Argentina

Alberto Fernández toma el control de los servicios secretos argentinos

El presidente interviene la Agencia Federal de Inteligencia y coloca a su frente a una fiscal de confianza

Protestas frente al Congreso contra el plan de emergencia económica del presidente argentino, Alberto Fernández
Protestas frente al Congreso contra el plan de emergencia económica del presidente argentino, Alberto FernándezNatacha PisarenkoAP

Una agencia oscura que en sus tiempos fue la «garganta profunda» de la dictadura sirviendo de manera ilícita a Gobiernos como el de los Kirchner. Por aquel entonces la todopoderosa agencia se llamaba SIDE, conspirando en la sombra contra Cristina Kirchner cuando la entonces mandataria quiso descabezar la cúpula de los Servicios Secretos. Se sospecha que los espías estuvieron detrás de la muerte del fiscal Nisman, encargado de las investigaciones sobre el atentado contra la mutual judía, la AMIA. Como venganza.

Por eso el presidente Alberto Fernández los teme, y tomó medidas, decretando la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), por un plazo de 180 días, designando a la fiscal Cristina Caamaño al frente del organismo de los espías. Una de sus leales de más confianza.

Además, Fernández pondrá en marcha la reasignación de los fondos reservados de dicho organismo con destino en el programa Argentina contra el Hambre, que dirige el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.

Por eso, el pasado lunes, Cristina Caamaño ingresó en el edificio central de la AFI, ubicado a menos de 100 metros de la Casa Rosada. Y lo hizo junto a Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete de Ministros. Ambos salieron de la Casa de Gobierno a y fueron caminando hasta la mítica casa central de los espías. De este modo, la fiscal ingresó a la ex SIDE con la mano derecha de Alberto Fernández, en una señal clara de que tiene todo el aval del presidente argentino.

Asimismo, se la instruye para «preparar y elevar a consideración del Poder Ejecutivo una propuesta de reformulación del Sistema de Inteligencia Nacional, que garantice la producción de información de calidad y oportuna para la seguridad interior, la defensa nacional y las relaciones exteriores, limitando el accionar de cada uno de sus componentes a las funciones constitucionales y legales respectivas y reduciendo la actividad confidencial al mínimo necesario funcional».

Fernández manifestó, en el decreto de intervención, que cuestiona el «notorio retroceso institucional» que hubo en ese organismo durante la gestión de Mauricio Macri, utilizando al organismo «fuera de los objetivos legítimos que toda actividad de inteligencia debe poseer en el marco del Estado constitucional de derecho».

En ese marco, se advierte que las modificaciones que introdujo el Gobierno anterior «se han traducido en la práctica en un funcionamiento desviado de las finalidades de los organismos de inteligencia y, en particular, de la propia AFI que ha profundizado los aspectos secretos más allá de toda necesidad funcional y por fuera de los objetivos legítimos que toda actividad de inteligencia debe poseer en el marco del Estado constitucional de derecho».

También se la faculta a «transferir a la jefatura de Gabinete los fondos reservados que excedan a los necesarios para el normal funcionamiento del organismo, para su posterior reasignación a las políticas públicas nutricionales y educativas que resultan estratégicas para abordar la emergencia social».

Caamaño también podrá «modificar la estructura orgánica y funcional de la AFI, pasar a disponibilidad al personal que estime conveniente», y cambiar «su régimen de intervención de fondos reduciendo las partidas confidenciales al mínimo indispensable para su funcionamiento».

En la AFI actual todas las personas tienen identidad reservada, incluso la de ordenanza que prepara el café, la persona de limpieza, los chóferes, las personas administrativas. Todas las personas están bajo el carácter de reserva. Toda la información que se produce en la AFI, desde los balances de gastos, la cuenta de la luz, hasta el dinero de las operaciones, tiene carácter de reserva. Todas las carpetas que produce –los famosos carpetazos vienen de carpetas información que producen–, también tienen carácter de reserva. No hay una política que fije límites a qué tiene reserva y cuáles son los grados de secreto de esa información. Es más, deja librado al propio organismo la definición de qué es secreto y qué no lo es.

Capas geológicas de agentes y manejos se arrastran desde la dictadura, cuando los servicios de inteligencia funcionaron como pata central de la represión. La Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), luego denominada Secretaria de Inteligencia (SI) y actualmente llamada Agencia Federal de Inteligencia, transitó los últimos cuatro años (otra vez) como un actor de reparto al que nadie le prestó demasiada atención en Argentina.