Jorge Vilches
Ante el 23J: A tortas y a locas
La campaña ha sido bronca, pero sin profundidad. Llena de errores y mentiras, aunque nos ha dado igual si atendemos a las encuestas
La campaña ha sido bronca, pero sin profundidad. Llena de errores y mentiras, aunque nos ha dado igual si atendemos a las encuestas. Falsa y cansina tras siete años, desde 2016, metidos en un bucle electoral casi constante. Este empacho denota una clase dirigente en crisis ontológica, que suspende en inteligencia política, y más fanática que la gente común (menos mal). Por eso los partidos han estado a tortas, algunos internamente, como el PSOE y la extrema izquierda, y a locas, con ejes de campaña muy básicos.
El PP ha presentado una idea, «derogar el sanchismo», al tiempo que el PSOE se ha empeñado en vendernos a una persona, Sánchez. Feijóo tenía el programa hecho, me refiero al que alberga la gente en la cabeza, no al escrito, consistente en echar atrás todo lo que ha hecho el Gobierno. Una vez oído «derogar» el votante no se ha metido en la letra pequeña de qué ley se mantiene o no, o cuál quedará a medias. En parte porque esto le importa menos que echar las formas del sanchismo, su arrogancia, el supremacismo moral y los tics autoritarios.
Si el antisanchismo ha sido el enganche más poderoso de la campaña del PP, el socialista ha estado agresivo y fantasioso. Sostener que Sánchez es un tío simpático y el mejor gobernante para España tiene un trago. Su campaña ha sido de las peores que recuerdo: histriónico y faltón, sin propuestas, y una imagen antipática de hombre en retirada.
Muy pronto los socialistas supieron que habían perdido el voto del centro. Se tiraron entonces como posesos sobre el electorado femenino alertando de la «pérdida de derechos», pero los efectos de la ley del «solo sí es sí» son demoledores. De ahí pasaron a insultar a la derecha, que si «fascistas» y «machistas», mientras intentaban desprestigiar a Feijóo sacando una foto vieja. Esto ayudó al PP con el electorado centrista, harto de tanto ruido y furia contada por un sanchista.
Pareció, incluso, que la campaña socialista estaba hecha por un novato sin acceso a la Wikipedia. Primero dijeron que la crisis de 2008 la provocó el PP, cuando gobernaba en realidad Zapatero, y luego que la derecha quiere volver a la España de hace 40 años. Ya, pero es que hace 40 años, en 1983, el PSOE tenía 202 diputados. En su desesperación sacaron a ZP, que ha pasado de definir el infinito como algo infinito a sostener que él tiene más interiorizada la tradición socialista que Felipe González. ¿El motivo? Que el sevillano no ha pedido el voto para Sánchez. La sensación es que la explosión en el PSOE está programada para el 24 de julio.
El grito «Que te vote Txapote» ha sido decisivo. Cuatro palabras para destrozar a un Gobierno. El PSOE puso malas excusas. De los autores de «no es mentira, es cambio de opinión» llegó «ETA ya no existe gracias al PSOE de Zapatero» y «Bildu es más democrático que el PP». A esto añadieron los bulos contra Feijóo. Primero que Von der Leyen había hablado mal de él, y al final, a pachas con el PNV, que los populares habían pactado con los bilduetarras en Vitoria. Trolas para ocultar, entre otras, la mentira del peaje en las autopistas. Tiene gracia que acusaran al PP de trumpismo al tiempo que lo usaban.
El sanchismo se ha movido a locas, con mucha improvisación y ansiedad porque la estocada del 28M anunciaba algo peor para el 23J. Un pánico lógico. Ni siquiera los nuevos «artistas de la ceja» mueven al voto. Incluso les salió mal el debate televisivo. Sánchez retó a seis encuentros, y a Feijóo le bastó uno para dejar noqueado al presidente. La campaña, así, mostró a un PSOE enloquecido, reconociendo la derrota (y las trolas de Tezanos) al hablar de «remontada», y que necesitará, si aciertan las encuestas, un buen repaso interno para volver a ser útil a la democracia de todos.
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