Ferrer-Dalmau
Nuevos pintores para rescatar la Historia del olvido
La Fundación Ferrer-Dalmau entrena a seis artistas en la UME en un máster único en el mundo
Dos madrileños, un catalán, una italo-española, un gijonés y un iraní. Son el batallón de Ferrer-Dalmau, los seis nuevos pintores que perpetuarán sobre el lienzo la Historia para así rescatarla del olvido.
Ataviados con sus cuadernos, a vuela pluma y en menos de treinta minutos se adentraron entre barrancos, fuegos hipnóticos o las aguas del río Tajo para retratar a la Unidad Militar de Emergencias (UME)en el campo de maniobras de los Alijares (Toledo). Allí, se entrenaban los militares en curso básico de emergencias en el rescate vertical, el traslado de heridos con camilla y paso de tirolina, en la lucha contra incendios o en El Arroyo de la Degollada donde les instruían en las formas de evadir a las aguas embravecidas, a saber salir a contra corriente, a acceder a una víctima o colocar la «línea de vida». También los estudiantes del master de la Fundación Arte e Historia Ferrer-Dalmau que imparte la universidad de Nebrija entrenaron en la toma de bocetos como retratistas de la memoria, bajo la dirección del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau.
Dejarlo todo para pintar, arrastrados por una pasión. Ese es el elemento que les une a Beatrize –licenciada en Derecho–, Vanesa –diseñadora de experiencia de usuario–, Sergio Álvarez –diseñador en desarrollo de videojuegos, Marcos –licenciado en ADE–, Alejo Segarra- licenciado en Bellas Artes, y Sasán –filólogo-.
Beatrice Eleonora, nació en Milán y a los 18 años llegó a España para estudiar derecho. Opositó a judicaturas durante un año y estudió canto lírico en el conservatorio de Milán. «Siempre me gustó el arte, escribo poesía, y siempre he pintado». Su pasión es la pintura al aire libre algo que solo practicaba durante el verano. «Me gusta la idea de pintar para la Historia porque me gusta la idea de usar el arte para servir a la verdad» y quiere inmortalizar lo que aconteció en la Iglesia porque «interfiere mucho en la historia y en España, hay mucho odio contra ella y se desconoce el bien que ha hecho».
Tras algún tiempo de trabajar diseñando videojuegos para móviles, Sergio ha dejado Gijón para seguir los pasos de Ferrer-Dalmau. «Siempre había pintado desde niño y me lancé. Pensé que ahora o nunca». Se enteró por Instagram del máster de la Fundación que dirige el pintor de batallas, a quien admira. Asegura que le gustaría pintar muchos cuadros, cualquiera de Velázquez y algo sobre la conquista de América. «Igual Pizarro o Hernán Cortés» donde, entre sus colores, no faltará el azul oscuro.
Como si de los soldados de un cuadro de Ferrer-Dalmau se tratara, no entienden de rendición. Y, al igual que los miembros de la UME que una y otra vez se expusieron al fuego y al agua, serían capaces de pintar sobre un lienzo a la media luz de unas velas.
Erik es uno de los profesores del máster. Peruano-español, «artista de base», se desarrollaba haciendo obras narrativas y contemporáneas. Fue uno de los fichajes del Augusto Ferrer-Dalmau para enseñar a los alumnos la pintura de anatomía artística humana y animal, es decir; aprender a dibujar la morfología interna y externa de la persona para que no parezcan «muñecotes sin vida». «Nos centramos en la parte volumétrica y de las proporciones», destaca. Da también clases en la Universidad de Bellas Artes de la UCM y, cuando le llamaron, preparaba una exposición. Durante once años fue el cronista gráfico de la Ruta Quetzal. Entre sus sueños está «seguir pintando, siempre». Mientras, sigue, en ocasiones, con la mirada perdida pensando en un cuadro de dos metros por dos que trata de resolver. «Parecemos, a veces, distraídos porque estamos muy atentos a otras cosas».
Durante el combate entre el papel y el carboncillo en el campo de maniobras y entrenamiento de la UME, Erik daba instrucciones a los alumnos pintores. «Les corregí temas de proporción. Que sepan encajar la figura, cuidar las distancias entre los personajes que pintan, la ambientación y la atmósfera que iba en sus dibujos».
Marcos es el más jóven del grupo, con 24 años, tiene grandes ilusiones por destacar en el mundo de la pintura y además, es un apasionado de la Historia.
Alejo Segarra es un enamorado de la pintura clásica, admirador del pintor de batallas desde hace muchos años y ha dejado su trabajo de profesor de pintura en Barcelona para especializarse en pintura histórica.
Vanesa llegó a la pintura «por inercia». Fue su pareja quien le contagió su pasión por la Historia y, tras seguir los cuadros del pintor de batallas le dejó en redes un mensaje: «Quiero ser tu discípula». Asegura que «jamás pensé que sería posible que me dedicara a algo así» y le gustaría contar, a través del lienzo y los pinceles «la defensa de la ciudad de Palencia por las mujeres palentinas».
Y en medio de la Historia siempre está la épica, en este caso, la del iraní Sasán, el más mayor del grupo, y para quien la pintura es el motor de su vida. Ha hecho un largo viaje y un gran esfuerzo para poder venir desde su país y cursar esta especialidad. Su ilusión: Pintar la historia de su país.
El arte en las miradas y las manos
Ferrer-Dalmau asegura que todos los alumnos «tienen muchísimo talento». «He puesto toda mi ilusión en ellos, saben que no es fácil pero les sobra Arte, lo veo en sus miradas y sus manos». Asegura que «sería muy egoísta y estúpido por mi parte que, todo lo aprendido estos años en desarrollar e impulsar la pintura Histórica no lo transfiriera a otros para que siguieran el camino».
Tal vez entre ellos esté el próximo Velázquez, Goya o Ferrer-Dalmau del futuro. ¿Y ya hay un favorito? Eso, lo asignará el tiempo y la Historia.
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