El personaje

Isabel Díaz Ayuso: La heroína frente al escrache

En el tiempo que lleva como presidenta ha hecho frente a todos: a la izquierda política y mediática, a los dardos de La Moncloa y a los navajazos desleales de sus anteriores socios de gobierno

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz AyusoPlatónIlustración

«De aquí al 28-M veremos cosas que nos helarán la sangre». Esta advertencia de Isabel Díaz Ayuso se está cumpliendo a rajatabla y demuestra lo que la izquierda populista y trasnochada pretende movilizar hasta las elecciones de mayo. El deleznable espectáculo de la presidenta de la Comunidad de Madrid en la Universidad Complutense sufriendo los ataques de unos energúmenos, que lamentablemente dicen ser alumnos, sería impensable en cualquier país civilizado. Pero aún con la gravedad de estos hechos, resulta más vergonzante la reacción de algunos políticos, en especial la del ministro de Universidades, Joan Subirats.

Con su coraje y valentía habituales Isabel Díaz Ayuso soportó un chaparrón de insultos tan infames como el de «asesina» a cargo de unos exaltados bien manejados por podemitas, como revela esa grotesca plataforma de mujeres bajo el lema de «libres, revolucionarias y anticapitalistas» subvencionada por el ministerio de Igualdad de Irene Montero.

Nadie sensato puede discutir que Díaz Ayuso es una alumna ilustre de la Facultad de Ciencias de la Información en la Complutense. Un foro docente en el que estudiaron conocidos periodistas de todas las esferas ideológicas, ente ellos la que aquí escribe. Recuerdo aquellas aulas plenas de libertad, pluralismo, grandes profesores y espíritu crítico dentro de un absoluto respeto. Lo que sucedió en el escrache a la presidenta madrileña es una turba de iracundos manipulados por la izquierda con espíritu revanchista, llenos de odio y rencor, alejados por completo de la esencia de una Universidad pública. Organismos que nacieron hace ochocientos años con el objeto de albergar precisamente un espíritu de reflexión crítica, formación y talento para ganarse la vida. Ayuso fue una alumna ejemplar, hecha a sí misma, que estudió una carrera con la única ayuda de su esfuerzo personal. Tal vez lo que no le perdonan esta caterva de radicales es su triunfo personal, su categoría de mujer independiente y el indiscutible éxito de haber llegado a presidenta de la Comunidad de Madrid. Habría que ver cuántos vociferantes miembros de esos frentes obreros, combativos y «anticapis» pueden presumir de una trayectoria como la suya.

Por no hablar de Elisa Lozano, estudiante de un colegio privado madrileño, galardonada por su buen expediente en la Facultad de Ciencias de la Información, que pronunció una alocución digna de una asamblea callejera, bajo una sarta de insultos a la presidenta madrileña. Si hay algo que nunca puede albergar una Universidad es la violencia, ataques feroces y una conducta salvaje.

Ninguna duda existe de que el escrache a Isabel Díaz Ayuso estaba preparado, calculado y será el preludio de otros que vendrán en los actos públicos de su campaña hasta el 28-M. La izquierda radical, alentada por el gran líder podemita Pablo Iglesias, rey del escrache violento menos cuando a él le toca, piensa movilizar la calle hasta el final. Esto lo sabe bien la presidenta madrileña, acostumbrada a recibir ataques de uno y otro bando, algunos de fuego amigo, sin que la tiemble el pulso. Es mujer rocosa, brillante dialéctica, curtida en la batalla política parlamentaria. Si esta turba de exaltados piensa que la doblegarán pinchan en hueso. Quienes bien la conocen tienen claro que Isabel se crece en la adversidad.

Es un gran activo político del Partido Popular, con enorme apoyo de los madrileños, a pesar de que muchos quieren desesperadamente la quieran combatir. En el tiempo que lleva como presidenta ha hecho frente a todos: a la izquierda política y mediática, a los dardos de La Moncloa, a los navajazos desleales de sus anteriores socios de gobierno, Ciudadanos, ahora a los incomprensibles vetos de Vox, y a sectores soterrados de su propio partido. Nadie, ni siquiera sus dos antecesoras, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, ha soportado un acoso de tal calibre. Pero Isabel Natividad Díaz Ayuso, sin ninguna causa judicial pendiente pese a los sucios intentos de algunos, lejos de achantarse actúa siempre a cara descubierta como una heroína sin tregua. Hasta el punto de que un periódico francés la definió en sus páginas como «la nueva estrella» de la derecha española. A sus enemigos les ha salido un grano duro de roer.

De casi desconocida a la política más popular en Madrid. De inexperta en la gestión a gestora de primera, con unas cifras económicas motor económico de España en actividad empresarial, comercial y cifras de empleo. Con una política fiscal que atrae inversiones, sin asfixiar al ciudadano. «Madrid no es un paraíso fiscal, sino de libertad», asegura forzada a prorrogar los presupuestos que un partido como Vox ha decidido, inexplicablemente, bloquear.

En la Asamblea de Madrid se faja con toda la bancada de la izquierda sin achantarse. Viaja con frecuencia a Cataluña y defiende el español aplaudida por las calles de Barcelona. Encajó con estoicismo los puñales de la anterior cúpula del Partido Popular y se mueve como la Margaret Thatcher de la derecha española. Acaba de cumplir cuarenta y cuatro años curtida en mil batallas. Nacida en el barrio madrileño de Chamberí, en una familia dedicada al comercio, hubo de soportar infamias contra su padre fallecido. Licenciada en Periodismo por esa Facultad –el otro día en estado lamentable– triunfó en la política madrileña desde la Universidad, algo que muchos no le perdonan. «Mi familia se arruinó con la crisis y yo he sabido salir adelante», dice la presidenta, que se define liberal y poco sectaria.

A diario recorre los barrios de Madrid, le gustan la naturaleza, los animales y proclama los valores del centro-derecha sin ningún complejo. Desde muy jovencita aprendió a ganarse la vida por sí misma y vuelve a ser la gran apuesta del Partido Popular en la Comunidad de Madrid. Pese a sus adversarios, nunca ha decaído. Sabe bien dar la cara ella sola, «aunque algunos me la quieran partir», admite la propia Isabel Díaz Ayuso frente a todo y frente a todos.