Crisis familiar
La última y ¿definitiva? provocación de Brooklyn
El hijo de David y Victoria Beckham posa feliz con el padre de Nicola Peltz
La guerra silenciosa entre Brooklyn Beckham y sus padres ha dejado de ser un susurro entre pasillos para convertirse en un clamor público, con fotos, titulares y frases que duelen más que el silencio. La última estocada llegó desde la portada de «Glamour», donde Brooklyn posa sonriente junto a su esposa Nicola Peltz, y declara sin ambages: «Nicola me hace sentir como en casa». Un mensaje cargado de subtexto que no ha pasado desapercibido. Menos aún cuando va acompañado de imágenes recientes del cumpleaños del suegro, Nelson Peltz, en las que Brooklyn aparece feliz, relajado, arropado por la poderosa familia de su esposa. La fotografía, donde posa junto a Nicola y su multimillonario suegro con una sonrisa impecable, ha sido interpretada como el símbolo más evidente del distanciamiento definitivo con los Beckham.
Mientras Brooklyn festejaba en Nueva York, Victoria Beckham compartía en redes una imagen junto a sus propios padres, en una estampa bañada de melancolía y nostalgia. «Los fines de semana en familia me hacen muy feliz», escribía ella. Pero el silencio de Brooklyn, que no felicitó ni a su madre en su cumpleaños ni a su padre David en su reciente 50º aniversario –ausentándose incluso de todas las celebraciones–, fue más elocuente que cualquier palabra. Las tensiones comenzaron hace tiempo, pero todo se intensificó tras la boda en 2022. Según diversas fuentes, Nicola Peltz jamás perdonó a Victoria por «arruinar» el primer baile de la pareja durante la ceremonia. El incidente, aparentemente menor, se ha convertido en una grieta irreparable. En «Glamour», Brooklyn refuerza su lealtad: «Deberías casarte con tu mejor amigo. Alguien con quien te sientas como en casa. Para mí, esa es Nicola».
Con cada declaración y cada ausencia, Brooklyn parece estar trazando un nuevo linaje. Uno donde los Beckham ya no tienen lugar. Y mientras el hijo mayor del clan posa bajo los reflectores con los Peltz, sus padres observan, desde la distancia, cómo se diluye el vínculo. Porque, en esta historia de «glamour», poder y heridas abiertas, el verdadero dardo no está en lo que se dice, sino en lo que no se comparte.