PP

“Sabemos que van a imputarla”, asegura Casado, a quien los barones piden explicaciones

La presidenta defiende el honor de su hermano y exige depurar responsabilidades en el partido

El PP está en shock. Dividido y perdido ante el choque explosivo entre la dirección nacional y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. En el partido saben que éste es un camino sin retorno, y que una de las dos partes no saldrá viva del choque. Ayer, algunos de los principales dirigentes del partido llamaron personalmente a Pablo Casado para exigirle explicaciones después de que se filtraran las investigaciones al entorno de la presidenta, en principio dirigidas desde Génova, para encontrar presuntas irregularidades.

Esa investigación le ha costado ya el puesto a Ángel Carromero, cabeza que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, no ha dudado en ofrecer por ser el principal señalado en la trama de espionaje a la dirigente madrileña. Carromero era el «hombre» de Casado en el Ayuntamiento.

Génova, sin dar pruebas en público, la acusa de corrupción, y ella se defendió con un duro discurso en el que señaló directamente a Casado y al secretario general, Teodoro García Egea, como responsables de promover una campaña «cruel» contra ella para derribarla. La dirección la expedientó por «ataques casi delictivos» a Casado. Génova también se defiende diciendo que «ya está todo en fiscalía, en una actuación promovida por el PSOE y Más Madrid».

Esto es lo sustancial, si hay denuncia de corrupción. Y mientras se aclara, crece la presión del partido pidiendo pruebas, una vez que se ha roto la norma, como ayer le recordaron a Casado, de que no se actúa preventivamente y de que cuando alguien de la organización está señalado, no se cuestiona su presunción de inocencia sin poner por delante las razones y sin denunciarlo ante la Justicia.

Según algunos de los dirigentes que ayer hablaron con Casado, el presidente nacional argumenta que Ayuso «será imputada de manera inmediata», si bien no hay todavía ningún proceso judicial abierto en su contra. Casado también se justificó apelando a su obligación con el compromiso de honestidad y ejemplaridad, dos de los principios en los que sostuvo su aterrizaje en el liderazgo del partido después de la moción de censura a Mariano Rajoy.

El PP se queda a la espera y si las actuaciones judiciales contra Ayuso no se visualizan, y no aparecen las pruebas que confirmen las presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos sanitarios que beneficiaron a su hermano, entonces el problema lo tendrá la dirección del partido. En Génova insisten en que la caída de Ayuso será inmediata. Ayer Casado ya fue avisado al respecto dentro de un clima de crispación y división interna que demanda a gritos que esta crisis acabe cuanto antes, si no quieren que el problema dañe al conjunto de la estructura orgánica.

En Génova insisten en que Ayuso ha actuado de manera irregular y en que hay pruebas de corrupción, que la obligarán a dimitir, y el relevo podría ser Enrique López, consejero de Presidencia, Justicia e Interior del Gobierno de la Comunidad de Madrid y puente directo entre el partido y la judicatura. Mientras que en Sol niegan la mayor, «querían echarnos y les van a echar a ellos por mentirosos».

Desde la dirección del partido están pidiendo a alcaldes y a otros dirigentes territoriales que hagan pronunciamientos de apoyo a Casado, pero la mayoría está a la espera de ver por dónde evoluciona esta crisis y en qué se concreta el anuncio de Génova de las actuaciones judiciales contra Ayuso.

En paralelo, y con la negociación del Gobierno de Castilla y León abierta en canal, en la estructura miran hacia el próximo congreso nacional del partido, que debería celebrarse en el próximo mes de julio.

«Antes del verano esto estallará definitivamente. Si se demuestra que Génova tenía razón, Ayuso estará en una situación muy difícil. Si no es así, esto no pasa un congreso. O alguien coge el mando rápido y con autoridad o esto se nos va de las manos», sentencian dentro del Comité Ejecutivo del PP. El partido vuelve, de hecho, a mirar el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que está entre los que han pedido explicaciones y que se asuman, también responsabilidades.

Los dirigentes que han hablado con Casado en las últimas horas le están advirtiendo del daño reputacional que le está causando este enfrentamiento con Ayuso, y del riesgo de que no pueda llegar a recuperar su imagen porque la batalla de la opinión pública la tiene a día de hoy completamente perdida.

En el PP también son conscientes del oxígeno que el reventón de esta crisis aporta al PSOE, pero, sobre todo, a Vox en un momento de negociación de la investidura de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.

Los contratos bajo sospecha que activaron el espionaje de Génova llevan bajo la lupa de la izquierda desde hace meses, dentro de su estrategia por desestabilizar a la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Más allá del desenlace de este episodio, en el PP saben que éste es un momento crítico, y que una mala resolución de este conflicto puede destruir el proyecto de gobierno del partido de manera casi irreversible. No sólo por las consecuencias internas, y la ruptura de la organización, sino también porque abra una fractura con los votantes. Ayuso está en su momento de mayor popularidad, y ese apoyo de la ciudadanía traspasa las fronteras de la Comunidad de Madrid.

«O dimite Ayuso o Casado tendrá que entregar la cabeza de García Egea o tendrán que irse Casado y Egea». La ecuación se escucha dentro de la organización popular y no deja más alternativas posibles, una vez que la dirección del partido es la que se ha puesto al frente del proyecto de provocar la caída de Ayuso. En Sol aseguran estar muy tranquilos con la denuncia presentada en Fiscalía porque se han entregado todos los informes y «no hay nada».