Relevo en el PP

El ganador: El eterno joven que sí era mayor

Aguirre, Aznar y Rajoy han sido sus padres políticos. Con 37 años se ha convertido en un líder sin corrupción que quiere recuperar las esencias liberales del partido.

Pablo Casado telefoneó ayer al Rey Felipe VI para ponerse a su servicio tras su elección como presidente nacional del PP. Foto: Alberto R. Roldán
Pablo Casado telefoneó ayer al Rey Felipe VI para ponerse a su servicio tras su elección como presidente nacional del PP. Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Aguirre, Aznar y Rajoy han sido sus padres políticos. Con 37 años se ha convertido en un líder sin corrupción que quiere recuperar las esencias liberales del partido.

Pablo Casado es el primer líder del PP nacido en democracia, concretamente tres años después de la Constitución de 1978. Un dato que le ubica dentro del marco mental de la regeneración, ese salvavidas al que el partido se ha agarrado con un proceso de «primarias» inédito y que le ha llevado a enfrentarse a la eterna guardiana del «aparato» (María Dolores de Cospedal) y a la mujer más poderosa de España desde Isabel II (Soraya Sáenz de Santamaría). Las razones de su victoria se pueden explicar a partir de su meteórica carrera, marcada por la lista de padres políticos que acumula (Esperanza Aguirre, José María Aznar y Mariano Rajoy) y por su capacidad de navegar entre las dos almas de la formación. Es decir, diplomacia interna con colmillo, renovación con retorno a los orígenes y, sobre todo, un líder «limpio» que no arrastra la pesada losa de la corrupción.

Católico, casado con una psicóloga de Alicante –Isabel Torres– y padre de dos hijos, Pablo Casado apuesta desacomplejadamente por recuperar las esencias liberales del partido en el terreno económico –bajada del impuesto de Sociedades o impulso de la «cuarta revolución industrial» en un claro retorno al «aznarismo»–, y tira de conservadurismo en el plano social, con apoyo expreso a la familia y a la natalidad.

Su referente intelectual es el filósofo, jurista y economista de la Escuela Austríaca, Friedrich Hayek, cuyos postulados defienden el no intervencionismo del Estado y la «libertad del individuo», un concepto que ayer repitió Casado en el discurso que levantó de sus butacas a todo el PP. «Cuanto más planifica el Estado, más complicada se le hace al individuo su propia planificación», decía Hayek, una idea que podría centrar el programa del nuevo líder popular.

De padre médico y madre profesora universitaria, Casado se afilió al PP en 2003, un año antes de que José María Aznar perdiera el Gobierno frente a José Luis Rodríguez Zapatero. La travesía en el desierto de los populares a nivel nacional le pilló en la influyente Asamblea de Madrid, donde entró como asesor externo del vicepresidente segundo de la comunidad, Alfredo Prada. Aquí es cuando emerge su primera gran mentora política: Esperanza Aguirre. En 2007 y tras cumplir con la promesa de terminar sus estudios de Derecho, Aguirre le incluyó en las listas para el parlamento autonómico, donde se bregó como diputado.

Ya como presidente de las Nuevas Generaciones de Madrid (2005-2013), en 2009 llamó la atención de Mariano Rajoy y José María Aznar con su discurso en el Congreso Regional del PP madrileño, ante una orgullosa Esperanza Aguirre. Los tres pesos pesados del PP escucharon la fluida oratoria de un político joven y duro, capaz de decir en tiempos de Zapatero que «los jóvenes no son de izquierdas, sino del PP y aún no lo saben» y de posicionarse en contra del aborto y la eutanasia.

Llega aquí el segundo punto de inflexión en el camino de Casado: José María Aznar. Entre 2009 y 2012 el presidente del Gobierno lo reclutó como jefe de gabinete en la fundación FAES. También ejerció de padrino, prometiéndole un puesto alto en las listas de 2011 para que lograra entrar en el Congreso. Muy cercano ideológicamente a Aznar, en esa época cultivó el ideario que ahora ha puesto en práctica: el centroderecha debe ser moderado, reformista, liberal y nacional.

El tercer alto en la carrera de Pablo Casado se produce precisamente en el Congreso, donde logró un escaño por Ávila en 2011, que luego revalidó en 2015 y 2016, convirtiéndose en el diputado más votado de España. Su brillante oratoria y su imagen de dirigente joven y moderado le llevaron a representar al PP en las tertulias frente a líderes de su misma generación como Pablo Iglesias o Albert Rivera.

En 2015 y con el PP en la UVI por los casos de corrupción que acechaban al partido, Rajoy impulsó su principal y última renovación al situar a jóvenes dirigentes en vicesecretarías clave. Pablo Casado, al frente de la cartera de Comunicación, fue uno de los escogidos junto a otros nuevos rostros como Andrea Levy (Estudios y Programas), Fernando Martínez-Maíllo (Organización) o Javier Maroto (Sectorial). Un puesto que le llevó a tener que «dar la cara» por los principales casos de corrupción asociados al partido y a ofrecer explicaciones sobre dirigentes que él ni conocía, como acostumbraba a remarcar públicamente.

Ligeramente alejado de Aznar desde la ascendencia de Mariano Rajoy en su carrera política, Pablo Casado nunca ha renegado de sus mentores, al contrario. El candidato de las bases y la regeneración es ahora un presidente liberal, que apuesta abiertamente por un giro a la derecha y por la mano dura frente al independentismo, el principal problema que afronta la España de este tiempo.