El diario de Amilibia: La Yoli no gana para disgustos

Nacho Vidal, ese tipo con la herramienta más poderosa de España en los tiempos en que el tamaño sí importaba, está cabreado con el porno de hoy: «El porno de ahora no me representa. Ni tan siquiera se besa a la chica». O sea, que en el fondo es un romántico perdido que se queja de la falta de exquisitez de los actores pornográficos actuales que pasan de los delicados preámbulos. La serie sobre su vida, «Nacho», es un éxito de Atresplayer, cuentan, y quizá Irene Montero y Pam deberían gastarse un pellizquito en saber, cara a futuras campañas, si la ven más españolas que españoles, o más queer que trans, o más intersexuales que bisexuales.

La Yoli también está cabreada, imagino, porque últimamente no gana para disgustos. Leo que «el Gobierno aflora un paro oculto de 443.078 trabajadores». Fatal para la Yoli, ministra de Trabajo que tanta fe tenía en sus fijos discontinuos, los niños de sus pupilas que nunca deberían sumar en la cuenta del paro que ya en sitúa en los 3, 28 millones. Más: su buen amigo el Papa Francisco, santo de su completa devoción con permiso de Enrique Santiago, descarta el sacerdocio femenino. Fatal para la Yoli: se cierra una puerta para su futuro como obispa de Mondoñedo de la política nacional. Más: Pablo Iglesias, antaño amigo y promotor, ahora quiere «atarla» con unas primarias abiertas en una eventual confluencia de izquierdas para las próximas elecciones generales. Fatal para la Yoli: Podemos tiene militantes y Sumar es una abstracción.

Pero ella sonríe. Al fin y al cabo, ha conseguido que gays y trans (todo el LGTBI) tengan prioridad para conseguir empleo en el SEPE. No te quedes en el paro, Nacho: la penetración heteropatriarcal penaliza.