Inéditas

La subasta de cartas que revive el mito de Diana antes de la coronación

El próximo 16 de febrero salen a subasta 32 cartas y tarjetas escritas por la princesa a sus amigos entre los años 1995 y 1996

Lady Di en 1986.
Lady Di en 1986.Agencias

La coronación de Carlos III y su esposa, Camila, está próxima y quienes amaron a Diana de Gales no van a permitir que con los fastos se desvanezca su recuerdo en color sepia. El fenómeno se renueva a sí mismo como cualquier otro prodigio de la naturaleza, pero la ocasión exige embellecer aún más el mito. No es casual que el próximo 16 de febrero la casa de subastas Lay’s Auctioneers saque a la venta una nueva colección de 32 cartas y tarjetas personales escritas por la princesa a sus amigos Susie y Tarek Kassem, entre 1995 y 1996.

La expectación deja de nuevo al descubierto la veneración por Lady Di, igual que lo hicieron las flores que se amontonaron frente al Palacio de Buckingham. En su página web, Lay’s Auctioneers enfatiza su alcance: «A lo largo de su amistad, los Kassem siempre se sorprendieron del increíble efecto queDiana de galestenía con cualquiera que entrara en contacto con ella, ya fuera en la calle, en el teatro, en un restaurante o en cualquier otro lugar. Su presencia electrizante trasciende el tiempo. La fascinación de la gente apenas ha disminuido desde su trágica muerte».

El valor podría superar los 100.000 euros, cantidad que el matrimonio donará a alguna de las causas benéficas que apoyó la princesa. No obstante, podría haber sorpresas, como ocurrió con la subasta de un vestido que le hizo el modisto Victor Edelstein, vendido por más de 600.000 dólares. Cinco veces por encima de lo previsto.

El contenido de las cartas no es original, teniendo en cuenta que queda poco por saber de su trágica vida, y tampoco hay en ellas demasiada narrativa. Lo interesante es conocer de su puño y letra, acercarse a sus sentimientos en ese momento convulso en el que se puso fin a su matrimonio. «A veces -escribe en una- es difícil mantener la cabeza erguida y hoy estoy derrumbada y anhelando que este divorcio se lleve a cabo, ya que el posible costo es tremendo». Una vez más, su fragilidad toma forma en cada frase, cada rasgo caligráfico, cada detalle microscópico.

Sello de la Princesa Diana de Gales
Sello de la Princesa Diana de GalesRoyal Mail GroupRoyal Mail Group

El valor está en esa tristeza que destila y en el modo en que se funde su debilidad con la fuerza de la institución. Las cartas están escritas con membrete oficial del Palacio de Kensington, por lo que resulta fascinante imaginarla en su escritorio, hermosa, tímida y sufridora. Desesperada por no encontrar en las estancias del palacio un espejo en el que poder reconocerse.

Son pensamientos muy íntimos en los que libera el dolor reprimido, el menosprecio que siente, el inmenso amor a sus hijos y su conmovedora búsqueda de afecto. Se expresa con franqueza, pero usando un lenguaje próximo al acertijo. «Estoy pasando por un momento muy difícil y la presión es grave y viene de todos los lados», escribe en una carta fechada el 28 de abril de 1996, disculpándose por no asistir a la ópera. «Estoy inmensamente conmovida por lo protectores que son conmigo… ¡No estoy acostumbrada!», rubricaba el 19 de diciembre de 1995, un día después de que la Reina les aconsejase el divorcio. El 20 de mayo de 1996 describió lo «desesperado y feo» que estaba resultando su proceso de divorcio. «De haberlo sabido un año antes, nunca lo habría consentido».

El matrimonio destinatario vive en Londres y pasó grandes ratos con la princesa en los años previos a su muerte. Ella se mostró emocionada por «hacerle sentirse una más». Son textos cálidos y llenos de afecto hacia los Kassem que, de paso, destapan algunos rasgos de la personalidad de Diana. Por ejemplo, su fe en los poderes curativos de las piedras y los cristales. Susie y ella intercambiaban regularmente este tipo de regalos. En una nota le agradece el obsequio de un cristal de crisocola, una piedra considerada sabia en el antiguo Egipto porque protegía la mente durante las negociaciones y promovía la sensatez en épocas turbulentas. Y la suya lo era. La carta coincide con una portada en el «Sunday Mirror» que la vincula con el cirujano cardíaco Hasnat Khan bajo el título «El nuevo amor de Di». «Un tremendo shock -le dice a la amiga- leer el periódico del domingo, totalmente inesperado».

Le gustaba escribir cartas. Habrá muchas que todavía se guardan bajo llave y otras que ella misma destruiría. Todas forman parte de la fascinación que despierta y cualquier fragmento, aunque carezca de esfuerzo intelectual, parece suficiente para seguir armando su efigie. Los Kassem dicen que han decidido sacar la colección a subasta después de 27 años porque «poseer estos documentos implica una gran responsabilidad que no quieren legar a sus hijos o nietos».

La melancolía que emite en ella contrasta con el tono más jovial de otro lote que adquirió en 2002 el propietario del hotel Whittlebury Hall, Michael Rockall. El empresario pagó unos 25.000 euros por 23 cartas y tarjetas navideñas que la princesa Diana envió, desde su boda hasta 1995, a Maud Pendrey, la mujer que trabajó como ama de llaves en su casa familiar de Althorp. Eran los primeros años de matrimonio y emanaba ilusión.