Debacle

El declive de Fernando Simón, el hombre que fue tan popular como Messi

Tras muchas «perlas» durante el confinamiento que le auparon a estar en el centro mediático, ahora, su estrella languidece

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, durante una rueda de prensa para informar sobre la pandemia de Covid-19
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, durante una rueda de prensa para informar sobre la pandemia de Covid-19EUROPA PRESS/J. Hellín. POOLEuropa Press

Hace unos días Fernando Simón se marcó un Cristiano Ronaldo al preguntarle en radio si iría a «Supervivientes». Igual que hizo el futbolista con la Coca Cola, el científico se decantó por «Adán y Eva», un programa en el que los participantes buscan desnudos el amor en una isla desierta. Esta misma salida hace algo más de un año habría roto audiencias, como ha ido ocurriendo con otras de sus lindezas. Léase aquella almendra que se le atragantó o el desafortunado comentario de las enfermeras infecciosas.

Hoy la estrella de Simón languidece. Según los últimos datos facilitados a LA RAZÓN por SEMrush, la plataforma de análisis de tráfico web, el pasado mes de mayo su nombre solo tuvo 49.500 búsquedas en Google. Es poca cosa si nos vamos a marzo de 2020. Con un millón y medio de búsquedas, multiplicó por más de seis las visitas a Messi, uno de los personajes más atractivos para los internautas. Solo dos meses antes, cuando la pandemia apenas se intuía, Simón recibía 6.600. Pocas veces se ha visto una popularidad tan vertiginosa, superior incluso a la de Brad Pitt o Rafa Nadal. Le abrumaba no poder caminar sin pasar desapercibido.

Pero se acostumbró a levantar a su paso una enorme polvareda, disfrutó e incluso esbozó su propia marca personal. Posó como motero con chupa de cuero y escaló y bromeó con Jesús Calleja cuando los datos indicaban un drama humano sin precedentes. Cada vez que aparecía con esos pelos desgreñados y cejas a la virulé, disparaba el temor a que se desbaratase el negocio de las peluquerías provocando una remesa más de parados.

Su imagen icónica hizo de cortafuego para frenar las bofetadas que habría recibido el Gobierno y, de paso, aligeró el debate sobre si el portavoz estaba a la altura de ese profesional creíble, sereno, empático, compasivo con las víctimas, paciente y firme que necesitaba la pandemia. En las calles aparecían murales, grafitis y gentes tatuadas con su rostro. Incluso se creó una línea de merchandising con camisetas, tazas y bolsos de playa que sorprendió al mismísimo diario «Frankfurter Allgemeine». «Señor Covid», le apodó por su parte el periódico «Le Soir» tras unas declaraciones que provocaron el enfado de los ciudadanos belgas.

Fernando Simón con una mascarilla
Fernando Simón con una mascarillaMariscalAgencia EFE

Convertido en estrella, tampoco le importó dar detalles de su biografía personal y sentimental con los que quedó ligado al mundo farandulero y de la crónica rosa. Ahora que su popularidad vive sus horas más bajas, ¿cómo gestionará no ser famoso? Esta pregunta se la hizo David Broncano a su invitado Paco León y este, conteniendo la risa, envió al técnico un consejo: «Poco a poco», como se hace con los antidepresivos u otras cosas. LA RAZÓN recurre a Santiago Mollinedo, director general de la consultora Personality Media, para analizar esa curva agónica de Simón. «Es una de las personas más conocidas en este país, pero también una de las que más ha sufrido el castigo mediático por su continua presencia. Convertido en una marca ligada a la crisis sanitaria, su impacto se advertiría en cualquier análisis de imagen en cuanto a credibilidad, naturalidad, cercanía, atracción o familiaridad. En general, los políticos puntúan bajo porque las opiniones están muy polarizadas. En el caso de Simón es más que evidente».

Ha dejado de ser el hombre del momento y Mollinedo se cuestiona si mantendrían el mismo interés los anunciantes que se fijaron en él cuando esas métricas de vanidad que se contabiliza en «likes», comentarios y retuits estaban en todo lo alto. «Si no hay garantía de que cualquiera de sus gestos dará la vuelta al mundo, como pasaba hasta ahora, resulta más atractiva una imagen aséptica, no tan controvertida». No descarta que algún día alguna marca quiera rescatar su leyenda y veamos a Simón como a Gorbachov cuando posó para Vuitton en 2007.

«Bocazas»

¿Ha llegado entonces el momento de la recogida? ¿Cuál sería su deriva? En alguna ocasión ha insinuado que tiene ilusiones, sin aclarar bien si son científicas o políticas, pero reconociéndose demasiado «bocazas». El virólogo José Antonio López, uno de los científicos con mayor presencia crítica en esta pandemia, no se atreve a elucubrar, pero confirma que «sufre el desgaste lógico después de un año y medio, tanto en lo personal como en lo institucional. Es un puesto ingrato y ha habido ocasiones para todo, desde la hilaridad y la desconfianza hasta la brillantez. Si ha llegado el momento de su relevo, no me corresponde a mí decirlo».