Suceso

El escándalo histórico: La obsesión de Miguel Primo de Rivera por «La Caoba»

La mujer, que era bailarina, fue acusada en 1924 por tráfico de drogas y ahí se destapó la historia

Spanish general and dictator Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870 - 1930) leaving the Royal Palace after resigning as dictator
Miguel Primo de Rivera y OrbanejaGetty Images

Era un secreto a voces. El general Miguel Primo de Rivera tenía obsesión por «La caoba», una bailarina y prostituta andaluza con la que mantenía relaciones sexuales. La conflictiva mujer fue detenida en 1924 acusada de tráfico de drogas, y ahí se destapó el gran escándalo, cuando el militar, entonces al frente del Gobierno español, se entrevistó con el magistrado que llevaba el proceso judicial contra su amante para exigirle que la dejara en libertad. Las amigas de la detenida, trabajadoras en el mismo burdel que ella se pusieron en contacto con el gobernante y le enviaron un mensaje que, según un periódico de la época, decía: «Miguelito, tú que eres tan bueno, debías socorrer a la Caobita». Y así lo hizo. Porque su amante salió en libertad.

Pero no fue todo tan sencillo ni tan sigiloso. El juez, que se apellidaba Prendes Pando, se negó a las exigencias de Primo de Rivera, alegando cumplimiento del deber. Pero el caso, gracias a las influencias de don Miguel, se saldó con la destitución de Pando y del presidente del Tribunal Supremo, Buenaventura Muñoz Rodríguez, por intentar proteger a su subordinado. Y el magistrado de marras perdió su puesto en Madrid y enviado a un destino mucho menor en Albacete.

Gran revuelo

Sin embargo, lo que podría haberse quedado en movimientos de despacho, trascendió. Y mucho. El conocimiento de los hechos por parte de la ciudadanía desató una polémica descomunal, con feroces críticas de ilustres intelectuales como el escritor Miguel de Unamuno. Su enfrentamiento le deparó el destierro a la isla de Fuerteventura. Allí escribió el poemario «Desde Fuerteventura a París: diario íntimo de confinamiento y destierro». Así, se trataba las voces disonantes, aunque no logró Miguel Primo de Rivera que la historia siguiera viva hasta hoy.

MIGUEL PRIMO DE RIVERA
MIGUEL PRIMO DE RIVERA LR

Con un procedimiento familiar hoy en día, el juez destituido filtró los datos del caso al «Heraldo de Madrid», pero no se atrevieron a publicarlo tal y como había ocurrido en realidad. En este medio, enmascararon el escándalo situándolo en el entorno del primer ministro de Bulgaria. El regocijo fue general entre todos los que estaban al tanto del «affaire».

Primo de Rivera quedó viudo en el año 1908: cuando su esposa, Casilda Sáenz de Heredia, falleció durante el parto del que sería su sexto hijo. Desde entonces, la vida del general estuvo marcada por visitas a clubes nocturnos y burdeles. Se sabe que mantuvo relaciones con un número indeterminado de amantes. Al margen de su escandalosa vida privada, tenía fama de ser un hombre estricto, con fuertes convicciones católicas y admirador del dictador italiano Benito Mussolini. Pero todo era pura fachada.

Una vida marcada por las mujeres

Su obsesión con las mujeres del mundo del espectáculo, entre ellas la famosísima Raquel Meyer, le llevaban a cometer algunos excesos que no pasaban desapercibidos para sus detractores y rivales políticos. Curiosamente, estuvo a punto de casarse de nuevo, en este caso con Mimi Castellanos y Mendiville, miembro de una familia emparentada con la nobleza, pero la relación se rompió meses antes de la boda, tras siete años de noviazgo. Dicen que Mimi acabó harta de las infidelidades nocturnas de su pareja.