Opinión

El diario de Amilibia: Apolo es también Saturno

Dani Rovira nos pide a los omnívoros que al menos seamos veganos una vez al año. Difícil le va a resultar convencer al Apolo de la Moncloa, adicto del chuletón al punto

Pedro Sánchez
Pedro SánchezAlberto R. RoldánLa Razón

Dani Rovira, que alza la bandera del veganismo allá donde va, nos pide a los omnívoros que al menos seamos veganos una vez al año, por ejemplo en enero, que es mes de rebajas. Así disfrutaremos de todo un mundo de posibilidades y placeres, pues «comer vegano no es renunciar, es ganar en todos los sentidos: más salud, menos impacto medioambiental, etc.», dice. Yo me haría de la peña si Dani me diera su palabrita del Niño Jesús que la dieta vegana es afrodisíaca. Para lo que me queda, al menos disfrutar de una ancianidad con final feliz, una especie de adelanto de la gloria que me espera por haber respetado los derechos de todos los seres que habitan nuestro planeta, como pontifica Dani. Más difícil le va a resultar convencer al Apolo de la Moncloa, adicto del chuletón al punto.

No creo que el chuleta se anime a cambiar su chuletón de buey por uno de tofu o seitán. Quizá Feijóo esté más dispuesto, siempre que Dani le garantice que los percebes y el albariño son veganos. Y no creo que el Apolo se anime porque ahora mismo está en plan Saturno, el dios cruel que devoraba a sus hijos, pintado por Goya.

Casi de una sola tacada, Apolo/Saturno se ha merendado, no se sabe si al punto o muy hechos, con acompañamiento de pimientos o chimichurri, a tres de sus hijos antaño muy amados: Lobato, Espadas y Tudanca.

Tudanca en la XXXIII Feria de la Cecina de Chivo, en Vergacervera (León)
Tudanca en la XXXIII Feria de la Cecina de Chivo, en Vergacervera (León)Peio García/Ical

Solo hay una pequeña diferencia: Saturno los devoraba nada más nacer y el Apolo espera que estén un poco más creciditos para devorarlos y enviarlos al Lado Oscuro de la guerra de las galaxias políticas. Mientras, Pilar Alegría ensaya la jota de «La Dolores», Marisú las sevillanas de los ERE, y Óscar López canta el chotis «Pichi» mirando fijamente a MAR, el chulo que castiga.