Tras la investidura

Feijóo organiza todo su poder institucional, en Europa y en la calle contra Sánchez

Génova tirará del Congreso, de la mayoría en el Senado y de sus gobiernos autonómicos y locales para cercar la alianza del PSOE con Puigdemont

La sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóó de esta semana, fallida, salvo sorpresa, es la base desde la que Génova se dispone a utilizar todo el músculo que le concedieron las urnas del 23J para hacer frente a la amnistía. Con la ayuda de la movilización de la militancia por parte de las principales estructuras territoriales del partido, el PP superó ayer con éxito un acto que había generado confusión y polémica por el contexto en el que se celebra, en vísperas de que el candidato designado por el Rey comparezca ante el Congreso para presentar su programa de gobierno y pedir el apoyo a su investidura. El confuso acto acabó siendo un gran mitin al aire libre, sostenido en unas bases hipermovilizadas, y fue también el anticipo de la dura línea estratégica de confrontación con la negociación del PSOE con los independentistas que va a seguir la dirección del PP en cuanto el próximo viernes la presidenta del Congreso, Francina Armengol, comunique al Rey el resultado de la votación en la Cámara Baja.

Moncloa ha llamado a rebato a todos sus instrumentos mediáticos porque en el círculo más cercano al presidente en funciones son conscientes de que el PP tiene hoy unas fortalezas que pueden complicarles mucho no sólo el proceso de negociación, sino también esa nueva legislatura que dicen que ya tienen asegurada gracias al «sí» del expresidente de la Generalitat, el prófugo Carles Puigdemont.

Los socios, y Puigdemont también son conscientes de que más allá de lo que hoy puedan conseguir de Sánchez para blindar su investidura, el PP tiene la capacidad de veto, con el apoyo de Vox, para todas las decisiones que exijan una mayoría reforzada, entre ellas la reforma de la Constitución. La mayoría absoluta del PP en el Senado le supone poder de veto de las reformas estatutarias, el control del techo de gasto, condición necesaria para los Presupuestos Generales del Estado, y la posibilidad de convertir la Cámara Alta en un martirio constante para Sánchez y sus socios, manejando los tiempos del control al Gobierno y hasta de la constitución de comisiones de investigación.

Pero antes de llegar ahí Feijóo se dispone a movilizar todos los resortes de su poder autonómico y municipal, y de su militancia, además de al Partido Popular Europeo, para hacer frente a la negociación de Sanchez con Puigdemont y los independentistas. El argumento es que lo que está en juego no es una investidura, sino el futuro del régimen constitucional alumbrado en 1978.

Algunos de los barones que ayer se desplazaron a Madrid para arropar a Feijóo advertían estos días de atrás «sotto voce» que el acto era precipitado, y que debía haberse esperado a que pasara la investidura y se viera en qué quedaba la negociación de Moncloa con Puigdemont.

Pero, aún con esas dudas, lo dieron todo para mover y desplazar a sus militantes para llenar la Plaza de Felipe II, y esos esfuerzos los redoblarán para las movilizaciones, ya sí las llamarán así, sin eufemismos, a las que se adhiera, o promueva, el PP para enfrentar a Sánchez a una mayoría social que creen que se opone al borrón y cuenta para el soberanismo, después de los sucesos que se vivieron en el Parlamento catalán y que concluyeron en una declaración unilateral de independencia.

«Si hay Gobierno de Sánchez con Puigdemont, ésta no puede ser vista como una legislatura ordinaria porque estamos en una crisis que amenaza los logros de la Transición: no podemos permitir que la minoría independentista imponga una política de exclusión frente al consenso y la política de participación sobre la que se ha construido la democracia», sostenía ayer tarde un alto miembro del actual Comité de Dirección.

Feijóo tiene que gestionar con prudencia sus movimientos en la calle, donde la izquierda siempre ha dado muestras de moverse con soltura, aunque ahora califiquen de «golpismo» la protesta ciudadana que en otros momentos ellos han capitalizado y agitado. Pero el líder popular también tiene ante sí el desafío de decidir cuál es su estrategia definitiva en relación a Vox. Las primeras señales tras el 23J están sometidas a las interferencias de la votación de la investidura de Feijóo, en la que el PP necesita que Vox no se atreva a cometer la astracanada de no darles sus apoyos.

Pero a partir de ahí, el presidente del PP tiene que decidir si atiende las presiones de algunos de sus satélites externos de Madrid, o, por el contrario, sigue el criterio de la mayoría de los dirigentes periféricos, y que creen que el 23J no se cumplieron las expectativas electorales por ser demasiado cobardes con Vox y que es ahora el momento de lanzarse a devorar a este partido desde la confrontación y sin practicar la asimilación ideológica que ha seguido el PSOE con Podemos.

El próximo 8 de octubre Feijóo estará en la manifestación contra la amnistía convocada en Barcelona. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, fue la primera en confirmar su participación. Feijóo no lo ha hecho por respeto a su condición de candidato a la investidura, dicen en Génova, «pero estará allí y en todas las movilizaciones por la igualdad y en favor de la Constitución».