Inician otra aventura
Sandro Silva y Marta Seco: los nuevos "reyes tabernarios"
Los dueños de Amazónico o Quintín están a punto de inaugurar un hotel en la Gran Vía
Como la de muchos empresarios hechos a sí mismos la suya es una historia de superación. Sandro y su mujer llegaron a Madrid desde Asturias hace casi 20 años con la ilusión de montar un pequeño negocio con el que ganarse la vida y el vértigo propio de dos empresarios primerizos. Ni en sus mejores sueños pensaron que alcanzarían un éxito tal que revolucionarían la restauración en la capital. Hoy, la pareja dirige un emporio empresarial que factura casi 50 millones de euros anuales a través de una conglomerado de trece empresas dedicadas desde la hostelería al holding inmobiliario.
Lejos de acomodarse con el éxito, Sandro Silva y Marta Seco son dos almas inquietas. Sus negocios no se limitan solo a los restaurantes. Estos días ultiman la apertura de un hotel, en plena calle de Alcalá esquina con la Gran Vía, tras comprar el icónico edificio Metrópolis. No en vano se han hecho célebres por saber aprovechar las oportunidades de negocio. Su olfato empresarial les ha hecho quedarse con Fortuny, el legendario palacete del siglo XIX de estilo francés que fuera propiedad de Javier Merino, el ex marido de Mar Flores. Silva y Seco se alzaron con el mítico local de la jet madrileña después de pujar en la subasta del local. Se desconoce la cantidad millonaria que han pagado, pero como pista valga decir que el Juzgado de Primera Instancia número 31 de Madrid fijó el precio de subasta del local en 23,5 millones de euros en 2021, cuando instó la ejecución hipotecaria del local. La aventura empresarial en la capital de Sandro y Marta empezó allá por 2004 con el El Paraguas, arrendando para ello el local de la madrileña calle Jorge Juan al escritor Antonio Gala. Arrancaron con un comedor para 25 personas, una cocina eléctrica y todo el miedo del mundo. Su receta fue tan sencilla como exitosa: traer a Madrid la cocina tradicional asturiana combinándola con un trato familiar y un ambiente agradable. La fórmula no tardó en conquistar el estómago de los elitistas vecinos del barrio de Salamanca. Uno de ellos en especial, el del Rey Juan Carlos, que, según reconoció, se perdía por sus verdinas con perdiz. En 2011, la pareja levantaba el cierre del segundo local, Ten con Ten. El restaurante pronto aparecía en las guías de imprescindibles de la capital con listas de espera de más de un mes para cenar en fin de semana. En 2014 fundaron Ultramarinos Quintín, un local alejado del modelo de negocio tradicional. Provisto de frutería y charcutería, Quintín se inspiraba en los antiguos colmados. Dos años después inauguraron Amazónico, una selva en pleno corazón de Madrid que llamaba la atención por su cocina multicultural y su exuberante decoración a base de frondosa vegetación. El local incluía en su planta baja un club de jazz, «The Jungle Club», que completaba la oferta de ocio nocturno.
«De partido a partido»
En 2017 fundaron Numa Pompilio, un italiano de ambiente barroco y el preferido de futbolistas como Messi o Cristiano Ronaldo, que lo visitan siempre que pasan por la capital. En 2019 daban un paso más en su emporio empresarial y «pisaban» la Puerta de Alcalá al inaugurar la terraza Aarde, inspirada en una cocina mediterránea ecológica. En 2020 subían el telón del proyectos que más ilusión les hacía, como buenos colchoneros que son, y abrieron El gran escenario, un local en el estadio Civitas Metropolitano fruto de la colaboración con el Atlético de Madrid. La pareja ha hecho suyo el lema de Simeone: «Nosotros somos de partido a partido», aseguraba Sandro en una entrevista.
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