Criptomonedas

Las «meme coin», una broma muy seria

Los movimientos especulativos en torno al dogecoin, un «chiste» de dos ingenieros, exhiben los riesgos y fortalezas de la burbuja de las criptomonedas

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Pocas veces una broma entre amigos ha tenido consecuencias comparables en la reciente historia de los mercados a la que dio origen al dogecoin, una criptomoneda que está desafiando el imperio del bitcoin y que con su volatilidad e imprevisibilidad amenaza al mismo tiempo la burbuja de las divisas digitales. El dogecoin nació a finales de 2013, y surgió precisamente del odio compartido de dos ingenieros, el estadounidense Billy Markus y el australiano Jack Palmer, contra el bitcoin, por aquel entonces identificado insistentemente como moneda de pago en el mercado negro de delitos financiados en la «dark web» o red oscura. Para «combatirlo» crearon una divisa a partir de un meme muy popular en ese momento, Doge, un perro de raza Shiba Inu que se mandaba junto a frases irónicas o graciosas.

Era una criptomoneda sin «ningún propósito» más que el de divertirse y burlarse de la «criptofiebre», nunca tuvo el objetivo claro de servir de reserva de valor o como modo de pago, han reconocido sus creadores, y a coste de poco más que cero centavos. Requería, como otras divisas digitales, de ordenador y un programa para resolver los algoritmos precisos para crearla o «minarla», pero lo hacía eso sí de forma bastante rápida. También permitía hacer pagos más ágilmente que con los bitcoins. Pero si los algoritmos de la criptomoneda estrella establecen un máximo de 21 millones de unidades, los del dogecoin establecen en 100.000 millones su máximo teórico, solo teórico, por lo que no hacía presagiar mucho futuro a la idea como objeto de inversión.

La imagen de un perro de raza Shiba Inu es el símbolo de esta criptomoneda creada en 2013
La imagen de un perro de raza Shiba Inu es el símbolo de esta criptomoneda creada en 2013Richard DrewAgencia AP

Sorprendentemente la broma triunfó en redes sociales, y en dos semanas su valor se multiplicaba por 300. Después el transcurrir de su cotización sería más bien anodino hasta 2017, cuando rozó los 2.000 millones de dólares. Y tras sucesivos vaivenes llega a este 2021, cuando el «doge» se ha visto inmerso en un torbellino vertiginoso que ha roto todos los pronósticos y teorías al respecto. En lo que va de año se ha revalorizado en torno al 12.000%, mucho más que el bitcoin (en torno al 100%) o ethereum (370%), las más conocidas, convirtiéndose en la última -no sabemos si efímera- estrella de las divisas digitales. Ha pasado de valer 250 millones de dólares a más de 63.000. ¿Qué está ocurriendo?

«Durante el último año el interés en dogecoin ha crecido de forma considerable por varias razones: en primer lugar estamos ante un mercado alcista en el que han entrado mayor número de inversores, en muchos casos movidos por objetivos especulativos. Por otro, el apoyo de Elon Musk en diversos tuits –dijo que era su preferida y luego que era un chiste–y apariciones públicas. El dueño de Tesla se ha convertido en el principal abanderado de la principal “meme coin” y sus comentarios, a favor y en contra, han influido de forma clara en la cotización», comenta Álvaro Casado, director de FS Strategy de KPMG en España.

Un comentario del excéntrico Musk hace subir o bajar la cotización en miles de millones, con el consiguiente quebranto entre los ahorradores que han invertido en masa en el doge alentados por él, por Reddit o por personajes como los músicos Snoop Dogg o Gene Simmons. Musk, que parece haberle cogido gusto a las “criptobromas”, esta semana hundió el bitcoin-quién sabe si definitivamente- al asegurar que Tesla no lo aceptará como medio de pago, cuando días atrás lo elevó a los altares al anunciar justamente lo contrario.

«Dogecoin nace inspirada en Litecoin y Luckycoin, que venían a ser copias de Bitcoin presentando algunas diferencias en aspectos como el mecanismo de consenso, la cantidad de monedas en circulación, la cantidad de monedas a emitir (estas dos últimas mucho mayor en dogecoin que en bitcoin) o el tiempo entre bloques. Bitcoin nace con el objetivo de convertirse en una forma de dinero electrónico P2P (peer to peer), aunque para muchos, de momento, su principal utilidad reside en su capacidad de funcionar como reserva de valor. Por su lado dogecoin, aunque comparte características tecnológicas con bitcoin, nace como una “meme coin” o moneda de broma, siendo referida por sus propios fundadores como un “inside joke” del mundo cripto, concepto creciente en los últimos meses con casos como los de SAFEMOON”, añade Casado.

«Desde un punto de vista tecnológico, como hemos comentado, aunque con las mismas bases hay diferencias. A día de hoy el criptoactivo que lleva más tiempo (más de 10 años) dando garantías absolutas de seguridad 24 horas al día 7 días a la semana, es Bitcoin, que además cuenta con una amplia comunidad trabajando en introducir mejoras que deben ser juzgadas y aceptas por el resto.

Un proceso sin marcha atrás

La amenaza de la que advierten muchos analistas es que si se prepara el estallido de la burbuja de las criptomonedas, como en su día ocurrió con las «.com». «Sin duda», dice Álvaro Casado, «debido a que estamos ante un momento de gran expansión, en el mercado se están produciendo movimientos poco racionales. En el medio plazo se verán evoluciones diferentes entre aquellos activos virtuales cuya utilidad o representación de valor ofrezca un valor real y globalmente aceptado y aquellos que no generan ningún valor diferencial».

