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Díaz-Giménez, economista, sobre la vivienda: “Se niegan a recalificar terrenos”

España arrastra un déficit de 600.000 viviendas que asfixia a los jóvenes, un problema estructural que no se debe solo a los precios, sino a una parálisis administrativa y a una ley anclada en el pasado

La revolución de la vivienda
La revolución de la viviendaLa revolución de la vivienda

La llave para desatascar el mercado de la vivienda en España no está en manos de grandes fondos ni de promotoras, sino de los alcaldes. El epicentro del desajuste que ahoga a miles de ciudadanos, sobre todo a los jóvenes, reside en la parálisis administrativa a nivel local, una inacción que impide poner en el mercado el suelo necesario para construir y empezar a equilibrar la balanza.

De hecho, este bloqueo institucional tiene consecuencias devastadoras. Mientras cada año se constituyen en el país unos 120.000 nuevos hogares que buscan un techo, el mercado se enfrenta a un déficit acumulado de 600.000 viviendas. Una brecha descomunal que alimenta una espiral de precios inasumibles para la mayoría de salarios y que convierte el acceso a un hogar en una auténtica quimera.

En este sentido, el problema no es tanto una demanda desbocada, sino una alarmante escasez de oferta que tiene responsables directos. El análisis del economista Javier Díaz-Giménez es tajante al señalar que la voluntad política brilla por su ausencia en los ayuntamientos. "Se niegan a recalificar terrenos", afirma el experto, describiendo un bloqueo que impide que el parque inmobiliario crezca al ritmo que exigen las necesidades reales de la población.

Asimismo, el atasco no se limita a la obra nueva. La legislación vigente añade una capa más de rigidez que desaprovecha el potencial de las viviendas ya construidas. La Ley de Propiedad Horizontal española supone un freno considerable a una solución pragmática y eficiente: la división de pisos de gran tamaño, abundantes en los centros urbanos, en unidades más pequeñas y asequibles.

La rigidez española frente a la flexibilidad de otros países

Por otro lado, la inflexibilidad del modelo español contrasta con las soluciones que se aplican con éxito en el extranjero para aliviar la presión inmobiliaria. Ciudades como Tokio, por ejemplo, han apostado por un urbanismo con menos restricciones a la construcción, lo que ha permitido mantener una oferta mucho más dinámica y adaptada a la demanda en cada momento.

En otros lugares, como Bruselas, se han implementado mecanismos para facilitar la división de las viviendas existentes. Esta estrategia permite densificar las ciudades de una forma sostenible, poniendo más casas en el mercado sin necesidad de consumir nuevo suelo y optimizando al máximo el parque inmobiliario ya consolidado.