El poder adquisitivo de los ciudadanos en nuestro país va mermando poco a poco a medida que la vida no hace más que encarecerse. En un contexto en el que el dinero se desvanece a toda velocidad por los innumerables gastos cotidianos a los que hacer frente, el hábito de ahorrar se vuelve imprescindible. El ahorro no solo sirve para evitar llegar con el agua al cuello a fin de mes, sino también para afrontar posibles imprevistos o simplemente para tener tranquilidad financiera.
El "colchón" se puede conseguir de forma segura y rentable a través de diferentes productos financieros. Desde el blog de Finanzas para todos comparten los productos de ahorro más comunes y sus diferencias:
- Cuentas de ahorro: este es el producto más básico y accesible, señalan. Y es que estas cuentas permiten a sus titulares guardar su dinero y disponer de él cuando lo necesiten. Algunas de ellas ofrecen rentabilidad y no suelen tener asociadas comisiones, siempre y cuando se cumplan con una serie de requisitos.
- Depósitos a plazo fijo: estos sirven para ingresar una cantidad de dinero durante un tiempo determinado a cambio de una rentabilidad "pactada". El dinero que se invierte no se puede tocar hasta el vencimiento del depósito, pero ofrece mayor seguridad y rentabilidad que las cuentas de ahorro.
- Planes de pensiones: este es un producto financiero de ahorro a largo plazo al que vamos aportando capital, el cual, una vez dado el paso a la jubilación, podremos recuperar. El dinero invertido también podrá recuperarse en situaciones excepcionales.
- Fondos de inversión: algunos fondos están orientados a perfiles con poca tolerancia al riesgo. "Invierten en activos de renta fija y pueden ofrecer algo más de rentabilidad a cambio de una ligera exposición al mercado", explican.
- Cuentas remuneradas: este producto financiero es similar a las cuentas de ahorro, sin embargo, tiene una rentabilidad "más competitiva" a cambio de domiciliar los ingresos, limitar el saldo máximo remunerado u otras condiciones.
Decantarse por un producto u otro dependerá de los objetivos de la persona ahorradora, del tiempo que puede mantener el dinero invertido y del nivel de riesgo que esté dispuesta a asumir. "Lo importante es informarte bien, comparar opciones y, si lo necesitas, acudir a un asesor financiero profesional que esté debidamente registrado y autorizado por la CNMV, el Banco de España o la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones", sentencian.