Gente
Tamarita Falcó ya es señora marquesa
Todos llevan una parte del marqués, aunque en Tamara parece estar presente para siempre
De simplemente Tamara Falcó a marquesa de Griñón. No es mal cambio aunque era lo esperado. Ese título lo popularizó su madre, Isabel Preysler. La socialité de origen filipino lo convirtió en ejemplo, santo y seña de clase y estilo. Le dio un sello personal e intransferible que ya no existe –¡ay!– en la durante muchos siglos clasista aristocracia española.
Cayetana de Alba, tan impenetrable y al tiempo tan divertida, sencilla, abierta y rompedora, fue su último gran ejemplo como símbolo de autenticidad y sabia mixtura. La duquesa de Alba aunó refinamiento y casticismo. Isabel II fue su mayor ejemplo tan adelantada siempre a lo que estaba por venir. Sobra decir que fue modélica, afortunadamente, y personalísima. Rompió moldes, a saber. Así la inmortalizó despiadado y cachazudo Ramón María del Valle-Inclán en ‘Farsa y licencia de la reina castiza’. Un demoledor pero chispeante y exacto retrato de época, la Corte y el ambiente palaciego.
Las cosas no han cambiado tanto, incluso ante la bien vendida, pero tan solo aparente, sencillez de Letizia. El marco y las exigencias, también el miedo al qué dirán, modifican posturas e intenciones por buenas que sean. El clima oprime y puede con todo.
De Tamarita a Excelentísima Señora, ahí es nada. Ojalá siga hasta ahora haciendo gala de su inocencia. Esperemos que no se lo crea y continúe tan sencilla y cercana como siempre. Es su mayor valor. Algo que la hace única y especial. Hace ahora un año vino a la peña periodística Cuarto Poder que con tanto orgullo presido. Nos reúne familiarmente pero con posturas y diferencias lógicas en Casa Lucio, y Tamara-Tamarita conquistó incluso a los más reacios a rendírsele. Es imposible no hacerlo cuando se la conoce. Embauca.
La ahora señora marquesa motiva curiosidad, expectación, reticencias y hasta miedos que parecen infundados. El tiempo tiene la última palabra y definirá el ser o no ser. La ya señora marquesa nunca dejará de ser Tamarita, o tal confío. Nadie como ella merecía ese título familiar. No digo que sus hermanos no, pero ella fue quien más unida estuvo a él. Todos llevan una parte del marqués. Aunque en Tamara parece estar presente para siempre.
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