Ejército
Loyola: 100 años de historia a cambio de seis votos
El cuartel, con 515 efectivos, era hasta hace dos semanas «indispensable». Aunque deben marcharse antes de que finalice 2021, no lo harán hasta que su nueva base esté lista
Seis votos. Es el precio que el Gobierno de Pedro Sánchez ha puesto para sacar al Ejército del cuartel donostiarra de Loyola y entregárselo al Ayuntamiento de San Sebastián para su ampliación urbanística. Con esta cesión, rechazada durante años por diferentes ejecutivos, acaba con prácticamente un siglo de historia de este acuartelamiento en la ciudad, cuyos terrenos compró allá por 1920 el entonces Ministerio de la Guerra por menos de un millón de pesetas.
Hasta el lunes, Loyola era «indispensable» y «necesario para la Defensa Nacional». «Imprescindible» lo consideró hace apenas dos semanas la actual secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro. Pero, en apenas 15 días, el discurso ha cambiado completamente y tanto el Ejecutivo como el Ministerio de Defensa se han apresurado a elegir un nuevo emplazamiento en tiempo récord. Una ubicación que había sido rechazada en numerosas ocasiones y que se encuentra a escasos 700 metros de la actual, en la otra orilla del río Urumea: los antiguos terrenos de la Sociedad Hípica.
«Parece que ahora tienen prisa con esto y que ahora es bueno lo que antes no», apuntan a este periódico fuentes militares un tanto sorprendidas por la celeridad de este proceso, que deberá finalizar antes de que concluya 2021. Aunque avisan: «Es un proceso lento y hasta que no esté todo –construido y listo– no saldrá nadie, porque sería como echarnos a patadas».
300 años de presencia militar en la ciudad
La buena noticia para las Fuerzas Armadas es que el Ejército continuará teniendo presencia en San Sebastián, algo «innegociable» para Defensa en esta cesión, pues lo contrario implicaría no sólo acabar con el siglo de historia del cuartel, sino con más de 300 años de presencia militar en la ciudad, representada en el actual Regimiento de Infantería «Tercio Viejo de Sicilia» nº 67, con base en Loyola.
El acuartelamiento, la moneda de cambio para que el PNV apoye los Presupuestos, fue comprado en 1920 a una particular y a una sociedad civil de recreo por algo más de 890.000 pesetas (5.350 euros) para sacar del centro de la ciudad a las unidades que se encontraban en los conventos de San Telmo y San Francisco. El Ministerio de la Guerra quería un nuevo emplazamiento en el extrarradio, con mayor libertad de movimientos y, al mismo tiempo, con cierta capacidad defensiva, y el río y el meandro cumplían esa última función.
El precio que se pagó entonces por las dos fincas fue de 5 pesetas por metro cuadrado, lo que se oficializó en octubre de 1920. A partir de ahí comenzó a elaborarse el proyecto y en 1922 arrancaron las obras de los dos cuarteles que alberga en su interior: el «Infanta María Teresa» y el «Princesa Mercedes». La inauguración oficial tuvo lugar en febrero de 1926.
Albergó más de 2.000 efectivos
Desde ese momento, el Ejército contaba con unos terrenos de casi 20 hectáreas que llegaron a albergar a más de 2.000 militares. Por sus instalaciones han pasado diferentes unidades que han sido testigos de numerosos episodios históricos, como la Guerra Civil, que arrancó con el golpe de estado de 1936 que no triunfó en Guipúzcoa. Entonces, los habitantes de Loyola eran, entre otros, el tercer Regimiento de Artillería Pesada y el sexto batallón de zapadores.
Pero también ha sufrido en primera persona la barbarie de la banda terrorista ETA con hasta siete atentados, en los que fueron asesinados el brigada Mariano de Juan Santamaría (de un disparo en la nuca en abril del año 1995) y el cocinero de la Comandancia de Marina de San Sebastián, Román Díaz García (con una bomba lapa en enero del año 2001).
A día de hoy, el cuartel tiene una ocupación muy inferior a la de sus orígenes y apenas alberga a 515 uniformados que pertenecen al «Tercio Viejo de Sicilia» y a la Unidad de Servicios del Acuartelamiento (USCA). Además, es la sede de la subdelegación de Defensa y de uno de los Centros de Comunicaciones (Cecom) del Ejército de Tierra.
“No se perderá dinero”
Todos ellos tendrán que mudarse a su nueva ubicación antes de que concluya 2021, aunque se trata de un plazo algo escaso para todo lo que se les viene por delante y que, entre otros, pasa por acordar qué precio pagará el Ayuntamiento por los terrenos. Con eso, Defensa sufragará la construcción del nuevo cuartel y asegura al respecto que «no se perderá dinero».
Se trata de las instalaciones de la Sociedad Hípica de San Sebastián, que se encuentran prácticamente al lado de las actuales. Eso sí, el terreno es mucho más pequeño, pero es cierto que el número de militares desplegados en Loyola es también más reducido que hace años.
Lo primero, confirman fuentes del Ministerio, es que se reúna la comisión formada por ambas partes para negociar el precio y, una vez acordado, comenzar con el proyecto de construcción de las nuevas instalaciones militares. Algo que, según apuntan, no parece que pueda estar listo antes de la fecha tope, de ahí que los militares avisaran de que no se irían hasta que no esté todo, descartando, por el momento, la posibilidad de que a los uniformados se les trasladase temporalmente a bases fuera de Guipúzcoa hasta que el nuevo acuartelamiento esté acabado.
La cesión de unos terrenos militares a un Ayuntamiento no es ninguna novedad, pues se ha hecho en numerosas ocasiones, como en Badajoz, donde en los años 80 se trasladó el cuartel Menacho del centro de la ciudad a Bótoa, a 17 kilómetros. O en Leganés (Madrid), donde en 1991 los cuarteles de Saboya pasaron a manos de la Universidad Carlos III. Sin embargo, en lo que afecta a Loyola la polémica está en que se trata de una cesión a los nacionalistas a cambio de seis votos y que la decisión se ha tomado en tiempo récord, cediendo unas instalaciones que hasta prácticamente ayer eran «indispensables para la Seguridad Nacional».
De ahí que no resulte extraña la indignación de muchos uniformados, que creen que esta salida exprés es una especie de humillación: «Hubiese sido mucho más inteligente que hubiésemos sido nosotros los que diésemos el primer paso».
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