
El presidente, bajo interrogatorio
El PSOE no puede garantizar que no tuviera una «caja B»
Los socialistas creen firmemente que el partido no se financió irregularmente, pero el «caso Cerdán» impide disipar la duda

El PSOE es un partido en espera. Los socialistas se mostraron eufóricos tras la comparecencia de Pedro Sánchez en el Senado en la que, con más evasivas que respuestas, el presidente del Gobierno esquivó las preguntas sobre sus vínculos con la trama del «caso Cerdán». El líder socialista volvió a reiterar que su partido no se ha financiado ilegalmente. Pero el Tribunal Supremo echó ayer «un jarro de agua fría», en palabras de un dirigente socialista.
El Alto Tribunal cree que los pagos en metálico del PSOE a su cúpula en concepto de liquidación de gastos pudieron propiciar el blanqueo de fondos de actividad ilícita y, por eso, los mandó a la Audiencia Nacional. El juez Leopoldo Puente considera que debe comprobarse si se compensaban los gastos de José Luis Ábalos y de Santos Cerdán –ex secretarios de Organización– para blanquear su procedencia.
Lo cierto es que los socialistas consultados creen firmemente que el partido no se financió irregularmente, pero el caso que les trae de cabeza les impide disipar la duda. Ninguno de ellos, cuando se le pregunta, puede garantizar que no terminará aflorando una vía opaca de financiación que mate políticamente la etapa de Sánchez al frente del partido y del Gobierno.
Aunque buena parte de los cargos consultados admiten que la dirección del partido, en caso de que llegara a demostrarse que existió financiación ilegal, tiene ya el relato preparado: la culpa será de Ábalos y de Cerdán. «Se les ha hecho tal campaña de difamación, que es fácil señalarles como los culpables de todo», cuenta uno de ellos. En público, fue el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, quien salió en defensa de Sánchez: «Salió reforzado, exitoso y más que airoso», dijo. El relato oficial del partido es que hay un enjambre de togas dispuesto a buscar en la nada para derribar a al presidente.
El portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, fue el encargado de responder si el PSOE considera que la decisión del Supremo es una coincidencia o una reacción política a la comparecencia del presidente. Y su respuesta dejó entreabierta la puerta del relato de lawfare. «Parece que el Partido Socialista vive permanentemente en el mundo de las coincidencias judiciales», dijo.
Precisamente, Sánchez volvió el jueves a cargar en el Senado contra parte de la judicatura, contra esa «minoría minoritaria que hace política», en referencia a los togados que investigan a su mujer, a su hermano y al Fiscal General del Estado. Hace tiempo que en el Ejecutivo no se cortan a la hora de criticar al Poder Judicial. Las intromisiones desde Moncloa a la labor de los jueces desde que estallaron los casos que tienen al presidente y a su partido acorralados, han sido una constante.
Moncloa juega una partida de ajedrez con la Justicia. El entorno del presidente admite que busca el choque porque los distintos poderes tienen legitimidad para criticarse. «Lo que no puede ser es que siempre sea en el mismo sentido», explica un colaborador del presidente. Todos en Ferraz esperan el desenlace de los acontecimientos. Aunque en la cocina de la organización se ha colado el aroma de ciclo. Un socialista recuerda que todos los movimientos del último congreso federal se hicieron para que el «sanchismo» controle la transición política del liderazgo del jefe. Nadie sabe cómo terminará este episodio. Pero, según pasan los días, crece la inquietud como nunca antes.
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