Entrevista

Javier Esdo, influencer: “Si no estás bien de la cabeza, Instagram puede matar”

En solo 5 años y casi sin ayuda, ha conseguido crear una imagen personal por la que se han sentido atraídas marcas como Diesel o Versace

Javier Esdo, influencer
Javier Esdo, influencer@javieresdoInstagram

Tiene 20 años, es de Málaga y estudia ADE y Derecho. Javier Esdo podría ser un chico normal, pero en su perfil de Instagram cuenta con más 150.000 seguidores, una importante cifra que le cataloga como influencer. A diferencia de otros tantos que comenzaron en este mundo con un plan muy medido, él forma parte de esa primera generación que construyó su marca personal muy poco a poco y casi sin pretenderlo.

Lo que comenzó como un perfil personal en el que publicaba imágenes cotidianas con sus amigos se ha terminado convirtiendo en un escaparate profesional que ha atraído a importantes marcas como Diesel o Versace.

Pero no es oro todo lo que reluce, y Javier Esdo también expone ante LA RAZÓN el trabajo invisible que hay detrás de un sector en el que, a simple vista, todo parece glamour y dinero fácil. Además, el joven recalca la importancia de la salud mental en el mundo influencer y la necesidad de cuidarla por encima de todo.

¿Cómo empezó su carrera como influencer?

Yo empecé subiendo fotos sin más. No sabía lo que era ser influencer o tener una marca personal. No tenía ni móvil, subía las fotos con un iPad blanco, y ahora las tengo archivadas porque me dan un poco de vergüenza. Entonces, empecé a ver que, poco a poco, me subían los seguidores, no sé por qué, yo creo que cogí la ola o por mi naturalidad. Era un niño de 15 años que subía todo, y llegué a 10.000 seguidores en solo un año. Estaba muy contento por la cifra, no por el hecho de que podría generar ingresos. En ese momento no era consciente de nada de eso. Me hacía ilusión por el número y porque a la gente le gustaba lo que sabía.

¿Cómo recuerda su primera toma de contacto con una marca?

Fue cuando tenía 16 años, que me contactó AXE, y para mí fue un lío. Claro, se factura como autónomo, pero yo con esa edad no tenía ni idea de todo eso. Me preguntaron mi fee (caché) y yo ni sabía lo que era el fee. Necesité la ayuda de la asesoría de mi padre, busqué mucho en Internet… Todo me vino sin esperarlo. La gente piensa que ser influencer es recibir paquetes todas las semanas y ya, pero hay mucho trabajo detrás. Yo tengo que ir a la asesoría todas las semanas, tengo que facturar, hablar con las marcas, gestionar con agencias… Y claro, con 16 años…

¿Y cómo siguió después?

Ya me di cuenta de que podía hacer algo con mi perfil. Sentí el primer contacto con el mundo influencer. Mi colaboración con AXE fue un momento de inflexión en el que me di cuenta de que tenía que profesionalizar mi perfil, cuidar más el contenido, me compré cámaras profesionales… A partir de ese momento, fui creciendo de forma muy orgánica y natural, nada de salir en un programa de televisión y al día siguiente tener 50.000 seguidores. Fui creando una comunidad.

¿Es difícil ser un influencer con más de 150.000 seguidores?

Como he dicho, hay mucho trabajo detrás que la gente no ve. Y otra cosa muy importante a tener en cuenta es el tema de la salud mental. Yo llevo 5 años en esto, y hay que estar muy bien de la cabeza para sobrellevarlo. Si no estás bien, Instagram te puede llegar a matar, es así de crudo, pero es verdad. Se crea una realidad paralela, un vínculo con los seguidores que es muy bonito, pero a veces puede llegar a ser muy tóxico.

Y usted, ¿cómo lo gestiona?

Mi objetivo principal es mi carrera. Yo tengo Instagram como un hobby que, además, me da ingresos, pero mi meta es terminar mi carrera. Entonces, yo me puedo permitir el lujo de, cuando lo necesito, desaparecer dos o tres semanas de Instagram, porque para mí es algo secundario. No lo veo como mi fuente principal de ingresos, sino como un hobby.

Y en el futuro, ¿contempla esta profesión como su forma de vida?

Vivir de las redes sociales es como una montaña rusa. Un mes puedes tener dos colaboraciones muy bien pagadas, pero al otro mes nada. Hay mucha incertidumbre. Entonces, no me gustaría tenerlo como algo principal. Claro que puedes vivir de las redes sociales, y muy bien, pero yo creo que es mejor tener algo secundario también: una empresa, inversiones, otro tipo de trabajo…

¿Hay mucha competencia entre influencers?

Un poco, sobre todo muchos intereses. Es un poco frívolo. Hay veces que la gente solo se arrima a ti si ve en tu perfil algo que les interese o si tienes tantos seguidores… También mucha comparación. Por ejemplo, si ves que a alguien le ha salido un proyecto en el que tú encajarías, enseguida te preguntas que por qué no te lo habrán dicho a ti, pero hay que mantener a raya esos pensamientos y entender que cada marca busca algo concreto, si no le gustas a una, pues ya habrá otra.

¿Qué es lo peor que le ha pasado como influencer?

No es lo peor, pero si me parece muy “creepy” que la gente me reconozca por la calle. Cuando alguien sabe quién soy, no me lo tomo como algo guay, sino que me da un poco de ansiedad. Hace tiempo, estaba en el coche esperando a alguien y me mandaron una foto mía ahí, como que me estaban viendo. Yo prefiero que mis seguidores se acerquen a pedirme una foto o a hablar conmigo antes que eso…