Gastronomía

Ronda de bares: Cuando el vino hace taberna

"Casa Ortega titula cinco generaciones dedicadas al mundo cárnico, ahora culminadas en la pasión enológica de Ignacio"

Casa Ortega
Casa OrtegaCedida

El bar es un estado del alma. Puede anunciarse con cartelón o surgir de forma espontánea al calor de un tabernero que lo lleva en la sangre. En el madrileño barrio de Salamanca van desapareciendo los viejos tabernáculos: decoradores ganan el jornal en garitos que antes olían a vino, y el medio pensionista gatuno se esparce por otros distritos.

Pero aún hay sorpresas. Como esa aparente tienda de vinos que es mucho más. Casa Ortega titula cinco generaciones dedicadas al mundo cárnico, ahora culminadas en la pasión enológica de Ignacio. Rastreador de etiquetas, ha montado un chisconcito donde los amantes del vino van de sorpresa en sorpresa.

Los propios bodegueros pasan a ver sus botellas expuestas y, ya que están, se llevan las de la competencia. El no menos célebre Pedrito Caracena descorcha a demanda, coloca los vinos como partituras sobre el atril, y se monta tertulia de cabales.

Y para quien sabe, queso, embutido y una delicatesen cárnica hacen el rato inolvidable. Es uno de esos sitios del vino para quienes entienden que cada botella tiene historia de vida. Y lo mejor: la clientela es la clientela de este bar del bar de la madrileña calle Lagasca.

Aquí se mezcla el que sabe con el que quiere saber. Ortega es punto de encuentro del público de lo más diverso. Como Pepe, el canario, que busca etiquetas raras con avidez. O Teresa, la mexicana, que llega puntual como a misa laica y no se va sin una garnacha bien narrada. O Martí, el catalán, que pone acento al entusiasmo y hace preguntas que son casi tesis. Todos cruzan el umbral con el mismo gesto: ese olfateo inicial, casi religioso, como quien entra en templo. ¡Viva Casa Ortega!

Bar: Casa Ortega

Calle Lagasca 38, Madrid

casaortega.com