Andalucía

El PSOE pierde el “voto útil” para frenar a Vox

Los socialistas perciben un trasvase a Moreno y temen que se refuerce a la mayoría del PP, en lugar de la de las izquierdas, para cortar el paso a Olona

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno y el secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, en el Parlamento
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno y el secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, en el ParlamentoJulio MuñozAgencia EFE

El PSOE y el Gobierno se la juegan en Andalucía. Las encuestas auguran una mayoría cómoda de la derecha, mientras el espacio de la izquierda se descompone en un clima de desmovilización. De confirmarse los vaticinios demoscópicos, se consolidaría el cambio de ciclo que arrancó en 2018, cuando un pacto de PP y Ciudadanos desalojó al todopoderoso socialismo de su bastión hegemónico. Tres años y medio después, Juanma Moreno se ha propuesto lograr la fórmula mágica: sumar más diputados que toda la izquierda para intentar dejar a Vox fuera de la ecuación de la gobernabilidad. El objetivo es llegar a 50 escaños. Desde el partido de ultraderecha se revuelven contra esta realidad y han puesto toda la carne en el asador para lograr superar el umbral de los 20 diputados y forzar así una coalición, como ocurrió en Castilla y León.

Desde el PSOE utilizan esta eventualidad, el desembarco de Macarena Olona en San Telmo, para intentar movilizar a sus huestes. «O gobierna Espadas o la candidatura Olona-Moreno», dicen. Los socialistas vuelven así a reavivar la campaña del «miedo a la ultraderecha», ahora que los de Santiago Abascal han tocado poder en una autonomía por primera vez. Sin embargo, en paralelo también comienzan a surgir dudas sobre el potencial movilizador que tiene agitar el «miedo a Vox». En el Gobierno son conscientes de que el efecto que tuvo la «foto de Colón» en los comicios del 28 de abril de 2019 ha ido perdiendo fuerza y que la entrada de la extrema derecha en el panorama político e institucional está normalizado y ya no asusta. El debate reside en modular estas advertencias de «que viene la ultraderecha» para evitar lograr el efecto contrario. Por un lado, acabar espoleando a sus votantes o que la opción refugio no sea precisamente el PSOE.

Andalucía no es una sociedad conservadora, pero la excepcionalidad del momento, tras el impacto de la guerra en Ucrania sin habernos repuesto todavía de la crisis derivada de la pandemia, hace que el votante busque seguridad. En un contexto de incertidumbre la apuesta suele ser por el continuismo. Además, Juanma Moreno ha enfocado su campaña en desideologizar el voto, con un perfil moderado y pidiendo un “apoyo prestado” al centro izquierda para lograr gobernar sin ataduras. Varios cargos socialistas apuntan a esta realidad y advierten de que el votante moderado, de centro o incluso socialista acabe considerando que el «voto útil», para excluir a Vox de la Junta, no pasa por una mayoría de izquierdas, sino por reforzar la del PP hasta lograr acercarse a la mayoría absoluta. Fuentes populares cifran el trasvase de voto del PSOE al PP en un 10 por ciento, pero lo que más preocupa en el feudo socialista es la desmovilización, que su votante no tenga incentivos para acudir a las urnas y propiciar el vuelco.

En Moncloa preocupa, además, cómo Vox está ganando terreno sistemáticamente y amenazando caladeros tradicionales de voto socialista como el de las zonas rurales. El bastión de los socialistas está ahora en el punto de mira. Andalucía no solo es trascendente por ser un feudo fundamental para la hegemonía socialista, sino por ser la región que más escaños reparte en el Congreso de los Diputados. Sus tendencias lo son también extrapolables a nivel nacional. De los 61 diputados andaluces del 10-N, el PSOE logró 25, por los 15 de los populares o los 12 de Vox. Si los socialistas pierden ahora fuerza en esta comunidad, en favor de la derecha, esto tendrá un impacto negativo en las expectativas electorales de las generales. «Las elecciones se ganan con Cataluña y Andalucía», recuerdan fuentes socialistas. Esto es, salvar a Espadas es tanto como salvar a Sánchez y, por ello, desde el Gobierno no están dispuestos a dejar nada al azar para intentar reflotar su buque insignia.

Prueba de ello es que el Consejo de Ministros entró ayer en campaña. A menos de 72 horas de que arranque oficialmente la contienda en Andalucía, el Ejecutivo anunció la aprobación de un plan estratégico de empleo dotado con 50 millones de euros. El problema del paro recorre todo el país, con una tasa de más del 13%, pero se eleva hasta el 19,5% en Andalucía, por lo que desde el Ministerio de Trabajo se ha activado un ambicioso paquete económico dirigido a «mejorar la empleabilidad y paliar el paro de largo duración, en mujeres y en jóvenes».

La candidatura de Juan Espadas no acaba de arrancar y ante la inminencia del 19-J, la dirección socialista se va a volcar para darle la vuelta a los pronósticos. El horizonte que dibujan las encuestas es adverso, porque el candidato de Sánchez en las primarias no llegaría ahora al suelo que marcó su rival interna Susana Díaz, que ganó los comicios de 2018, aunque no pudo gobernar. Cunde la preocupación por el hecho de que se consolide la percepción del «cambio de ciclo» con una nueva derrota electoral, tras Castilla y León, la Comunidad de Madrid, Galicia y País Vasco, y en un feudo tan simbólico. Por ello, ministros, cargos y el propio Sánchez se desdoblan para reactivar a un electorado durmiente.