Política

Tribunal Constitucional

La ruptura de ERC y JxCat deja al independentismo sin mayoría

Esquerra no cede ante los neoconvergentes y sus diputados procesados se quedan sin votar

El presidente del parlamento catalán Roger Torrent. Foto: Efe / Quique García
El presidente del parlamento catalán Roger Torrent. Foto: Efe / Quique Garcíalarazon

Esquerra no cede ante los neoconvergentes y sus diputados procesados se quedan sin votar.

La fractura entre JxCat y ERC se ha convertido en irreparable. Los dos partidos independentistas escenificaron ayer en el Parlament un encontronazo de dimensiones inéditas, que dejó al separatismo sin la mayoría parlamentaria obtenida el 21-D y la derrota en votaciones de gran calado: no obtuvieron los votos suficientes para aprobar la reprobación del Rey Felipe VI ni obtuvo luz verde una iniciativa a favor del derecho de Cataluña a la autodeterminación. En cambio, sí que prosperó una propuesta de resolución para negociar un referéndum pactado con el Estado sin fijar plazos.

Tras las escenas de tensión del jueves y el compromiso del viernes que sellaron Quim Torra y Pere Aragonès por la unidad del Govern, parecía que el independentismo podía reconducir sus desavenencias hasta la sentencia del «procés». Sin embargo, el informe de los letrados del Parlament, contrario a la fórmula que pretendía emplear JxCat para sustituir a sus diputados procesados por rebelión, se cruzó por medio a última hora del lunes y ha dejado en agua de borrajas cualquier intento de reconciliación. Los neoconvergentes rechazaron corregir los escritos de sus cuatro parlamentarios afectados –Carles Puigdemont, Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sánchez–, que han optado por delegar su voto en lugar de aceptar la sustitución, como dicta el auto del juez Llarena y así aconsejaron los servicios jurídicos de la cámara catalana.

JxCat, que se ha abonado a la gesticulación con el horizonte puesto en unas nuevas elecciones y en el nuevo partido que pretenden impulsar Quim Torra y Carles Puigdemont bajo las siglas de Crida Nacional per la República, rechazó ajustarse a la legalidad para simular un desacato a Llarena y no adaptó sus escritos. Es más, tras la reunión de la Mesa del Parlament celebrada pocas horas antes de la reanudación del Debate de Política General en la que se certificaba que los cuatro diputados de JxCat no iban a poder votar si no designaban a un sustituto, los neoconvergentes distribuyeron una carta desde prisión manuscrita por Josep Rull y suscrita por Puigdemont, Turull y Sánchez en la que mantenían su postura y asumían que no se contabilizaran sus votos, aunque dirigían un dardo velado a ERC. «Consideramos que la delegación del voto sólo puede ser rechazada desde una argumentación supeditada a posibles coerciones de un órgano ajeno al poder legislativo», rezaba la misiva, acusando así a los republicanos de plegarse a la voluntad del Tribunal Supremo y avanzaban que no tienen previsto recular: «Estamos convencidos de que la mayoría de 61 escaños permitirá mantener al actual Govern».

Desde el Govern, la portavoz, Elsa Artadi, se puso de perfil y quitó hierro a este nuevo desencuentro. A su parecer, las discrepancias entre los grupos parlamentarios no redundarán sobre la estabilidad del Ejecutivo. Si bien, lo cierto es que Torra, disgustado tras los abucheos de los CDR durante la conmemoración del 1-O, parece haber dado por amortizada la legislatura ante las dificultades para impulsar iniciativas en un contexto de «excepcionalidad» y va a tratar de aguantar hasta la sentencia a los dirigentes del «procés».

No tanto así ERC, que apuesta por gobernar para ampliar la base independentista –así lo demuestra algunos logros obtenidos, como una inversión del Estado por valor de 1.500 millones de euros para Cataluña– y ayer volvió a exhibir su censura al maximalismo de JxCat y no cedió a sus aspavientos. En este sentido, el presidente del Parlament, Roger Torrent, se podría haber visto comprometido judicialmente si hubiera dado luz verde a la delegación de voto de los neoconvergentes y, en alianza con el PSC, consiguió rechazarlo. En la reunión de la Mesa, los dos miembros de Esquerra, junto al del PSC, votaron en contra.

Pero la prueba de que en las filas republicanas empieza a cundir una profunda irritación por la campaña de desgaste maquinada por JxCat fue el mensaje que publicó el portavoz en el Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Coronas, a través de las redes sociales: «Puigdemont, o aceptas la fórmula que permite que tu voto sea efectivo o vuelve para hacerlo personalmente. Deja de pedir a los otros lo que tu no estás dispuesto a hacer». También el líder, Oriol Junqueras, pidió a JxCat remitirse al acuerdo aprobado por el pleno del 2 de octubre para que los diputados no pierdan su acta y se pueda «preservar la mayoría separatista». Esquerra, asimismo, tampoco puede contabilizar el voto de Toni Comín, que está a la espera de que se resuelva un recurso.

En todo caso, este desencuentro dejó escenas inéditas en el Parlament. La primera de ellas estuvo relacionada con la propuesta de resolución que impulsó la CUP sobre la autodeterminación de Cataluña, que fue rechazada con un empate a 65 escaños –votaron a favor ERC (31), JxCat (30) y la CUP (4)–. La diputada de los anticapitalistas, Maria Sirvent, se levantó de su escaño y afirmó que esa votación había sido «legitímamente» aprobada. Tampoco pudo prosperar, por idéntico resultado, la reprobación al Rey Felipe VI por su «posicionamiento contra las instituciones catalanas» en su discurso del día 3-O. Sí que obtuvo luz verde, gracias al apoyo de ERC, JxCat y los «comunes», la iniciativa que insta al Govern a negociar un referéndum «vinculante» con el Estado sin fijar plazos.

La oposición reprochó unánimemente el nuevo desencuentro independentista. El portavoz de Cs, Carlos Carrizosa, advirtió que recurrirá al Tribunal Constitucional los votos de Junqueras y Romeva (ERC) y afirmó que el «Debate de Política General, si tiene algún sentido, es para poner de manifiesto que ustedes asuman su derrota y empiecen a gestionarla. No han sabido llegar al final del camino unidos». Por su parte, el diputado del PP, Santi Rodríguez, pidió la dimisión de Torra después de que el TSJC considerara presunto delito de odio que tildara de «bestias» a los españoles en uno de sus artículos y concluyó su intervención con un «Viva el Rey», en respuesta al intento fallido reprobación. Finalmente, la portavoz del PSC, Eva Granados, definió a Torra como el «presidente de los ultimátums que está en las últimas».