Terrorismo
Los etarras del núcleo duro a los que el Gobierno aún no ha acercado
Entre los 43 terroristas que quedan por trasladar al País Vasco o Navarra están los asesinos de Miguel Ángel Blanco y el que ordenó el secuestro de Ortega Lara
Son 43 los presos de ETAque todavía –no por mucho tiempo– permanecen en cárceles fuera del País Vasco y Navarra, a no demasiada distancia para que sus familias no tengan que recorrer muchos kilómetros. Entre ellos, se encuentran asesinos que, por la especial relevancia de los crímenes que cometieron y los «aniversarios» que se han cumplido en estos días, o en los próximos meses, no han sido beneficiados para no irritar más, si cabe, a las víctimas del terrorismo y a la opinión pública en general.
García Gaztelu, «Txapote» e Iranchu Gallastegui, «Amaia» (Miguel Ángel Blanco); Henri Parot (cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza); Julián Achurra, «Pototo» (Ortega Lara); Alberto López, «Mobutu» (aparato Político, encargado de diseñar las campañas de atentados) y otros, permanecen en centros fuera de dichas comunidades a la espera de que las circunstancias permitan su traslado, que, según las fuentes consultadas por LA RAZÓN, no se diferirá en el tiempo.
El hecho de que todos ellos permanezcan tranquilos, sin dar los problemas del pasado, es una muestra de que conocen, porque así se lo han comunicado interlocutores autorizados, que su futuro está en centros de País Vasco y Navarra y allí... la semilibertad como paso previo a la libertad absoluta.
854 asesinatos
Dentro de la reescritura de la Transición española, anunciada por EH-Bildu y avalada por el Gobierno de Pedro Sánchez, el asunto de los presos, como parte del intento de olvido de los 854 asesinatos cometidos por la banda, la mayoría de ellos precisamente durante la Transición, es algo a resolver. ETA ya no existe, dicen los promotores de esta iniciativa. Y, si no hay presos, pues una prueba más. Lo que sí hay son víctimas, muchas, pero esas se dan por descontadas.
Los reclusos etarras, aún fuera del País Vasco y Navarra, están en 11 cárceles:Asturias (2), Burgos (1), Zaragoza (5 en dos centros), Cantabria (8), Palencia (6), León (7), Logroño (7), Madrid (3 en dos centros), Soria (2) y Salamanca (2).
El proceso de acercamiento es prácticamente irreversible. ETA, derrotada policialmente, se apunta un nuevo tanto, ya que, no se debe olvidar, el acercamiento era una de sus reivindicaciones y, por ello, fue secuestrado Ortega Lara (rescatado por la Guardia Civil) y secuestrados y asesinados el concejal Miguel Ángel Blanco y el capitán militar Alberto Martín Barrios (ETA exigía la suspensión de un juicio y la liberación de los terroristas implicados), cuyo terrible atentado parece no haber existido dentro de la estrategia de general del olvido. En el secuestro de Alberto Martín operaban tres niveles de motivación: la real, denunciar el juicio que la jurisdicción militar tenía previsto contra los asaltantes del cuartel de Berga pocos días después; la oficial, la supuesta importancia que la banda terrorista atribuye a un militar cuyo trabajo real se limitaba a los servicios farmacéuticos del Ejército, y la subyacente, poner de relieve que el grupo (ETA VIII Asamblea) seguía vivo y en activo.
Cuestión de semanas
El resto de los reclusos saben que es cuestión de semanas que, tras firmar un papel en el que ni piden perdón ni se comprometen a colaborar con la Justicia, recibirán la comunicación de sus traslados cerca de sus hogares, de los que salieron, no porque fueran perseguidos por una democracia opresora, sino para matar y destruir con el fin de convertir al País Vasco y Navarra en una República Socialista, como se encargó de recordar Bildu en una reciente comparecencia parlamentaria. Una estrategia desestabilizadora que, por otros métodos, sigue plenamente vigente.
A los antes citados, cabe sumar a Jon Bienzobas, al que en los ambientes abertzales de Bilbao llamaban «Karakulo» y que él ha abreviado en «Karaka». Entre otros crímenes, fue condenado por el asesinato en 1996, en la Universidad Autónoma de Madrid, del expresidente del Tribunal Constitucional, magistrado y profesor, Francisco Tomás y Valiente.
El Colectivo de Presos de ETA (EPPK), del que forman parte la casi totalidad de los reclusos, está férreamente controlado por Sortu, sucesor de Herri Batasuna, el partido que maneja Bildu.
23 acercamientos
Para la estrategia global del independentismo radical vasco, ha sido y es fundamental dicho control que ahora no ofrece mayores problemas. Es cierto que, de forma regular, las asociaciones del entorno emiten notas en las que recuerdan a Pedro Sánchez la necesidad de que cumpla los compromisos que posibilitaron su investidura, pero más de cara a la galería y el consumo propio, porque saben que el asunto está hecho y es cuestión de tiempo. Los 23 acercamientos en lo que va de mes son prueba de ello.
Sólo en dos casos, las distancias que tienen que recorrer los familiares de los presos supera los 400 kilómetros: los tres de Madrid: «Txapote», «Amaia» y Jaione Jáuregui; y los dos de Salamanca, Orkatz Gallastegui y Alberto Viedma.
Las mayores concentraciones de presos están en dos cárceles a apenas 170 kilómetros del País Vasco: Logroño y El Dueso (Cantabria). En esta última es donde cumple condena «Pototo». Parot está en León, donde hay otros seis etarras; Bienzobas, en Dueñas (Palencia) y «Mobutu», en Villabona (Asturias).
En todo este asunto subyace una pregunta cuya respuesta sería interesante. ¿Cuántos presos, vascos y navarros, condenados por delitos comunes, cumplen condena fuera de estas comunidades? Porque sería un terrible sarcasmo, que la fuerza delictiva de las armas y las conveniencias políticas de cada momento favorecieran a unos por pertenecer a una organización y a otros, sin ningún grupo de apoyo, no.
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