Opinión
La crónica de Mariñas: María José Campanario vuelve para quedarse
Apuesto que dará mucho que hablar, incluso hasta bien. No se parece a ninguna otra
La cosa se animó y no por la proximidad navideña. Yo sigo fiel, leal y adicto a la campaña sobre María José Campanario. Estoy seguro que nos dará mucho juego y por eso me apunto quizá precipitadamente, o hay que pensarlo mucho. María José -pido perdón por la familiaridad que uso sin conocer personalmente a la Campanario- es un nuevo y singular caso de personalidad sobresaliente. Ojalá, no me equivoque y estemos ante un caso maravilloso, muy superior a la media nacional. Apuesto que dará mucho que hablar, incluso hasta bien. No se parece a ninguna otra. Será un punto y aparte que nos impresionará, insisto y repito que nunca hablé con ella y tampoco tengo ganas. A personajes así, prefiero tenerlos a distancia.
Eso no pasaba con Verónica Forqué otra grande que se nos ha ido casi con el año. Era única, personalísima, irrepetible. Muy graciosa y teatralmente distinta al resto, cosas de una personalidad que traspasaba y cautivaba. Artística y físicamente no se parecía a nadie con una voz irrepetible, que le permitía todo tipo de «gags». En seguida la encasillaron como «cómica» y tuvo que hacer reír y quizá fue la cómoda y nada arriesgada manera de desaprovechar un talento para lo serio. Siempre pensé que estaba desaprovechada.
Socialmente desconocida, se convirtió en pareja de moda. Algo que le sucedió a Mila Ximénez, entonces guapísima y estilosa, pero socialmente casi desconocida al casarse con Manolo Santana. Juntos y también luego separados, marcaron época, se convirtieron en pareja de moda y arquetipos del verano marbellero. Manolo era íntimo de don Juan Carlos, al que enseñó a jugar. Aunque anunciaba marcas de tabaco, Manolo no fumaba y eso le producía risas. Una noche cenaron con Felipe González, ya presidente, acabaron a las tantas y el presi lo llamó la tarde siguiente dándole las gracias. Manolo primero tuvo tres hijos con María Fernanda y una niña de una azafata. Luego, a Alba con Mila. Era un padrazo y presumía de serlo, como también de hombre liberal, abierto y divertido. Descanse en paz.
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