Sin embargo, añade, “la institucionalización de los activos virtuales es un proceso que ya está en marcha. Grandes empresas y entidades financieras están analizando alternativas para desarrollar nuevos modelos de negocio, productos y servicios para sus clientes. Todo ello desde tres grandes pilares sobre los que cimentar su desarrollo; seguridad jurídica y regulatoria, seguridad tecnológica, estandarización de criterios globales.

Lo sucedido con el “doge” puede repetirse en más criptomonedas. Y algunas estallarán la burbuja especulativa establecida en torno a ellas, pero los expertos coinciden en que el dinero y las divisas del futuro serán digitales. “No se puede afirmar que las criptomonedas sean una burbuja por el comportamiento en el mercado de una criptodivisa como puede ser dogecoin. Aunque el concepto, la idea, del Bitcoin en descentralizar la transmisión de valor, conseguir ser una moneda digital deflacionaria y dejar en manos del usuario final el poder controlar sus propios fondos, es real”, dice Raúl López, country manager de Coinmotion en España.

“También es cierto que se ha visto rodeado de la especulación a lo largo del tiempo. Sin embargo, que en estos momentos bancos y grandes corporaciones estén invirtiendo principalmente en BTC podría ser en parte por mera especulación y en parte porque realmente se han dado cuenta que puede ser un activo de inversión real, con un futuro de largo recorrido y que potencialmente puede reportar elevadas rentabilidades en proporción al riesgo”, añade López.

Hay otro hecho evidente, constata el country manager de Coinmotion: “Conforme van transcurriendo los años esta idea de burbuja va perdiendo veracidad porque cada vez más podemos comprobar que en el ecosistema de las criptomonedas existen proyectos con productos y servicios que se pueden utilizar en el día de un particular o de una empresa. En estos momentos es posible obtener préstamos, financiar proyectos, realizar transferencias a cualquier parte del mundo en cuestión de segundos con comisiones realmente económicas, certificar digitalmente contenidos de artistas, ejecutar contratos inteligentes (Smart Contracts), etc. y podría seguir enumerando más casos prácticos porque la lista es muy, muy extensa”.

Casado es de la misma opinión: “Estamos en un mercado alcista y con un gran componente especulativo, como ya pasara en 2017, aunque con mayor peso institucional y mayor adopción de inversores individuales. Es probable que la tendencia del mercado cambie, no obstante, los proyectos que presentan utilidad real y que son valorados por inversores y usuarios seguirán teniendo protagonismo”.

“Los activos virtuales (entre ellos las criptomonedas) seguirán evolucionando y ganando peso en el ámbito financiero y de pagos. Se irán observando nuevos hitos que permitan generar confianza sobre este tipo de activos, la regulación avanzará para establecer marcos de actuación seguros y aparecerán nuevos casos de uso. Otro hito de gran relevancia irá ligado al lanzamiento de las CBDCs (divisas digitales emitidas por bancos centrales), algo que ya está analizándose por parte de las principales economías”, añade el director de FS Strategy de KPMG en España.

Principales diferencias con otras criptomonedas

“Dogecoin (DOGE) surgió como una bifurcación (hard fork) de la criptomoneda Litecoin (LTC). Podemos decir que ésta utiliza el mismo protocolo de consenso que Bitcoin (BTC), Prueba de Trabajo (Proof of Work, PoW). Sin embargo, BTC en el proceso de minería hace uso de la función hash SHA-256. Pero Dogecoin es un poco diferente en ese aspecto. Como proviene de Litecoin utilizó un tipo de hashing denominado Scrypt y pocos meses después de su lanzamiento se decidió cambiar a un tipo de minería fusionada, en concreto a Auxiliary Proof of Work (AuxPoW). El principal motivo fue para asegurar la seguridad de su red aprovechándose del poder de minado de Litecoin, aunque no fue la única razón para tomar dicha decisión”, aclara Raúl López, country manager de Coinmotion en España.

Otra diferencia la podemos encontrar en que “el tiempo necesario para añadir un nuevo bloque en la red de Bitcoin es de 10 minutos, mientras que para Dogecoin únicamente se necesita un minuto. Por lo tanto, las transacciones son más rápidas en esta última red”, recuerda López, que destaca “que no existe una limitación en cuanto al número total de “doge” que se podrán emitir. Por el contrario, el límite máximo de Bitcoin que está establecido es de 21 millones”.

Billy Markus, uno de los creadores del dogecoin
Billy Markus, uno de los creadores del dogecoinarchivo

«Inventar» miles de millones para tener que seguir trabajando

Billy Markus y Jack Palmer, los padres de dogecoin, siguen trabajando. Pero el caso de Markus es el más curioso, insiste en que él no se hizo ni mucho menos millonario porque vendió sus criptomonedas en 2015 por unos 10.000 dólares para comprarse un coche Honda Civic de segunda mano y pagar el alquiler y ahora su «criatura» supera a la marca japonesa en valor de mercado, así como a gigantes españoles como Santander (55.000 millones de euros) o Telefónica (32.000). El fabricante de automóviles ronda los 40.000 millones de dólares y el «doge» supera los 60.000 después de alcanzar los 75.000 hace unos días.