Histórico

Djokovic gana a Ruud la final de Roland Garros y se convierte en una leyenda única

El serbio, primer tenista en ganar 23 Grand Slams

Serbia's Novak Djokovic holds the trophy as he celebrates winning the men's singles final match of the French Open tennis tournament against Norway's Casper Ruud in three sets, 7-6, (7-1), 6-3, 7-5, at the Roland Garros stadium in Paris, Sunday, June 11, 2023. Djokovic won his record 23rd Grand Slam singles title, breaking a tie with Rafael Nadal for the most by a man. (AP Photo/Thibault Camus)
Novak Djokovic besa la copa de campeón de Roland Garros 2023, su vigésimo tercer Grand SlamASSOCIATED PRESSAgencia AP

Novak Djokovic se tiró al suelo y se revolcó en la arena. Fue a saludar a su rival y miró al cielo, tranquilo, relajado por fin después de conseguir su objetivo. Misión cumplida. Para eso fue a París, aunque pareciera que estaba mal, que en tierra no había fluido esta temporada. De un tiempo a esta parte, en su mente sólo aparece una palabra: “Grand Slams”. En ellos se transforma y saca la bestia que lleva dentro, el tenista indestructible. Ganó a Casper Ruud (7-6 [7/1], 6-3 y 7-5) y un jugador que ya es leyenda se convirtió en único: conquistó su Grand Slam número 23 y rompe con ello el empate que tenía con Rafa Nadal. Otro récord más para su colección: más torneos de este tipo que nadie, más Masters 1.000, más semanas como número uno del mundo, puesto que además recupera a partir de hoy... Los números están de su parte para situarlo en lo más alto de la historia, por mucho que no tenga el carisma de Federer o de Nadal, que no lo quieran tanto alrededor del mundo como a ellos. Lo de ser “el mejor” es una cuestión casi personal de cada uno llegados a este nivel, pero el serbio puede tirar de estadística y además sus “competidores” históricos lo tienen difícil. Federer está ya retirado y Rafa Nadal quiere volver el año que viene para una última temporada. A saber cuántos Grand Slams tiene Djokovic ya en 2024, visto lo visto.

Porque lleva 21 victorias seguidas en este tipo de citas y la última vez que le superaron fue justo hace un año, y fue Nadal en los cuartos de final de Roland Garros. Desde ahí, ha ganado Wimbledon 2022, no pudo disputar el US Open 2022 al no estar vacunado y no poder entrar en Estados Unidos, se impuso en el Open de Australia 2023 y también en París ahora. Es una máquina cuando está motivado y cuando los partidos son a cinco sets. Con sus 36 años, ni los jóvenes ni los veteranos han encontrado el misterio para superarlo, para apartarlo de lo que no oculta que persigue. Él siempre dice que quiere ser el más grande de todos los tiempos.

En realidad tampoco necesitaba este triunfo para que quien vea al serbio como el tenista más completo de siempre refuerce su opinión, ni al revés. En realidad: ¿qué más da quién es el más grande? ¿Por qué elegir y no disfrutar de todos? Pero eso lo dirán los aficionados. A Djokovic no le vale y sí necesitaba este Roland Garros.

Un gran Ruud... Pero no fue suficiente

Casper Ruud fue un más que digno oponente en la final de París, su tercera final de un Grand Slam. No ha podido ganar ninguna, pero porque enfrente se ha encontrado con tres monstruos: en Roland Garros 2022 fue el rey Nadal, que conquistó su décimo cuarta Copa de los Mosqueteros; en el US Open 2022 era Carlos Alcaraz, la sensación, la energía, el espectáculo, quien le cerró el camino; y esta vez ha sido Novak Djokovic, decidido a que nadie se interpusiera entre él y la historia. En 2021 pudo conquistar el Grand Slam el mismo año y romper el empate a 20 “Grandes” que tenía en ese momento con Nadal y Federer, y la presión le pudo en el US Open ante Medvedev. Esta vez no dejó que la tensión y los nervios le interrumpieran. Tampoco un gran Ruud, que empezó amenazante con una rotura y mandando con su golpe de derecha. Es un tenista fantástico el noruego, más sobre tierra batida, capaz de someter a cualquier con sus bolas con mucho efecto, con curva, que cuando botan te comen y dificultan la devolución. Se puso 2-0, con break, el pupilo de la Rafa Nadal Academy. 3-0 después. Pero no se contrarió demasiado Nole, sabedor de que los partidos son largos y de que para superarlo en situaciones así hace falta jugar muy bien durante mucho tiempo. Ruud aguantó el nivel y Novak lo fue subiendo poco a poco. La solidez de no fallar un golpe de más, jugar con la presión de su rival, apretar cuando toca. Recuperó la rotura y amenazó con cerrar antes el set, pero Casper resistía, tiraba, sacaba el puño y forzó el tie break.

Pero ese es territorio de Djokovic: máxima exigencia, más precisión, al contrario que cualquier ser humano. Pero es que él muchas veces parece extraterrestre. Su puesta en escena en ese desempate fue una derecha en carrera para conseguir un tiro ganador y llevarse un punto que tenía perdido. A partir de ahí, pan comido. Tenística y mentalmente ya se había metido en la cabeza de su rival.

No es que no intentara resistirse Ruud, pero en lo que estaba siendo un partido igualado, el puntito de más que tiene Djokovic le sirvió para ir por delante. Logró la rotura rápido en el segundo set el serbio y el noruego ya fue a remolque. Con alguna conversación clásica con su equipo cuando fallaba alguna, pero Novak estuvo muy estable todo el partido, sin estridencias, sin locuras, sin gritos, sin enfrentarse a la grada. Sólido, calmado y con ese servicio que tiene que parece que no hace nada, pero es fantástico. Sin necesidad de superar constantemente los 200 kilómetros por hora, la pone en la esquina, colocada, y punto a favor. Y con esa derecha de la que no se habla demasiado. De él se destaca su increíble revés, pero cuando siente la derecha, hay poco que hacer. Es una delicia de deportista, un mito de la raqueta al que no pudo frenar el empeño de Ruud tampoco en el tercer set. Un break en el momento caliente, con 5-5, además en blanco, y el histórico triunfo ya estaba en camino.