Empresas
La alta artesanía o el prestigio de la etiqueta “made in Spain”
El Círculo Fortuny organiza mañana un encuentro para poner en valor un sector que tiene un papel esencial en la lucha contra la España vaciada
La combinación de diseño, funcionalidad y belleza de los objetos que forman parte de nuestra herencia cultural va mucho más allá de una mera contraposición a las Bellas Artes. El compromiso con la calidad del trabajo hecho a mano, el cuidado en la selección y tratamiento de los materiales y su posterior e inevitable presencia en la vida cotidiana de varias generaciones, hacen de la artesanía de nuestro país una presencia esencial de la identidad que compartimos.
Reconocer los oficios, valorarlos y protegerlos es una tarea esencial para que el conocimiento y dedicación necesarios para desarrollar estas ocupaciones sobrevivan de generación en generación. Celebrar la riqueza artística de estos objetos como símbolos de nuestra mejor tradición es tarea de todos: desde el consumidor particular hasta las grandes marcas de lujo que encargan a estos pequeños talleres la producción de algunos de sus artículos.
En los últimos años España está viviendo un resurgir de la artesanía. Si hasta hace poco tiempo se le identificaba con souvenirs, manualidades, mercados hippies…hoy aparece como firma de calidad de cualquier producto que acompañe esta palabra, o de casi todos. Este es uno de los problemas que es importante tener en cuenta. El producto artesano no es sinónimo de calidad. Es imprescindible poder distinguir lo que es alta artesanía a un producto realizado de forma artesanal.
Para reivindicar el papel de la artesanía como motor de la industria, mañana el Círculo Fortuny, la asociación de las empresas españolas de alta gama, celebra un encuentro. De esta forma, pretende poner en valor un sector que generador de empleo de calidad, y que tiene un papel en la luchar contra la España vaciada, salvaguardando, además, nuestro patrimonio cultural y artístico y estandarte de la marca España. Iniciativas como la del Círculo Fortuny, a través de la primera edición de Premios Maestro Artesano, ayuda a dar visibilidad a referentes de nuestra alta artesanía. Por primera vez una asociación, sin ánimo de lucro, de empresas de lujo españolas se unen para reconocer el valor del sector de la alta artesanía de nuestro país.
Macarena Navarro-Reverter, consultora de artesanía contemporánea, que participa en una de las mesas redondas que se celebrarán en la jornada de mañana, asegura que España cuenta con un gran bagaje cultural e histórico que se plasma en oficios y técnicas centenarias. A esto hay que sumarle la nueva generación de diseñadores y artistas que la respetan y apoyan a través de nuevos diseños y colaboraciones. Hoy en día vemos su trabajo en distintos sectores: decoración, moda, gastronomía, arquitectura, comunicación…. “Hay que impulsar su renovación y profesionalización. Es fundamental un apoyo, desde lo público, pero también desde el sector privado. Crear un proyecto común bajo un sello de calidad marca-país. Las dificultades a las que nos enfrentamos no son pocas. Cada comunidad tiene sus reglas y sus acciones. España es un país muy individualista y cada uno quiere trabajar bajo unas reglas particulares. Si queremos apostar por un sello de calidad como marca país tendremos que dejarnos de particularidades y apostar por mostrar lo mejor de nosotros. Tenemos que ser conscientes de nuestro valor y subir nuestra autoestima (según el último informe de Real Instituto el Cano sobre la imagen y marca de nuestro país, España es el país europeo que peor valoración tienen de sí mismo)”, expone.
En este sentido, Navarro-Reverter recuerda la política italiana de apoyo a su “made in Italy” como estrategia de la empresa se fundamenta en los valores de la cultura de este país. Y es que, durante los años cincuenta y sesenta, la joven industria italiana de la moda obtuvo la definitiva consagración internacional y el término “made in Italy” se convirtió en sinónimo de gusto, elegancia, estilo y calidad, identificando no sólo a los productos sino a un verdadero estilo de vida. Esta política también sirvió identificar a sus productos gastronómicos en todo el mundo.
Otro caso es el del “made in France”, que nació a raíz de la Segunda Guerra Mundial, para reactivar la economía francesa y revivirá de nuevo al final de los setenta, cuando Francia sufre los primeros signos de la desindustrialización, la iniciación al consumo de productos franceses demuestra que es una respuesta estructural al flujo y reflujo de la economía.
“Creo que España tiene que tomar conciencia de la importancia del sector. Las empresas privadas dedicadas a un consumidor culto y exigente deberían tomar conciencia del papel que les toca. Nuestro país es receptor importante de visitantes que ya no se conforman con un turismo de sol y playa. Ahora buscan nuestra esencia a través de nuestra gastronomía, de nuestra oferta en resorts, de las grandes marcas que nos representan en todo el mundo. ¿Por qué no aprovechar esas sinergias para apostar por el sector de la alta artesanía?”, concluye
Y es que, actualmente, vivimos en un mundo global, por lo que nuestra artesanía necesita abrirse camino a territorios que la revitalicen, mejora su presencia en el mercado, salvaguardando su esencia y los rasgos que la identifican, pero adecuándolos a las nuevas exigencias del mercado.
Para ello es necesario que sus profesionales hagan un esfuerzo por entender estas nuevas exigencias y procurar a su trabajo el entorno y la proyección que merece dentro de un sector que representa la cultura, el patrimonio material e inmaterial, la economía basada en la creación, el emprendimiento, el desarrollo sostenible y la creatividad.
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