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Hablamos con Konstantin de Bulgaria de su nueva vida de soltero a la relación con su exmujer: "Me siento orgulloso de ella"
El hermano de la princesa Kalina rompe su silencio tras su reciente divorcio de María García de la Rasilla

A principios del pasado mes de junio se conocía la noticia de que el príncipe Konstantin de Bulgaria, hijo de Simeón de Bulgaria –último zar de la monarquía eslava y ex primer ministro del país–, y María García de la Rasilla habían decidido emprender caminos separados tras más de tres décadas de matrimonio y dos hijos mellizos en común.
Su matrimonio comenzó en julio de 1994, cuando Konstantin y María se dieron el «sí, quiero» en la iglesia madrileña de Santa Bárbara, en una ceremonia que todavía muchos recuerdan por la distinguida lista de invitados. Entre los cerca de trescientos asistentes se encontraban los duques de Soria y sus hijos Alfonso y María Zurita; los príncipes Alexia de Grecia y Moulay Rachid de Marruecos; Cristina, Inés y María de Borbón-Dos Sicilias; además de Felipe de Borbón, las infantas Elena y Cristina, y los reyes Juan Carlos I y Sofía, aunque el monarca asistió únicamente a la celebración posterior a la ceremonia.
Durante sus más de treinta años de matrimonio, Konstantin y María fueron un ejemplo de discreción y estabilidad. Supieron mantener su vida familiar lejos del ruido mediático, construyendo un hogar sólido y cosmopolita, marcado por la educación y el respeto.
En un primer momento, las informaciones apuntaban a que «se estaban dando un tiempo». Sin embargo, los meses pasaron y la separación se hizo oficial. Así lo confirma el propio príncipe en conversación con LA RAZÓN: «Sí, ha sido un año difícil». Las palabras, medidas y contadas, llegaron durante la segunda edición de los Premios Influencia Hispana, un acto celebrado en Madrid donde su sobrino, Simeón de Bulgaria –hijo de la princesa Kalina y Kitín Muñoz–, recogió un galardón en nombre de su padre. «Es su primera vez en un acto público y he venido a acompañarlo», comentó el tío orgulloso, mostrando esa cercanía familiar que siempre ha cultivado.

La familia, precisamente, ocupa un lugar central en la vida de Konstantin. Y pese a la separación, deja claro que María García de la Rasilla seguirá siendo una figura esencial en su entorno. «No voy a comentar mucho, porque las separaciones nunca son fáciles, pero ha sido en muy buenos términos. Estoy muy orgulloso de la madre que han tenido mis hijos y muy orgulloso de ellos. María es una gran mujer. Por supuesto que hay buena relación; eso es lo que debe primar siempre», afirma sin titubear, demostrando que la verdadera nobleza se mide también en los gestos.
Retirado ya del sector de la banca de inversión, y con sus hijos viviendo y trabajando fuera de España, el príncipe –búlgaro por sangre, pero madrileño de nacimiento y espíritu– se dedica hoy a la asesoría financiera de pequeñas empresas y familias. Su vida transcurre entre Madrid y el campo, entre reuniones discretas y almuerzos con amigos de siempre. «Me encanta la naturaleza, la cocina, viajar… también el arte y la cultura. En fin, cada uno tenemos nuestras cosas y hobbies», confiesa con una sonrisa.
Las redes sociales no figuran entre sus aficiones, algo que lo distingue de muchos de sus contemporáneos pero que comparte con los de su alcurnia. «No tengo tiempo para eso. Uso mensajería instantánea para hablar con amigos, pero lo de estar todo el día con el móvil intento evitarlo. Primero, porque tengo cosas que hacer, y segundo, porque el día no da para todo. Los de mi generación seguimos prefiriendo el ‘‘tú a tú’’. Aunque, eso sí, reconozco que las nuevas tecnologías han acercado mucho a la gente», reflexiona.
Orgulloso de Leonor y Sofía
Su relación con la Casa Real española sigue siendo cercana y afectuosa. Konstantin es el padrino de la Infanta Sofía, del mismo modo que el Rey Felipe VI lo es de su hija, también llamada Sofía. «Tenemos muchísima suerte porque son estupendas. Hay que ver lo que está haciendo Leonor, es espectacular. Además, le dan un aire joven y fresco a la Corona. La Infanta Sofía se acaba de ir a estudiar fuera y es una pena, porque significa que la veremos menos, pero creo que esa experiencia internacional es importantísima. Salir de casa, abrir la mente y formarse fuera siempre enriquece», afirma con orgullo.
Konstantin de Bulgaria pertenece a una generación de nobles que ha sabido combinar el peso del linaje con la modernidad de los nuevos tiempos. Discreto, culto y de modales impecables, se ha mantenido siempre fiel a sí mismo y a los valores que le inculcaron en su familia. En una época en la que la exposición pública parece inevitable, él sigue defendiendo la elegancia de la discreción, esa virtud que distingue a quienes no necesitan brillar para tener luz propia.
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