense lo resistió sin sufrir daños. Un par de despejes, dos cortes y ninguna ocasión de verdad en contra. Era el momento de asomarse en el área contraria, de decir a los «red» que cuidado, que ahí estaban, que no se iban a dedicarse sólo a defender y ya. Faltaba Gerard Moreno, mucho más que un delantero para este equipo de Emery, pero la rapidez de Danjuma se hizo presente. El primer saque de esquina fue a favor del Villarreal. También un par de acciones que requerían el milímetro para convertirse en peligro, y estuvo cerca. Logró parar el primer golpe el conjunto «amarillo». Pero vendrían más. Y mejores, por desgracia.

El más importante de la primera parte sería sobre la media hora. Y es que tiene mucha dinamita el Liverpool. La primera conexión entre Salah y Mané terminó con un cabezazo del senegalés que se fue fuera. Estuvo como descompensado: saltó a destiempo y no logró dar el giro a la frente para llevar la pelota en la buena dirección. El mayor peligro llegaba con las escapadas de Luis Díaz de la banda izquierda al centro, pero el Villarreal se defendía con todo. Así ha sido en los octavos y en los cuartos. Desde el más peleón hasta el más jugón, como puede ser Lo Celso, corren igual, defienden, ayudan... La gran opción del Liverpool llegó en un tiro lejano de Thiago, al que invitaron a que probará el disparo y casi lo pagan: fue con violencia al palo. El internacional con España por fin se ha adaptado a lo quiere su entrenador, Jurgen Klopp, después de una época inicial en la que parecía que los partidos le pasaban por encima. Ahora puede aportar su toque y calidad, además de igualar la intensidad. Pero no era suficiente todavía. El Villarreal se marchó a los vestuarios con buenas sensaciones. Había sido dominado, como era de esperar, pero no sometido ni intimidado por un rival que no necesita demasiado barroquismo para crear una ocasión: roba, pasa y remate. Rulli no estaba siendo un héroe.

Pero el Liverpool y Anfield no necesitan demasiado para liarla. Estaba claro que el arranque del segundo tiempo iba a ser como el del primero: presión, activación después de perder la pelota, defender hacia delante para intentar atosigar al contrario. Lo que no llegó de forma ortodoxa lo hizo por medio de la mala suerte. Estaba el Villarreal defendiendo bien hasta que el centro de Robertson lo tocó Estupiñán y se envenenó y Rulli metió la manopla con fuerza, pero no pudo desviar el destino de la pelota, que se fue a la red. Por lo civil o por lo criminal, el Liverpool termina haciéndote daño. Y después del primer golpe llegó el segundo, en una acción milimétrica entre Salah y Mané, que remató de punterita, un gran recurso, celebró el gol, esperó la revisión del VAR y comprobó que estaba en posición legal por milímetros.

En tres minutos, una ventaja bestial. En un instante, se marchó el equipo de Klopp, con Thiago como referente con el balón. En él comenzaban todas las acciones de peligro, en sus pases, en sus amagos y en sus cambios de juego, con esa manera que tiene de jugar, a veces sobrado. Había dos realidades: que el conjunto inglés tomó ventaja en una acción de suerte y que al Villarreal cada vez le costaba más pasar del centro del campo. No encadenaba dos pases, ya sí encogido por el físico de su rival, que iba una y otra vez, que golpeaba con Thiago o con los centros laterales de Alexander-Arnold, que tienen toda la mala leche del mundo. Así es imposible sobrevivir en Anfield. Alisson, en verdad, no tuvo que hacer ninguna parada de mérito. El Villarreal sucumbió a Anfield.