Crisis en el PP

«La pelea contra nosotros mismos solo beneficia a Abascal y a Sánchez»

Cargos autonómicos y alcaldes abren contactos «in extremis» y piden una reunión de la Junta Directiva Nacional

Sede del PP en la madrileña calle Génova
Sede del PP en la madrileña calle GénovaEnrique CidonchaLa Razón

El poder territorial del PP, por boca del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha dejado un mensaje claro esta semana: «La crisis de Madrid debe resolverse lo antes posible». Pero esta condición tiene difícil arreglo una vez que el enfrentamiento entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso ha llegado tan lejos en lo público y en lo privado. De hecho, ni los más veteranos del partido tienen memoria de un episodio de choque tan traumático, y eso que diferencias personalistas y corrientes enfrentadas siempre ha habido dentro de la organización política.

Los presidentes autonómicos, junto con algunos de los principales alcaldes, y otros cargos del organigrama territorial, han empezado a valorar el estado de la situación y sus posibles derivadas, y están bastante de acuerdo en que ya ni siquiera la caída de los números dos de Casado y Ayuso, Teodoro García Egea y Miguel Ángel Rodríguez, bastaría para apagar el incendio.

Esta semana se ha visualizado que la guerra concierne directamente a Casado y a Ayuso, de quienes se espera que «estén a la altura de las circunstancias». Si la crisis se enquistara existiría la remota posibilidad de que el poder territorial intentara reunir los dos tercios de apoyos necesarios en una Junta Directiva Nacional para convocar un congreso nacional extraordinario. Es una opción difícil de ejecutar porque la actual dirección controla, al menos, un tercio de los votos.

Ese congreso debería celebrarse antes del verano. Así estaba previsto, de hecho, en la agenda de la cúpula popular, para que coincidiese justo con los cuatro años desde que Casado llegó a la Presidencia del partido después de ganar la pelea por la sucesión de Mariano Rajoy. Pero este vendaval lleva a que Génova pueda replantearse esa decisión al tomar cuenta del riesgo de que el cónclave se convierta un calvario en el que se visualice la falta de apoyos internos.

En el PP ven también cada vez con más preocupación la situación en la que se encuentra el Ayuntamiento de Madrid, por la posibilidad de que Begoña Villacís, vicealcaldesa por parte de Ciudadanos, decida dar el golpe de mano y arrebatarle la alcaldía a José Luis Martínez Almeida con el apoyo del PSOE. En clave política, Villacís no tiene mucho más recorrido ante la debacle de su formación política, confirmada elección tras elección. Y ésta es su última oportunidad para buscar una revitalización de su marca, instalada ya en aquello de que «de perdidos, al río». El PSOE estaría encantado de colaborar en este «levantamiento». La caída del Ayuntamiento de Madrid sí que colocaría a la dirección popular en una deriva insostenible.

Por otra parte, están ya en «cocina» encuestas que reflejarían el empujón hacia arriba de Vox gracias a esta crisis, lo que coloca en una posición de más fuerza al partido de Santiago Abascal cuando el PP tiene que sentarse a negociar el Gobierno de Castilla y León. El veto de la cúpula popular a ese acuerdo con Vox choca, además, con la realidad del partido en esta comunidad autónoma. Alfonso Fernández Mañueco hará todo lo posible por gobernar en solitario, pero, en ningún caso, pondrá en peligro el gobierno ni someterá a los ciudadanos a una repetición electoral. La organización política en Castilla y León sabe que sus electores no les perdonarían optar por ese camino, como en su mayoría tampoco entienden el visceral rechazo de la dirección nacional a buscar acuerdos con los de Abascal. Otra cosa es que esos acuerdos se negocien en base a un programa sensato y que no traicionen las líneas rojas del PP en cuestiones claves como la igualdad, el respeto al modelo autonómico o su compromiso europeísta, explican en el PP de Castilla y León.

Pero este desencuentro de la militancia en Castilla y León con la línea oficial del partido a nivel nacional es sólo un síntoma del riesgo al que se enfrenta el PP, y del que están viendo ya las primeras señales en las baronías. La política del Gobierno de Sánchez está orientando a la derecha al votante de centroderecha, y en más de una sede autonómica están comprobando en sus estudios que en su granero hay una fuga cada vez más grande hacia Vox. «Mientras nosotros no sabemos salir de la pelea contra nosotros mismos, Abascal sigue dando pasos para convertir las próximas elecciones en un enfrentamiento entre Sánchez y él», reflexionan en la dirección del PP valenciano.

Gamarra apela a la «unidad inquebrantable»

La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, aseguró ayer que no teme que el grupo parlamentario se fracture como consecuencia de la guerra abierta en el partido: «La unidad es inquebrantable», dijo. Unas palabras que pronunció en una entrevista en RNE, en la que reconoció estar viviendo con «preocupación» la batalla que se libra en el seno del partido y que espera que se acabe «cuanto antes». Preguntada sobre si en el PP actual caben Casado y Ayuso, Gamarra remarcó que «en este PP cabe mucha gente, pero sobre todo lo que tiene que caber es la responsabilidad, la lealtad, el compromiso, la transparencia y la ejemplaridad».