Política

Ministerio de Defensa

Cuando el «Juan Carlos I» atacó España

El buque español ejerce de “malo” en unas maniobras para proteger el espacio aéreo español por tierra, mar y Aire

Dos cazas F-18 durante la interceptación de una aeronave no identificada/Foto y vídeo: J. Fdez.-Largo
Dos cazas F-18 durante la interceptación de una aeronave no identificada/Foto y vídeo: J. Fdez.-Largolarazon

El Ejército del Aire, el de Tierra y la Armada llevan a cabo las maniobras militares "Eagle Eye"

Un buque portaaeronaves enemigo navega frente a las costas de Murcia. De repente, de su cubierta comienzan a despegar varios aviones “Harrier” con la intención de entrar en el espacio aéreo español para atacar. No muy lejos se encuentra la fragata “Álvaro de Bazán”, que rápidamente detecta la amenaza con su potente radar y da aviso a unidades aéreas y terrestres para interceptar los aviones hostiles. Los “Harrier” consiguen superarla e incluso la atacan, por lo que entran en juego los cazas F-18 que, ante la alerta, han ido a su encuentro. Aun así, logran adentrarse en territorio nacional y cargan contra uno de los radares que vigilan el espacio aéreo soberano. Rápidamente, los efectivos del Grupo Móvil de Control Aéreo (GRUMOCA) del Ejército del Aire instalan otro en Alicante. Al final, tras unos momentos tensos, se consigue frenar el ataque gracias a una batería de misiles situada en esta misma provincia.

Nada de esto es real y todo forma parte del ejercicio “Eagle Eye”, con el que el Ejército de Tierra, el del Aire y la Armada se adiestran para conseguir integrar todas sus capacidades en beneficio de la defensa del espacio aéreo español. De hecho, el portaaeronaves enemigo es el “Juan Carlos I” de la Armada. Alguien tenía que hacer de “malo”...

El portaaeronaves "Juan Carlos I"durante las maniobras "Eagle Eye", en las que hace de enemigo/ J. Fdez.-Largo

Desde el pasado día 8 y hasta el sábado, cerca de mil militares, divididos en diferentes grupos, han tenido que hacer frente a posibles amenazas que llegaban desde distintos frentes con el fin de “comprobar que la máquina está engrasada”, tal y como asegura el teniente coronel José Francisco Vaquero, del Estado Mayor de la Defensa (EMAD). “Hay 3 patas: Tierra, Armada y Aire. Y, como operación conjunta, juegan los tres”, explica.

Así, mientras dos cazas patrullan cerca de Albacete en una misión de vigilancia rutinaria, un avión no identificado entra en juego y han de interceptarlo para confirmar que no se trata de una amenaza. Cuando le alcanzan, y tras una aproximación, comprueban que se había olvidado de encender la radio, por lo que regresan a su base. En este caso, ha sido una falsa alarma.

Un "Harrier"de la Armada despega desde el "Juan Carlos I"/ J. Fdez.-Largo

Y así, día tras día para que, llegado el momento de actuar en un caso real, no dejen nada al azar. “Se les van poniendo diferentes pruebas, y se va jugando con ellos para ver como reaccionan. No saben lo que va a ocurrir”, asegura el teniente coronel Fernando Bueno, de la sección de planes del Mando de Defensa y Operaciones Aéreas (MDOA). Además, explica que todas las actividades y movimientos se realizan “en idioma OTAN”, esto es, con los procedimientos de la Alianza con el fin de adiestrarse para, si fuese necesario, poder entenderse y trabajar junto a fuerzas aliadas. Y es que, la OTAN es la encargada, entre otros cometidos, de la vigilancia del espacio aéreo aliado y desde Torrejón de Ardoz (Madrid) se controla el cielo del sur de Europa.

Entre tantos frentes abiertos, otros dos cazas llegan a la base aérea de San Javier (Murcia). Regresan de una misión “scramble”, que en el argot militar significa que, ante la detección de una aeronave no identificada, han de salir inmediatamente para interceptarla y hacerle frente. En este caso, la alerta partía desde la fragata “Álvaro de Bazán”. “La integración de Aire, Tierra y Armada es lo más demandante de este ejercicio”, explica el teniente Sergio Torán nada más bajarse del avión. Y pone como ejemplo el hecho de que, en esta ocasión, el control aéreo lo lleve a cabo una fragata. Al mismo tiempo, añade que, además de para estas misiones de vigilancia permanente del cielo español, también les sirve de entrenamiento para su despliegue, el próximo verano, en la Policía Aérea del Báltico de la OTAN. Tanto él como sus compañeros resaltan la importancia de “esa coordinación”, que es “clave para estar siempre preparados para lo que pueda pasar”.

Puente de mando del "Juan Carlos I"/ J. Fdez.-Largo

En esta coordinación se entrenan tres veces al año en diferentes puntos de la geografía española, centrándose principalmente en misiones defensivas con respuesta inmediata a incursiones y movimiento de aeronaves no identificadas. Y para ello son clave las capacidades de los diferentes actores, como los radares de los Escuadrones de Vigilancia Aérea (EVA), repartidos por todo el territorio nacional; los sistemas de vigilancia de las fragata, capaces de detectar una amenaza a 500 kilómetros; sus sofisticados sistemas de armas o la precisión de los misiles “Hawk” de Artillería Antiaérea.

De esta forma, garantizan que el espacio aéreo español, por el que transitan más de 10.000 aeronaves al día, esté protegido 24 horas al día, los 365 días del año. Una de las misiones permanentes de las Fuerzas Armadas en territorio nacional, al igual que la vigilancia de las aguas soberanas.

Un helicóptero "Sea King"de la Flotilla de la Armada/ J. Fdez.-Largo