Homenaje pendiente

Cayetano Martínez de Irujo, entre el dolor y la responsabilidad: su obligado parón médico retrasa la misa por su madre

Tras sufrir lo que él mismo define como una "extrema mala suerte", el aristócrata explica a LA RAZÓN que deberá permanecer inmóvil dos semanas y posponer el homenaje pendiente a la Duquesa de Alba

Cayetano Martínez de Irujo en la Feria de San Miguel de Sevilla
Cayetano Martínez de IrujoGtres

El calendario emocional del Duque acaba de detenerse en seco. Cuando todo estaba preparado para avanzar hacia el último adiós a su madre con una misa memorial largamente esperada, un revés médico -uno más en una etapa especialmente delicada- lo ha obligado a suspender todos sus planes. Y él mismo lo confirma con una sinceridad que refleja tanto su agotamiento como su firmeza: "Tengo que estar dos semanas lo más inmóvil posible. Nuevo tratamiento y veremos… Cuando esté recuperado pondré fecha de la misa para mi madre".

Las declaraciones, concedidas a LA RAZÓN, arrojan luz sobre el momento íntimo que atraviesa. No es solo un problema físico puntual: habla de una "extrema mala suerte", casi como si la vida se hubiera empeñado en ponerle obstáculos en el peor instante. Hay en sus palabras una mezcla de resignación y dignidad, la de quien entiende que su cuerpo reclama una tregua, pero también la de un hijo que, aun convaleciente, mantiene la prioridad clara: cumplir con el homenaje que siente que le debe a su madre.

Presencia y compromiso

El Duque, que en los últimos meses ha encadenado complicaciones médicas y desgastes emocionales, afronta ahora un nuevo tratamiento que exige reposo absoluto. Dos semanas sin moverse, lo que para cualquiera sería un reto, para él se convierte en un paréntesis doloroso: una pausa obligatoria en medio del duelo, del deber familiar y de una agenda que, pese a su perfil discreto, siempre le ha exigido presencia y compromiso.

La duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y su hijo, Cayetano Martínez de Irujo,
La duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y su hijo, Cayetano Martínez de Irujo,Esteban CoboAgencia EFE

La misa en memoria de su madre se ha ido posponiendo por circunstancias ajenas a su voluntad, pero su entorno confirma que sigue siendo una prioridad absoluta. Él mismo lo ha dejado claro: se celebrará en cuanto esté físicamente preparado. Ningún gesto simbólico tiene para él tanto peso emocional como esa ceremonia; ninguna obligación es tan íntima. Y sin embargo, en este momento, el cuerpo manda.

El aristócrata no ha precisado el alcance exacto del tratamiento ni el diagnóstico que lo mantiene en reposo, pero sus palabras dejan entrever que no se trata de un episodio menor. "Nuevo tratamiento y veremos…”", afirma, con un tono que mezcla esperanza y prudencia.

Este freno inesperado llega además en un contexto familiar marcado por la nostalgia y la ausencia. La figura de su madre sigue muy presente en su discurso. La misa, que pretende ser un último acto público de amor y reconocimiento, se convierte así en una meta emocional que lo impulsa a recuperarse cuanto antes.

Mientras tanto, el duque afronta estas dos semanas de inmovilidad con la serenidad de quien sabe que no tiene otra opción. "Veremos…", repite, consciente de que la recuperación marcará los tiempos y de que, por primera vez en mucho tiempo, debe priorizarse a sí mismo.

El homenaje a su madre llegará, asegura. Solo necesita algo que hoy le resulta tan frágil como imprescindible: tiempo. Y un poco menos de esa "extrema mala suerte" que él mismo se ha permitido nombrar.