En el recuerdo

Diez años sin Marujita Díaz: ¿Hemos honrado suficientemente su memoria?

Desinhibida, divertida, mordaz y a veces surrealista, fue un icono de la cultura popular

Marujita Díaz, en una imagen de archivo
Marujita Díaz, en una imagen de archivolarazonLa Razón

Marujita Díaz, sevillana y trianera, es un símbolo de una época que no volverá. La de las folclóricas que se abanicaban las penas, amaban con rabia y reían hasta hacer crujir los platós de televisión. Folclóricas que no necesitaban más talento que el salero que traían de fábrica.

Era una de nuestras divas con lunares, mantilla y clavel. Sonreía pícaramente, pero no para seducir, sino para poner en órbita bizca esos ojazos quién sabe con qué intención. Hizo la transición a su ritmo reinventándose a cada paso como actriz, cantante, vedette o creándose su propio personaje con una amplia sonrisa, que ella misma pintaba a brochazos. A lo grande, sin miedo a que la alegría le pudiese estallar en la cara. Sin embargo, la vida le pesaba y fue haciendo equilibrios para no tropezar.

Marujita con Mercedes Vecino, María Martín y Lola Flores
Marujita con Mercedes Vecino, María Martín y Lola Floreslarazon

Fue la reina de la revista musical en los años 50 y 60, un reclamo recurrente en teatro, cine y televisión. Protagonizó cerca de cuarenta películas y grabó alrededor de cuarenta discos.

Dinio fue "un intercambio cultural"

Amó y la amaron, pero también sufrió. Se casó con el productor Espartaco Santoni y el bailarín Antonio Gades, y tuvo romances muy mediáticos, como el del cubano Dinio García, aunque describió esta relación como un intercambio cultural. Después de varios abortos espontáneos, se quedó con el anhelo de ser madre. "Es una espinita que siempre llevaré dentro", confesó. Tampoco pudo escribir esas memorias con las que había prometido que conoceríamos a la auténtica mujer que tomó como nombre artístico Marujita Díaz.

Marujita Díaz junto a Dinio García, del que se separó en 2002
Marujita Díaz junto a Dinio García, del que se separó en 2002larazon

El novelista Terenci Moix en "Suspiros de España" criticó sin piedad que la artista fue un producto comercial calcado, "plano a plano", de la personalidad de su rival Sara Montiel. "Todo fue rigurosamente copiado para quedarse, naturalmente, a años luz del original". El escritor reconoció, al menos, que "nunca fue aburrida". Sus ocurrencias dejaron expresiones como "Bienaventurados los cachondos mentales", "La vida marítima" (en lugar de marital) o "Sara nadaba en la ambulancia" (sobre Sara Montiel).

Se fue en silencio

Murió a causa de un cáncer de colon que, con los años, se le fue complicando. Mientras se apagaba, se refugió en sí misma, sin hacer partícipe a nadie de su pena, a pesar de que le aterraba la idea de morir.

Su funeral fue triste, casi a puerta cerrada y sin una capilla ardiente para dejar que sus amigos y seguidores pudiesen darle su último adiós. Su sobrina Reyes heredó su inmensa fortuna y respetó su voluntad de ser incinerada y esparcir sus cenizas entre Sevilla y el cementerio madrileño de La Almudena, en la misma cripta en la que descansan sus padres y su hermana. Solo tres años después, según comprobó "Jaleos", la tumba aparecía totalmente abandonada. Sin flores frescas y cubierta de hojarasca o restos de flores que arrastra el viento de otras sepulturas con mejor fortuna. Al menos en 2017, la familia y algunos de sus amigos cumplieron su deseo de donar algunos vestidos, más de setenta, a Mensajeros de la Paz, que después fueron subastados. Antes de morir, había donado buena parte de sus objetos personales a la joyería Molina Cuevas para recaudar fondos destinados a la ayuda de niños y ancianos.

La discreta solidaridad de Maruja Díaz
La discreta solidaridad de Maruja Díazlarazon

Diez años después de su fallecimiento, nadie rebatirá que fue un icono de la cultura popular, pero hay una pregunta que sigue en el aire: ¿Hemos honrado suficientemente su memoria?