El futuro de Cs

La herencia Riverista que lastra a Arrimadas

La estrategia de la líder de Cs no gusta a sus barones que a día de hoy acumulan más poder que ella

La líder de Cs, Ines Arrimadas junto al que fuera presidente del partido Albert Rivera
La líder de Cs, Ines Arrimadas junto al que fuera presidente del partido Albert RiveraCRISTINA BEJARANOLa Razón

Desde que Inés Arrimadas cogiera los mandos de un Ciudadanos en la estocada, después de la sangría de votos que perdieron en las últimas elecciones, el partido se ha ido resquebrajando. Al llegar, uno de los principales enfrentamientos con los que tuvo que lidiar la presidenta de Cs fue el de los oficialistas y críticos que entonces estaban enfrentados por los pactos en la época de Rivera.

La herencia de la época Riverista hace tambalear ahora al partido. «No hay una región donde no tenga problemas» destacan voces críticas. Arrimadas se enfrenta al dilema de diluirse o marcar un perfil propio cuestionado territorialmente. Insiste en practicar la política «útil» y para reflotar las siglas ha echado mano de los fundadores de Cs, quienes fueron símbolo de fuerza y arrastre en las generales de 2015 y 2016.

En Cataluña la salida de la que fuera número dos, Lorena Roldán al PP parece que ha diluido más la fuerza de los naranjas, aunque desde Cs le restan importancia y consideran que son «trastos viejos» que no emocionan a nadie. Pero en Cataluña recuerdan que Arrimadas «abandonó a los catalanes» yéndose a Madrid y se le suma que las agrupaciones de Cs estarían «devastadas» y Carrizosa era el responsable de organización. «No será lo último que ocurra», auguran voces críticas.

Ignacio Aguado, vicepresidente de Madrid, Francisco Igea–vicepresidente de Castilla y León–, Isabel Franco –vicepresidenta de Murcia– o Juan Marín –vicepresidente de Andalucía– tienen su voz propia e incluso han llegado a cuestionar las políticas de la actual dirección.

En Murcia la cúpula del partido quiso quitar a la vicepresidenta del Gobierno de la Región, Isabel Franco de su puesto. Intentaron que renunciara al cargo en favor de la portavoz del Gobierno, Ana Martínez Vidal, máxima representante del partido en la Región. Sin embargo, este golpe de mando no fructificó. Además, también en Murcia el partido está inmerso en los tribunales por el fraude de las primarias.

En Castilla y León es «la disidencia» personificada. Ni de Rivera ni de Arrimadas. Igea es él mismo, el verso libre. Su entrada en el Congreso vino de la mano de Rivera. Luego se opuso a todo un aparato oficial en las primarias de Castilla y León y ganó. Después retó a Arrimadas con un grueso de críticos que le apoyaron. Tras no lograr la victoria dejó todos los cargos del partido naranja y aunque dijo que dejaría la política ahora no descarta ningún escenario lo que ha hecho que Arrimadas le haya reprochado en los últimos días que esté pensando solo en un acomodo: «Él quiere su sillita y le da igual qué partido». Igea tiene un trato «correcto» con su socio de gobierno, pero por ahora no se le sitúa en las filas del PP, más bien en las del PSOE si se diera el caso. Desde Castilla y León sigue nutriendo la pugna con Arrimadas al tiempo que marca distancias con la estrategia de acuerdos de la dirección.

En Andalucía hay una guerra interna a tres bandas: los partidarios de Juan Marín, los de Hervías y los que están en medio, al menos en las bases. También el propio Marín se ha significado y cuando se cumplía el segundo aniversario de gobierno en Andalucía dejaba la puerta abierta a presentarse a unas futuras elecciones coaligados con el PP. Esto hizo que al día siguiente la líder de los naranjas le desautorizara imponiendo su criterio en contra de una coalición con el PP. A pesar del desmentido, Marín se reafirmó días después de sus «polémicas» declaraciones. «Cs las afrontará como un partido distinto al PP y con un espacio político diferente, aunque a dos años vista nadie puede descartar ninguna opción», sentenciaba.

El vicepresidente del Gobierno madrileño, Ignacio Aguado es de la era Riverista aunque también es de Arrimadas. Sin embargo, sectores del partido aseguran que «hace lo que le dicen». En una entrevista en LA RAZÓN Aguado destacó que antes que irse al PP se volvería a la empresa privada aunque la realidad es que nadie cree que le pudieran ofrecer ningún puesto en las filas de Ayuso. Es el «desestabilizador» de la coalición y de alentar una posible moción de censura. Mientras, Arrimadas insiste en que su compromiso con el gobierno madrileño es sólido. Por otro lado, está la vicealcaldesa Begoña Villacís quien ha hecho un perfecto tándem con el alcalde Martínez Almeida. Algunos sectores naranjas creen que ella ya está por encima de la marca de partido y que, si se diera el caso, podría incluso hacer un movimiento hacia las filas del PP con todo su equipo incluido.