Visita institucional

Opinión

Petro se empeña en insultarnos incluso cuando nos visita, algo inaudito

El presidente de Colombia, Gustavo Petro (c-i), ha llegado este martes a Madrid en su primera visita de Estado a España, con el objetivo de robustecer las relaciones bilaterales en lo económico y comercial, pero también tratar el proceso impulsado en el país latinoamericano para conseguir lo que el mandatario colombiano denomina la paz total. En la imagen, Petro llega al Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez acompañado de su mujer, Verónica Alcocer (c).
El presidente de Colombia, Gustavo Petro (c-i), ha llegado este martes a Madrid en su primera visita de Estado a España, con el objetivo de robustecer las relaciones bilaterales en lo económico y comercial, pero también tratar el proceso impulsado en el país latinoamericano para conseguir lo que el mandatario colombiano denomina la paz total. En la imagen, Petro llega al Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez acompañado de su mujer, Verónica Alcocer (c). Presidencia ColombiaAgencia EFE

El señor Gustavo Petro, presidente de la hermana República de Colombia, está en España y es bienvenido, como cualquier colombiano de bien que llega a nuestro país. El problema con este hombre es que se empeña en insultarnos incluso cuando nos visita, algo inaudito en quien debería tener un mínimo de decoro para con quien le hace honores. Antes de partir de Bogotá rumbo a Madrid, se excedió en su soflama acusándonos de esclavistas e instando a sus paisanos a «liberarse del yugo español», representado por una suerte de «príncipes, condes y duques» que según él estarían aún gobernando la madre patria. La realidad es que Petro es un farsante. Sabe perfectamente que aquí hace siglos que dejó de mandar la aristocracia y que quienes toman las decisiones hoy son sus amigos del PSOE, Podemos, Esquerra y Bildu. Pero claro, no va a desaprovechar la ocasión de denigrar a España pese a que España le ha otorgado nada menos que la Orden de Isabel la Católica. Curiosamente, la misma Reina descubridora de América cuya estatua en Bogotá fue derribada con el aplauso de este personaje amigo íntimo de Iglesias y Monedero, Zapatero y Sánchez, y sobre todo de George Soros. El tenebroso magnate americano, involucrado en todo tipo de tramas conspirativas, entre ellas la de la independencia de Cataluña, es tan amigo de Petro como de Sánchez. Ambos deben gratitud a Soros. Ambos se han reunido con él y con su hijo Alexander, visitador áulico de la Casa Blanca y conseguidor de favores ante el presidente USA. Por algo fue Soros a quien el jefe del Ejecutivo español recibió en su despacho antes que a nadie tras la moción a Rajoy. Mecenas de Obama y Biden, primer financiador de los demócratas americanos y de los postulados LGTBi, la ideología de género, pro-aborto, pro-eutanasia, anti-religión, pro-globalismo, pro-agenda 2030 y pro-gobierno mundial único, a través de su fundación Open Society ha regado Soros de parabienes a Petro para que insertara en su discurso todo aquello que igualmente defienden Podemos y el PSOE en España. Curiosas coincidencias.

Petro ha sido y es un enemigo declarado de nuestro país. Elogió al secesionismo catalán asistiendo como observador pagado por la Generalitat al falso referéndum del 1-O, excediéndose entonces en su soflama indepe, calificando a España de dictadura y auspiciando nuestra desintegración como nación. Es amigo íntimo de Xavier Vendrell, ex conseller de la Generalitat procesado como presunto cerebro instigador del Tsunami Democràtic que embarró las calles de Barcelona con el triste balance de decenas de detenidos, numerosos heridos, mobiliario urbano destrozado y centenares de contenedores quemados. A Vendrell le ha dado Petro la nacionalidad colombiana y rango diplomático, no vaya a ser que la Justicia española acabe deteniéndole y tenga que huir como Puigdemont. Vendrell fue en su día miembro de la terrorista Terra Lliure. Igual que Petro de la narcoguerrilla del M-19, autora del asalto al Palacio de Justicia de Bogotá para robar los expedientes de Pablo Escobar y evitar así la extradición de éste a Estados Unidos. Aquel asalto se saldó con un centenar de muertos, que habría que sumar a los secuestros, crímenes y violaciones cometidas por el M19 durante su etapa de «lucha armada». Petro es algo así como Otegi, dijo bien ayer Abascal para definir al actual presidente colombiano. Si se hubiera arrepentido de alguno de sus actos podría ser encomiable, pero como en el caso del exetarra, ni lo ha hecho ni lo piensa hacer. Todo lo contrario. Se jacta de su pasado y no esconde su intención de convertir Colombia en una nueva Venezuela, comunista y bolivariana. El problema es que no tiene mayoría absoluta para encarar su viaje al paraíso castrista. Los socios que le auparon ya le han abandonado. No ha tenido más remedio que promover una purga de ministros, al más puro estilo staliniano. Y es que al final la historia siempre se repite.