Mohamed VI

Ceuta, Melilla, Argelia... los flecos de la «nueva etapa»

Pese al acuerdo alcanzado entre Sánchez y Mohamed VI, todavía quedan por concretar aspectos que afectan a las fronteras o la inmigración

Sánchez, durante el "iftar" al que le invitó Mohammed VI con la bandera al revés
Sánchez, durante el "iftar" al que le invitó Mohammed VI con la bandera al revésMoroccan Royal PalaceAgencia AP

Es un inicio”, afirmó este jueves en el Palacio Real de Rabat ante los periodistas el presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez al término de su entrevista con el rey Mohamed VI y el iftar –comida que marca la ruptura del ayuno en cada noche de Ramadán- que ambos compartieron para referirse a los primeros compases de la flamante “inédita nueva etapa” que inician los dos países. La declaración conjunta divulgada por ambas administraciones avanza una prometedora agenda bilateral en la que destacan la celebración de la XII Reunión de Alto Nivel –prevista inicialmente para diciembre de 2020-, el restablecimiento inmediato de las conexiones marítimas(primer paso para la preparación de la próxima Operación Paso del Estrecho) y la pronta apertura de las fronteras entre Ceuta y Melilla y el reino alauita.

Muchas –y de enjundia- son, con todo, las cuestiones aún por determinar y concretar en la “nueva etapa del partenariado entre España y Marruecos” –en los términos del citado documento conjunto- que estrenan los dos países vecinos. Un texto en el que no hay mención explícita al objetivo de “garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países”, según constaba en la carta enviada por Pedro Sánchez a Mohamed VI el pasado 14 de marzo (y con la que Moncloa pretendía obtener de Rabat una expresión de respeto a la soberanía de Ceuta y Melilla).

Aunque el texto de la nueva hoja de ruta bilateral anuncia en su punto tercero “la plena normalización de personas y de mercancías de manera ordenada”, incluidos “los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”, lo cierto es que no puede de ello colegirse aún que Marruecos esté reconsiderando su decisión de poner fin a las fronteras comerciales con las dos ciudades autónomas españolas. Recordemos que Rabat acabó unilateralmente con la aduana de Melilla en agosto de 2018 y con la frontera comercial de Ceuta en octubre de 2019. Desde marzo de 2020 los dos pasos permanecen cerrados para el tránsito de personas.

Las obras que se acometen en estos momentos en la frontera de Ceuta –donde se instaura la llamada frontera inteligente con cámaras de reconocimiento facial- deben concluir en el horizonte del próximo mes de junio. Unos trabajos que, como avanzaba la prensa local de la ciudad autónoma en los últimos días, no son incompatibles con la apertura de los pasos únicamente para los trabajadores transfronterizos. Aunque siguen sin avanzarse fechas, medios locales apuntan a que ello podría producirse al finalizar el próximo mes de mayo al concluir el Ramadán.

Vinculado del anterior, sigue en el aire otro tema de gran calado para el futuro de Ceuta y Melilla: la integración de las dos ciudades en el espacio Schengen. De consumarse esta propuesta, que lanzó el Gobierno al calor de la crisis migratoria de mayo pasado en Ceuta, se pondría fin a la excepcionalidad que permite a los residentes de las provincias marroquíes limítrofes –Tetuán y Nador- acceder a suelo español sin necesidad de presentar visado. Fuentes de Exteriores admitieron ayer a este periódico que la cuestión no se esgrimió en el encuentro, pero que, “paso a paso”, será abordada en los próximos tiempos. En estos momentos la sociedad pública Tragsatec elabora sendos planes estratégicos para las dos ciudades autónomas con el concurso de los agentes económicos locales que deberán presentarse definitivamente el próximo mes de junio.

Otra de las grandes cuestiones abiertas en este momento es la relación que a partir de este momento España mantendrá con la otra gran potencia del Magreb, Argelia, ofuscada con el apoyo español al plan autonómico de Marruecos. Múltiples son también los intereses españoles en el país magrebí, empezando por el hecho de que Argelia es el primer suministrador tradicional de gas natural a España. La retirada del embajador en Madrid el pasado 19 de marzo hacía presagiar una ruptura diplomática (como la que Argel llevó a cabo el pasado 24 de agosto con sus vecinos del oeste) con repercusiones directas en el suministro de gas a la Península. Por ahora el régimen argelino no parece dispuesto a pasar del incremento de los precios del gas, que, por otra parte, ya confirmaba este viernes la ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera. Según la vicepresidenta del Gobierno, la subida será “moderada” y el suministro no corre peligro.

Argel dispone además de la baza demográfica para protestar contra España. Precisamente la inmigración irregular –el gran quebradero de cabeza para las autoridades españolas- es otro de los temas que requerirá concreción y compromisos. Prometedor es el hecho de que el pasado 22 de marzo comenzaran los vuelos de repatriación de inmigrantes a Marruecos desde las islas Canarias y la voluntad de Marruecos de permitir el regreso de los menores que permanecen en Ceuta –unos 350- desde la ‘invasión’ del mes de mayo pasado.

No menos relevantes –aunque obviadas en las diferentes comunicaciones de las últimas semanas- son las implicaciones que el respaldo español al proyecto de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental tendrá para la actividad de las empresas españolas en el territorio. En los últimos meses sociedades estadounidenses e israelíes trabajan ya en el desarrollo de distintos proyectos comerciales y energéticos (empezando por la búsqueda de gas y petróleo en el territorio). Tampoco ha habido manifestación alguna por parte de las autoridades españolas sobre cómo y cuándo Rabat pretende impulsar el proceso de descentralización para el Sáhara –presentado en 2007 y sin avances concretos- y si las autoridades marroquíes pedirán consejo al Gobierno de España teniendo en cuenta que el modelo se inspira en el de las autonomías españolas.