Este Domingo de Resurrección Tamara Falcó e Íñigo Onieva han regresado a España. Ha sido una Semana Santa clave para la relación de pareja, después de tomar la decisión de interrumpir el método natural de fertilidad en una clínica especializada en naprotecnología con el que la marquesa de Griñón no ha obtenido el embarazo buscado.

Después de esta determinación, Tamara e Íñigo se han tomado un tiempo de retiro en Medjugorje, un lugar de oración y meditación católica situado en este municipio de Bosnia y Herzegovina. Es destino de peregrinación desde la supuesta aparición de la Virgen María en la colina de las Apariciones en 1981. En junio de ese año, seis niños de entre 10 y 16 años afirmaron que la Virgen María se les había aparecido en una colina pedregosa cerca del pueblo y les había transmitido mensajes de paz y oración.

Consuelo espiritual

Desde entonces, Medjugorje atrae a millones de fieles de todo el mundo que afirman encontrar consuelo espiritual. Se habla también de decenas de curaciones milagrosas, conversiones y llamadas a vocaciones religiosas. Otros tachan los avistamientos de engaño. Tras reconocer el "estímulo positivo para su vida cristiana" que muchos peregrinos reciben en Medjugorje, el Vaticano decidió autorizar el culto público.

La marquesa de Griñón acostumbra a realizar este tipo de peregrinaciones. La vimos vestida de enfermera de la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes en plena crisis con Íñigo, en octubre de 2022, cuando se descubrió la infidelidad de su entonces futuro marido en el Festival Burning Man. Esta vez ha contado con la compañía del empresario.

La Semana Santa le ha sorprendido también con la muerte de Mario Vargas Llosa, pareja sentimental de Isabel Preysler durante nueve años en los que el escritor se convirtió para ella en el "tío Mario". Era inevitable que, a su vuelta a Madrid, los medios esperasen las primeras declaraciones de Tamara, pero una vez más la pareja ha jugado al despiste con los reporteros.

Cada uno ha salido por una de las terminales del aeropuerto de Madrid. Tamara, por la parte Premium, ha podido esquivar a la prensa. Íñigo, por la terminal de pasajeros, no ha tenido más remedio que soportar con estoicismo y el semblante serio que se le pone en estas ocasiones. Se ha limitado a zanjar las preguntas con un "nada que decir, gracias".

Al empresario se le ha preguntado por la reacción de Isabel al enterarse de la muerte del Premio Nobel y si era cierto que, al enterarse, su suegra había entrado en shock. Con su silencio, ni ha desmentido ni ha confirmado. Tampoco se ha pronunciado sobre su paradero, un asunto en el que han insistido los periodistas.