Hollywood

Niños prodigio: caídos del estrellato

Ser la persona más admirada, deseada, fotografiada, amada y odiada, no es fácil. Ser una estrella del cine con siete años puede parecer un sueño, pero para muchos acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla de drogas, alcohol, depresión y muerte. Detrás de los contratos millonarios, existe otra realidad: la de la explotación, la soledad, el desequilibrio emocional...

Scarlett Johansson, ejemplo de perseverancia y profesionalidad
Scarlett Johansson, ejemplo de perseverancia y profesionalidadlarazon

Shirley Temple, Judy Garland, Mickey Rooney, Elisabeth Taylor.... fueron irrepetibles. «Pequeños monstruos sagrados» que crearon una «época dorada» imposible de igualar. Actualmente, nada es igual y mucho menos en el Séptimo Arte. Aquellos niños prodigios eran estrellas, mitos que marcaron moda en el vestir, en la forma de llevar el pelo. Muchas madres deseaban que sus hijas tuvieran los rizos dorados de la Temple. Son leyendas. Tras ellos, llegaron otros niños, igualmente prodigio, a los que la vida no les trató de igual manera. ¿Qué pasó con la fábrica de crear estrellas de Hollywood? ¿Qué falló en la promoción de estos pequeños? ¿Son ellos los culpables? El márketing actual nada tiene que ver con el cuidado y mimo del que disfrutaron los privilegiados de la «Época de Oro». Drew Barrymore es un buen ejemplo para empezar. La catapultó a la fama la película «E.T.», de Steven Spielberg. Fue alcohólica con nueve años, fumó marihuana con 10 y se declaró adicta a la cocaína con doce. Pasó parte de su adolescencia ingresada en centros de rehabilitación. A los catorce, publicó una autobiografía contando su infierno personal, su libertinaje sexual y sus varios intentos de suicidio. Y aunque su etapa de niña prodigio no dejó huellas para imitarla, supo aprender de sus errores y, en la actualidad es una actriz cotizada, además de productora.Algo similar le ocurrió a su hermano en «E.T.», Henry Jackson Thomas. A pesar de haber rodado una veintena de películas y de haber intervenido en varios filmes, ninguno tuvo la resonancia de su papel protector del extraterrestre. Su vida transcurre con normalidad, pero su etapa de niño prodigio no marcó pauta alguna. La fama mal digeridaSin embargo, el caso de Barrymore y de Jackson es una excepción. Muchas de las jóvenes promesas del cine han acabado hundidas en el fracaso y muy pocas han logrado salir del agujero.

Es el caso de Macaulay Culkin, que revolucionó el mundo del cine con «Sólo en casa». Su éxito prematuro provocó el divorcio de sus padres que, además, formaron un gran escándalo peleando por su custodia. Culkin fue un adolescente alcohólico y conflictivo. En 2005, se declaró culpable por poseer drogas (marihuana y barbitúricos, sin receta médica) en el momento de su arresto. Su matrimonio con la actriz Rachel Miner, con sólo 18 años, empeoró aún más el problema. Se llegó a decir que Michael Jackson había abusado de él. Hoy se recupera de sus excesos y espera relanzar su carrera haciendo teatro en Londres. Dakota Fanning empezó su carrera en Hollywood con sólo siete años («Yo soy Sam»). Posteriormente, interpretó «Sweet Home Alabama», «El fuego de la venganza» y «La Guerra de los Mundos». Con doce, protagonizó una película en la que era brutalmente violada. La polémica estaba servida. Su apuesta por papeles oscuros y sexuales hizo saltar los rumores de adicción a las drogas. Pronto pasó por un centro de rehabilitación. River Phoenix saltó al estrellato con tan sólo 15 años. Nacido en la secta Hijos de Dios (promueven el incesto), reconoció haber perdido la virginidad con cuatro años en una ceremonia de culto. Con 18 era candidato a un Oscar por «Un lugar a ninguna parte», y entonces comenzó su declive. Protagonista de «La costa de los mosquitos» y «Cuenta conmigo», pasó una adolescencia llena de altibajos y escarceos con las drogas. Vinculado al mundo del rock, murió de sobredosis a los 23 años a las puertas del Viper Room, el pub de Johnny Depp, una noche de fiesta, mezclando Valium con heroína, cocaína, marihuana y alcohol. Haley Joel Osment, el niño que saltó a la fama con «El sexto sentido», «Cadena de favores» o «Inteligencia artificial», cumple condena por conducir ebrio y en posesión de marihuana. Tiene 19 años y está en una clínia de rehabilitación. Sobrevive poniendo voces a videojuegos. Las gemelas Olsen fueron probablemente las más prematuras. Con tan sólo nueve meses eran las gemelas más conocidas de la televisión americana. Su aparición en «Padres forzosos» fue el inicio de una apoteósica carrrera marcada por la avaricia de sus padres en la vida real. Se llegó incluso a decir que se las hormonaba para que no creciesen. Su aspecto actual es desmejorado y extravagante. Mientras una sufre bulimia, la otra ha reconocido su adicción a la heroína y al crack.Pero el caso de Lindsay Lohan («Yo, a Boston y tú, a California») es el que titulares más escandalosos ha proporcionado en los últimos años. Fotografiada inconsciente, vomitando, cortándose con un cuchillo mientras besaba a otra chica... son sólo un ejemplo. Su familia tampoco ha sido de gran ayuda. A pesar de seguir en el mundo del cine, su carrera ha descendido en picado por sus constantes excesos.El camino contrarioSin embargo, son muchos los que ahora son estrellas del firmamento del Séptimo arte y que empezaron como pequeñas estrellas. No sufrieron altibajos. Su trabajo y su perseverencia desde la más tierna infancia ha tenido resultado. Es el caso de Jonathan Lipnicki (el pequeño de «Jerry Maguire» o «Stuart Little»). Otro de esos niños prodigio es Leonardo Di Caprio. Un ejemplo de superación. Tras escarceos con la publicidad y pequeños papeles televisivos («Lassie»). En 1991 saltó a la gran pantalla en la tercera entrega de "Critters". Compartió película con Robert DeNiro en «Vida de este chico» y desde entonces no ha dejado de trabajar. La joven Jennifer Connelly es otro caso de pequeña estrella subida al tren de la fama. A los diez años realizó sus primeros spots publicitarios y con catorce dio vida a la joven Deborah en «Érase una vez en América». A partir de ahí «Phenomena», «Dentro del laberinto» o «Labios ardientes». Su carrera continúa en ascenso. Pero quien quizá ha tenido más claro desde pequeña que los sueños se hacen realidad es «la rubia de América». Scarlett Johansson lleva preparándose para ser actriz desde niña. Debutó en el teatro con ocho años y en cine uno de sus primeros papeles fue junto a Sean Connery en «Causa justa». Su gran momento llegó del lado de Robert Redford en «El hombre que susurraba a los caballos». Desde entonces es ejemplo de perseverancia y esfuerzo.