Pactos

PSOE y PP, ante una semana clave para los pactos de investidura

La votación de la presidencia del Congreso el próximo día 17 será determinante para el porvenir de la elección del presidente del Gobierno

Cara a cara Electoral en Atresmedia entre Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez.
Cara a cara Electoral en Atresmedia entre Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez.Alberto R.RoldánLa Razón

La política española entrará la próxima semana en la antesala de la primera gran cita de la nueva legislatura: la constitución de las Cortes (Congreso y Senado), prevista para el 17 de agosto. En el Senado, el PP tiene mayoría absoluta, por lo que todo está resuelto, pero en el Congreso los resultados son muy ajustados y eso mantiene la incertidumbre sobre cómo puede quedar la configuración de la Mesa, el órgano que dirige la Cámara Baja y cuyo presidente tiene la potestad para convocar la sesión de investidura.

Esa facultad se antoja muy importante teniendo en cuenta que, si el PP logra la presidencia del Congreso, Alberto Núñez Feijóo podrá consumar de inmediato su plan de presentarse a la investidura si es propuesto por el Rey Felipe VI tras la ronda de consultas. Los tiempos son importantes porque cuanto antes se activen, mayor presión tendrán todos los partidos para darle una salida a la previsible situación de bloqueo a la que está abocada España ante la falta de apoyos que tienen ahora mismo Feijóo y Pedro Sánchez para alcanzar la presidencia del Gobierno si no hay acuerdo entre ellos. Si hay un intento de investidura fallido, se activará la cuenta atrás de dos meses.

Feijóo venció en las elecciones y el PP, sobre el papel, tiene ahora mismo más apoyos que el PSOE para hacerse con la presidencia del Congreso. Los populares lograron 137 diputados, que se suman a los 33 de Vox y al de UPN. La diputada de Coalición Canarias Cristina Valido será determinante y todo apunta a que parece más cercana al PP que al PSOE ya que en las islas gobiernan juntos. Es decir, los de Feijóo tendrían 172 apoyos, mientras que los de Pedro Sánchez se quedarían en 171.

En este sentido, cabe recordar que el sistema de elección del presidente del Congreso es distinto a la elección del presidente del Gobierno y, por tanto, el PP lo puede tener más de cara para lograr la Cámara Baja. Para la elección del presidente del Congreso, cada diputado escribe sólo un nombre en una papeleta y resulta elegido el que obtenga el voto de la mayoría absoluta. Si ninguno la obtuviera, se repetirá la elección entre los dos que hayan alcanzado el mayor número de apoyos. Si los siete parlamentarios de JxCat evitan escribir en una papeleta el nombre del candidato del PP y el del PSOE, quedaría allanado el camino a los populares.

Después de esa primera votación, se producen otras dos para escoger a los cuatro vicepresidentes y a los cuatro secretarios: también serán muy importantes porque decantarán la balanza hacia una mayoría de izquierdas o de derechas y eso luego condicionará la actividad legislativa (a la hora de tramitar leyes, ya que hay mecanismos para acelerarlas o frenarlas).

De esta manera, la cita del 17 de agosto se antoja muy importante para la investidura tanto porque puede marcar los tiempos como porque puede dar señales de cuál puede ser el desenlace. Ahora mismo, parece complicado que, a once días, PSOE y JxCat puedan alcanzar un acuerdo porque los posconvergentes continúan en posiciones de máximos y tampoco va a ser sencillo que salgan de ahí por el precedente más inmediato: JxCat salió del Govern pese a todo lo que ello conllevó para el partido en cuanto a pérdida de poder.

Los posconvergentes nadan entre dos aguas: entre la vía moderada y la radical. El sector más moderado apuesta por empezar a hacer política, salir del ostracismo y ser influyente en Madrid: cabe recordar que en la Diputación de Barcelona dos diputados de JxCat de ese sector (y procedentes del PDeCat) rompieron la disciplina de voto y dieron la presidencia al PSC. En este sentido, se hace difícil que pueda reproducirse ese escenario en el Congreso porque casi todos los diputados del grupo parlamentario son muy cercanos a Carles Puigdemont y no se atisba ningún cambio de rumbo con respecto a la anterior legislatura. De hecho, la campaña electoral de las generales ha diferido mucho de la de las municipales: el 28M se vio a un Xavier Trias protagonista, muy alejado de las estridencias, sin dejar que las voces más radicales de su partido distorsionaran su mensaje. En cambio, en la campaña del 23J, apenas han aparecido las voces más moderadas de JxCat (tan solo Artur Mas intervino puntualmente en una ocasión para pedir, precisamente, regresar al camino de las negociaciones en Madrid para conseguir cosas). Es decir, el sector más duro, liderado por el expresident, controla el grupo en el Congreso y parece muy difícil que se mueva de las exigencias de referéndum y amnistía.

La pelota está en el tejado de JxCat, que también tiene la presión de ERC: los republicanos dejaron atrás ya los maximalismos y ya hablan de ser «exigentes, pero razonables». Esto también se traduce en que los de Pere Aragonès van más allá y también ponen encima de la mesa cuestiones más accesibles para el Gobierno, como el traspaso de Cercanías o mejoras en los recursos (corrección del déficit fiscal).

Bildu es el partido que más claro ha sido y parece que menos dificultades va a poner al PSOE para la investidura de Sánchez, mientras que el PNV exige culminar los traspasos de competencias, ya que el Gobierno socialista ha incumplido el calendario.

Coalición Canaria sí pone precio al apoyo de su única diputada en el Congreso y exige el cumplimiento del régimen económico y fiscal de Canarias, el respeto a su estatuto de autonomía, la participación en la gestión de los aeropuertos y una consignación presupuestaria anual para la reconstrucción de La Palma.

Finalmente, el diputado del BNG (muy crítico en la pasada legislatura con Sánchez, ya que permitió su investidura pero ha apoyado muy poco sus iniciativas legislativas) reclama 2.000 millones de euros para Galicia y la titularidad de la AP-9.