
¡Felicidades!
Magdalena de Suecia cumple 43: entre el Palacio y la empresa privada
Un año después de volver a Estocolmo, la hija menor de los reyes de Suecia explora su faceta emprendedora sin renunciar del todo a su rol institucional

Magdalena de Suecia sopla 43 velas en un momento de plena transición. Tras seis años de vida discreta en Florida, la princesa regresó a Estocolmo con su familia en 2023 y, desde entonces, ha ido dando forma a una nueva etapa en la que equilibra sus raíces reales con una incursión -cada vez más definida- en el mundo empresarial.
El año pasado, su cumpleaños vino acompañado de un retrato familiar difundido por la Casa Real con tono institucional, lo que muchos interpretaron como el inicio de un regreso más activo al escenario oficial. Sin embargo, lo que ha hecho Magdalena ha sido, más bien, abrir una vía paralela. Aunque sigue presente en ciertos actos junto a su familia, ha empezado a construir su propio espacio lejos del protocolo.
Empresaria beauty
La gran novedad: MinLen, su marca de cuidado de la piel, desarrollada en colaboración con Weleda, la icónica firma suiza de cosmética natural. Un paso inusual pero no inédito entre royals europeos. Como era de esperar, el proyecto no ha estado exento de polémica. El debate sobre el uso del estatus real para fines privados no tardó en estallar. Pero tanto Magdalena como la Casa Real fueron rápidas en matizar: no usa su título oficial, no recibe asignación estatal y la iniciativa es, insisten, estrictamente personal.

Durante la presentación de la marca, la propia princesa lo dejó claro: "Hace años decidí reducir mis deberes oficiales, pero si mi padre me necesita, estaré ahí. Sin embargo, emprender de manera privada me permite explorar nuevas facetas". Un discurso que combina la lealtad institucional con una reivindicación de autonomía.
Más inesperado aún ha sido el discreto viraje de Chris O’Neill. Siempre alejado del foco y tajante al rechazar cualquier título nobiliario, sorprendió al aparecer en una cena de gala oficial con la pareja presidencial islandesa. Era la primera vez que participaba en un acto de esa magnitud sin una conexión familiar directa. ¿Un gesto simbólico o un cambio real de actitud? Imposible saberlo. Pero su sola presencia alimenta la idea de que, tras su vuelta a Suecia, la pareja busca una nueva fórmula de equilibrio.
Magdalena ha vuelto, sí, pero no del todo. Ni ha regresado a la vida de palacio como antes ni ha desaparecido tras una marca. Se mueve entre dos mundos -el royal y el privado- con un pie en cada uno, probando qué versión de sí misma quiere ser en esta nueva etapa.
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