Fuerzas Armadas
Las Fuerzas Armadas comprarán 13.000 sudarios para fallecidos por coronavirus
El Ejército de Tierra tramita de Emergencia una adquisición conjunta de sacos mortuorios para recibirlos antes del 15 de diciembre. Licita seis contratos por 5,3 millones para material de protección
La segunda oleada del coronavirus está más presente que nunca y los principales actores que la combaten siguen rearmándose. Es el caso de las Fuerzas Armadas que, a través del Ejército de Tierra, han licitado en los últimos días seis contratos para adquirir gran cantidad de material sanitario y de protección por valor de 5,3 millones de euros. Comprarán mascarillas, guantes, tests... Pero lo más llamativo son 13.000 sudarios para cubrir los cadáveres de los fallecidos por la Covid 19, ante la previsión de un aumento de muertes o la posibilidad de que los uniformados vuelvan a tener que hacerse cargo de los cuerpos, como ya ocurrió en la primera oleada en las tres morgues improvisadas de Madrid. Se trata de una compra conjunta que hacen para completar las reservas de todas las Fuerzas Armadas.
Eso sí, se trata de una cantidad muy elevada la que quieren adquirir las Fuerzas Armadas, pues en las tres morgues improvisadas que se abrieron en Madrid durante la primera oleada los militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y del Ejército de Tierra custodiaron algo más de 1.800 féretros, muchos de los cuales también trasladaron. Al mismo tiempo, en los dos hospitales militares de Madrid (“Gómez Ulla”) y Zaragoza se contabilizaron unos 400 fallecidos.
Desde el propio Ejército de Tierra han confirmado a este periódico que se trata de «las adquisiciones que nos han pedido para completar la reserva de responsabilidad del Mando de Operaciones (MOPS) y para las adquisiciones de las Fuerzas Armadas y la UME para el año que viene».
Tramitación de Emergencia
En concreto, las mortajas forman parte de dos contratos diferentes de la Jefatura de Asuntos Económicos del Mando de Apoyo Logístico del Ejército de Tierra. El primero de ellos, bajo el nombre de “Adquisición de guantes de batas, cubrebotas y sudarios” (con un presupuesto total de 528.770 euros) consta de seis lotes y el último de ellos, el sexto, es para adquirir 10.000 sudarios a un precio de 10 euros cada uno (12,10 euros con IVA). En total, 121.000 euros para este material.
El segundo de los contratos es el destinado a la “Adquisición de material de protección frente al Covid-19”, con un presupuesto total de 1.402.668,30 euros para 12 lotes diferentes. El décimo es el que se refiere a los sudarios y a la adquisición de 3.000 de ellos a un precio unitario también de 10 euros (12,10 euros con IVA). En total, 36.300 euros para mortajas.
Todos los contratos se licitaron el pasado 30 de octubre y el Ejército recibirá ofertas hasta el próximo día 9. Los pliegos exigen que el material sea entregado, como tarde, el 15 de diciembre. Ambos se tramitan por la vía de Emergencia, tal y como establece la cláusula 8 de los Pliegos de Cláusulas Administrativas de los mismos.
Según el pliego de prescripciones técnicas del contrato, cada pack individual de “saco-sudario” está compuesto por un saco mortuorio y un sudario. El primero de los elementos "debe poder albergar de forma segura cadáveres con COVID-19, por lo que deberá cumplir lo indicado en el documento técnico del Ministerio de Sanidad: ‘Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de COVID-19’”. Medirá 220 cm de largo y 80 cm de ancho, su tejido ha de ser impermeable tanto a líquidos como al virus COVID-19 y deberá ser, además de estanco, degradable y combustible (podrá ser incinerado). En el caso del sudario, será de 220 cm de alto por 200 de ancho, absorbente y degradable.
Mascarillas, guantes, tests...
Pero los sudarios son sólo una parte de la gran cantidad de material sanitario y de protección que el Ejército tiene planeado adquirir, para lo que ha licitado los citados seis contratos por un valor de 5.347.638,43 euros. Así, su intención es la de hacerse con 7.396.000 mascarillas de distintos tipos, 5.520.000 de guantes de nitrilo, 130.000 batas desechables, 68.000 calzas cubrebotas, 50.000 test de antígenos, 27.000 monos de protección desechables, los ya mencionados 13.000 sacos mortuorios o 15 cápsulas de aislamiento.
Contratos todos ellos licitados también el pasado 30 de octubre, tramitados por la vía de Emergencia y que deberán ser ejecutados como tarde el próximo 20 de diciembre.
Y es que para el manejo de los cadáveres los efectivos también han de protegerse como marca el protocolo de Sanidad: “Antes de proceder al traslado del cadáver, las personas que accedan a la habitación donde se encuentre deben tomar las precauciones de transmisión por contacto y gotas, debiendo estar protegidos con una bata desechable, unos guantes y una mascarilla quirúrgica”, dice el documento. Y añade que “todas las personas que participen en el traslado del cadáver deberán estar provistas de los equipos de protección individual adecuados”.
La labor de las Fuerzas Armadas ha sido -y es- clave para tratar de frenar la expansión del coronavirus y, en el caso de Tierra, al ser el Ejército más numeroso, tuvieron un importante papel. Durante el primer estado de alarma, en la “Operación Balmis”, los militares llevaron a cabo más de 20.000 intervenciones por todo el país, destacando entre todas las desinfecciones y el montaje de hospitales de campaña. Y entre ellas, la más dura, el traslado y custodia de los cadáveres en las tres morgues improvisadas que se abrieron en Madrid. Y a tenor de esta compra de sacos mortuorios, parece que no descartan tener que volver a hacerlo en la nueva “Operación Baluarte”.
Allí estuvieron en un primer momento los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), pero llegaron a verse desbordados y fueron apoyados por otras unidades, entre ellas la Brigada “Guadarrama” XII del Ejército de Tierra. En total, por estas tres morgues (Palacios de Hielo de Madrid y Majadahonda, y Ciudad de la Justicia) pasaron más de 1.800 féretros, los cuales custodiaron los militares, como fue el caso de la la sargento 1º Brenda María Basanta de la UME, quien pasó tres semanas en el Palacio de Hielo de Madrid. “La primera imagen que vi no se me olvidará jamás: la pista de hielo cubierta de cientos de féretros”, contó a LA RAZÓN hace unas semanas.
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