Entrevista

Carmen Lomana: "La frivolidad es la mayor forma de inteligencia que existe"

Se convirtió en personaje público desde la madurez, la colaboradora de LA RAZÓN nos destapa su habitual vitalidad y sorna

Carmen Lomana
Carmen LomanaJesús G. FeriaLa Razón

Se hizo popular «cuando la mayoría de la gente está a punto de jubilarse», y no le ha podido ir mejor. Controvertida pero lúcida, es una mujer audaz que huye de la corrección política como de la ordinariez. Vive como quiere, y eso es algo que cualquiera firmaría.

Wikipedia la define como empresaria, colaboradora de televisión y coleccionista de alta costura española. ¿Qué sobra ahí, qué falta?

Nunca he coleccionado nada. He comprado costura y «prêt-à-porter». Alta costura ya no compro, porque tengo suficiente. Empresaria sí, porque he tenido que gestionar mis sociedades, el tema inmobiliario, lo que me dejó mi marido. Lo que habíamos hecho los dos durante 23 años de matrimonio. Porque esa leyenda urbana de que yo pegué un braguetazo no es cierta. Más bien lo pudo pegar él, porque cuando le conocí mi situación era bastante mejor que la suya, que estaba haciendo un doctorado en Londres. Y luego colaboradora de televisión. He hecho muchos programas, realities, he sido presentadora y he dirigido...

Carmen Lomana
Carmen Lomana@carmen_lomana

¿Y qué profesión quiere que acompañe a su nombre en esta entrevista? ¿Celebrity, esa «cosa», le parece bien?

Eso es horrible. ¿Celebrity qué? Es una cosa absurda. Si lo traducimos a nuestro idioma, que es estupendo y muy amplio, sería famoso, ¿no? También me puedes definir como articulista, porque llevo 12 años escribiendo en LA RAZÓN.

Se convirtió en una persona pública ya en la madurez. ¿Qué vieron los medios de comunicación en usted para abrirle sus puertas?

Mi gran equivocación fue decir mis años, porque ahí ya te empiezan a cosificar. Hay una dicotomía entre mi cabeza y mi cuerpo y mis años. ¿Mi mayor mérito? Soy una mujer capaz de reinventarme. Mi familia me dijo: «Como te veamos en televisión…», y yo les contesté que no sólo me iban a ver, sino que me iban a ver bailar. Y mi madre: «No seré yo la que te vea, me muero de vergüenza…». Para que veas contra cuántos prejuicios he luchado toda mi vida.

Es licenciada en filosofía. ¿Quiénes la consideran frívola y superficial es porque no la conocen?

No me molesta que me llamen frívola. La frivolidad es la mayor forma de inteligencia, muchas veces, para no caer en la melancolía.

¿Ya sabe qué le gustaría ser de mayor?

El futuro es hoy. Y hasta que sea mayor me pueden pasar tantas cosas que no sé lo que voy a querer ser. Vivir en armonía. Por eso me resulta tan difícil encontrar una pareja con la que convivir «full time», porque me aburro.

¿No echa de menos la vida en pareja?

En teoría, sí. Llega el fin de semana y digo: si tuviera una pareja me iría con él no sé dónde. Lo puedo hacer con amigos, pero no es lo mismo. O me despertaría con él abrazada. Eso es lo que puedes echar de menos. Pero acabas aburrida. Tiene que ser un hombre muy especial. Que le admire, que sepa dejarme mi espacio y que sea muy culto

y guapo.

¿Es una de las mujeres más elegantes de España?

Esa es una leyenda que corre. Sé vestirme perfectamente y complementar la ropa. Y sé ponerme la joya adecuada con cada vestido. Odio el minimalismo. Las joyas, si las tienes, son para ponérselas.

Qué poco le gustó la boda de Tamara Falcó

No me gustó nada lo que hubo alrededor de esa boda, ese traje de novia, tanta tontería, tanto monetizar todo. No soporto a la gente que vende su vida. Tiene a los invitados estresados quitándoles el móvil. ¿Eso es de gente educada, de «gente bien»? Son mercaderes. Y todo por seguir haciendo caja, porque es lo que ha visto en su familia siempre. En su madre, que es su máximo ejemplo.

No compartía las opiniones de Bosé respecto a la pandemia, pero lo defendió.

Miguel ha ganado todo en los tribunales. Pero luego tiene sus contradicciones. La mayor es decir que nos van a matar con las vacunas y luego contar que se ha metido no sé cuántos gramos al día de coca mezclada con éxtasis. Tío, pero de qué me estás hablando. Yo puedo defender la salud, porque en mi vida me he drogado. Bueno, una vez fumé opio, cuando vivía en Londres, y me pareció algo maravilloso, porque es heroína. Y me dije que nunca más.

«He sentido pasar sobre mí el viento del ala de la imbecilidad» (Baudelaire). ¿Le ocurre eso a menudo en el medio en el que se desenvuelve?

(Ríe) Cómo era Baudelaire… Maravilloso. Me pasa mucho, sí. Pero es que vivimos rodeados de estupidez.