Estado de alarma
Iglesias agita el frentismo
Llama a la movilización contra el PP ante las manifestaciones contra Sánchez mientras existe malestar entre los «barones» del PSOE porque Podemos «siga la estela de Vox»
Si faltaba alguna irresponsabilidad más en la gestión de esta emergencia nacional sanitaria ya ha sido puesta en el centro de la escena y viene una vez más de la política. El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, afirmó ayer, en una entrevista en «Al Rojo Vivo», en La Sexta, su preocupación por las manifestaciones que se han producido frente a la casa del ministro de Transportes, José Luis Abalos, así como de la suya propia. Pero fue un paso más allá, dejando lo que se entendió como una amenaza velada de movilizar a su «parroquia», como en los tiempos del 15-M, para trasladar estas protestas a las puertas de dirigentes de la derecha. «Se sabe donde empieza, pero no dónde acaba. Mañana será gente de izquierdas manifestándose enfrente del apartamento de Ayuso, de la casa de los Espinosa de los Monteros o de la casa de Abascal».
La evolución de las protestas por todo el país no debería reducirse a un simple análisis de movilizaciones de corte extremista, según han empezado ya a alertar las Fuerzas de Seguridad del Estado. Y, de hecho, es dentro del PSOE, en algunas de sus «baronías», donde se advierte de que el Gobierno debería enfocar con más seriedad esta «crispación», que puede ser sólo la punta del iceberg de un malestar más profundo que está germinando en buena parte de la sociedad.
Desde la gestión de las comunidades autónomas, salvo Madrid, se comparte sin distinguir las siglas la advertencia de que los referentes políticos deberían modular su tono a la hora de alentar la protesta porque, efectivamente, como ayer dijo el vicepresidente Iglesias, se sabe cómo empieza pero nunca como termina. En las filas socialistas temen que la persistencia de Vox en convocar una serie de movilizaciones desafiando el estado de alarma crispe el clima político y pueda llevar a Moncloa a pensar que la confrontación les suma porque polariza a la sociedad, y el ruido les sirve para unir y callar las críticas dentro de su propio electorado a la gestión de la crisis de la Covid-19.
El problema del Gobierno, y así lo empiezan a ver ya en algunos de los territorios socialistas, «va a ser la protesta social por las necesidades económicas, la protesta por el hambre». «Esto lo puede aguantar con dificultades un Gobierno de derechas, un Gobierno de izquierda no puede resistirlo».
En ese sentido, la confrontación es «jugar con fuego», ya sea política, territorial o social. Los «barones» socialistas están percibiendo con gran preocupación las carencias que está mostrando ya el Estado para hacer frente al paquete de medidas anunciadas para atender las primeras urgencias económicas de las familias, y que no terminan de llegar a los afectados. Ahí está el colapso de expedientes en el SEPE, y la falta de liquidez que retrasará en algunos casos el pago de la prestación durante todavía un par de semanas más.
La gravedad de la situación econóica exige, creen, estudiar la extensión de los ERTES en algún sector y buscar además nuevas iniciativas para intentar salvar puestos de trabajo en el segundo semestre del año.
En otoño el Gobierno de coalición puede verse cercado no ya por las protestas que instiga Vox, y apoya una parte del PP, si no por la ineficiencia de su «escudo social». Y si la calle ya viene caliente, en esa situación puede convertirse «en un polvorín». Las ayudas que debe aprobar el próximo Consejo Europeo el 1 de junio amortiguan, pero no son suficientes para corregir un problema social de primer nivel que afectará con más dureza a España y a Italia. «Los autonómos están pendientes aún de recibir las ayudas por cese de actividad y en esta misma semana tendrán que hacer frente a la moratoria del pago de impuestos correspondiente al primer trimestre de 2020», recuerdan desde un Gobierno autonómico socialista. Como base para advertir de que Moncloa se equivoca «echado leña al fuego porque este fuego nos puede consumir a nosotros».
Hay que añadir otro elemento desestabilizador muy importante: el presidente del Gobierno ha avanzado su intención de ir suavizando el estado de alarma, pero extenderlo incluso hasta el 6 de julio a zonas como Madrid o Barcelona. Esto podría acentuar la tensión territorial y agravar los desafíos a los que España tendrá que enfrentarse en las próximas semanas.
La Guardia Civil ya ha alertado de la posibilidad de disturbios a medida que la crisis sanitaria vaya dejando espacio a la económica, con sus consiguientes repercusiones sociales. Y por eso en el PSOE preocupa que en el Gobierno haya «partes» que no entiendan que en momentos de crisis las instituciones no pueden perderse en debates estériles y en «pulsos» que no atiendan al interés general.
Vox interpretó ayer las palabras del vicepresidente del Gobierno en La Sexta como una «amenaza» y le responsabilizó de cualquier incidente en sus domicilios. Santiago Abascal entró de manera inmediata al capote de Iglesias: «Ya que prefieres ejercer de matón, en vez de como vicepresidente de todos los españoles, al menos no mandes sicarios. Ven tú».
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