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Gobierno

Sánchez e Iglesias enfrían una reunión urgente tras las últimas tensiones

En Moncloa aseguran que no hay nada cerrado para esta semana, aunque desde ambos partidos consideran que el encuentro se tiene que producir ya

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados JOSE LUIS ROCA

La convivencia entre los socios de coalición del Gobierno pasa por su peor momento. Acostumbrados a choques constantes, en este momento hay un elemento añadido y que resulta definitivo: la relación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se ha enquistado de forma paralela a los conflictos entre sus ministros. La interlocución entre ellos es casi inexistente, como ya publicara este diario, y solo se ven cuando coinciden en los Consejos de Ministros. Desde noviembre no se celebran los tradicionales “maitines”, como se conoce coloquialmente a las reuniones de coordinación que se producen en Moncloa para engrasar la acción ejecutiva y marcar la agenda. Tampoco los encuentros bilaterales entre presidente y vicepresidente segundo, en los que desatascaban los asuntos más enconados y sofocaban los incendios que se habían desbocado. La falta de relación entre ambos ha recrudecido los conflictos.

A la espera de una llamada que no llega, fue significativo que la semana pasada, en pleno choque entre PSOE y Podemos, Sánchez levantara el teléfono para retomar el contacto con Pablo... Casado. El jefe del Ejecutivo dio un paso para desbloquear la renovación del CGPJ y otros órganos constitucionales pendientes de renovación, que se espera que dé sus frutos en las próximas horas. Esto se leyó como un toque de atención a Iglesias, pero en estas negociaciones Sánchez no ha aceptado las pretensiones del PP de dejar a los morados fuera de la composición del futuro órgano de los jueces del Poder Judicial.

Sin embargo, desde el Gobierno enfrían que la reunión entre Sánchez e Iglesias vaya a ser inminente. No hay nada cerrado para esta semana, aseguran, aunque tanto desde el PSOE como desde Unidas Podemos sostienen que es necesario que esta se produzca cuantoantes para reconducir el conflicto, que se ha recrudecido en los últimos días. “No sé cuándo hablaron la última vez pero todos los martes nos vemos”, ha querido restar protagonismo el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, esta mañana en rueda de prensa. Al cuestionamiento de la normalidad democrática por parte de Podemos, se sumó la pasada semana la falta de condena e instigación a la violencia en los disturbios en Madrid y Barcelona y cuestiones de la acción ejecutiva como la ley de vivienda, la ley Trans o la “ley Zerolo” que el PSOE presentó en solitario.

Desde Unidas Podemos reconocen que esperaban una reunión inminente esta semana con el objetivo de rebajar las tensiones escenificadas en los últimos días en público. Esta misma mañana el portavoz de Unidas Podemos reconocía que no sabía sí esa reunión se iba a producir esta semana, aunque trataba de desviar esta cuestión del foco asegurando que existe un canal de interlocución fluido tanto a nivel gubernamental como parlamentario con su socio.

El hecho de que ni los ministros socialistas ni la bancada socialista aplaudieran la pasada semana al vicepresidente segundo tras su intervención en la sesión de control de la pasada semana fue un gesto que no gustó a los morados a pesar de llegar después de que los morados decidieran abstenerse en la votación de la “ley Zerolo” en el Congreso y que llegaba después de una unánime desautorización pública de los ministros a las acusaciones de Iglesias cuestionando la calidad democrática en España.

La última reunión pública entre el presidente y el vicepresidente se produjo a principios de enero tras las últimas desavenencias en cuestión de desahucios y sobre la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Una cita que sirvió para engrasar la coalición de cara al nuevo año pero que se vio enfangada, poco después por la campaña para las elecciones catalanas de 14 de febrero, donde los morados decidieron apostar por evidenciar contundentemente las diferencias existentes entre socios.

A pesar de estas discrepancias notorias, tanto PSOE como Unidas Podemos aseguran que ninguno de los dos partidos opta por romper la coalición. De hecho, desde la cuota morada repiten que “queda coalición para rato”, aunque admiten que seguirán produciéndose desavenencias, acusando a los socialistas de provocar ellos mismos muchos de los escollos cuando observan que se niegan a cumplir alguno de los puntos pactados en el acuerdo de coalición. Una muestra de ello llega ahora con la negociación de la Ley de la Vivienda en la que Unidas Podemos presiona a los socialistas a “pactar lo firmado” en cuanto al compromiso escrito de regular los precios del alquiler a través de la misma norma.

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