Alemania
El milagro alemán: ¿Por qué su mortalidad es 20 veces inferior a la de España?
Con 18.000 contagiados y sólo 50 muertes es una referencia en la lucha contra el virus. La detección precoz desde enero y los test masivos han permitido reducir la letalidad
Alemania es el tercer país de Europa en número de afectados por el coronavirus. Hasta el momento, las autoridades sanitarias han registrado más de 18.000 contagiados pero tan solo cincuenta muertes en un país con 82 millones de habitantes.
Por el contrario, su vecina Italia, con una población de 59 millones, suma más de 10.000 casos y al menos 3.400 muertes mientras que España, con una población cercana a los 47 millones de personas, suma más de 1.000 fallecidos y se ha superado la barrera de los 20.000 contagiados.
Unas cifras que llaman la atención una vez que se ha señalado a Europa como el epicentro de la pandemia y que ha llevado a muchos países a preguntarse: ¿cómo Alemania ha logrado mantener a raya el coronavirus?
El director del Instituto de Virología de la Charité de Berlín, Christian Drosten, alude a dos razones: Alemania detectó el virus en una fase muy temprana, lo que les permitió actuar con cierta ventaja, y en segundo lugar el país “está a la cabeza en lo que respecta a diagnóstico”. Una circunstancia que se sostiene en que el país cuenta con una amplia red de laboratorios que pudieron diagnosticar el virus y activar las consiguientes medidas sin necesidad de una orden centralizada por ningún organismo.
De hecho, los test estuvieron disponibles desde enero a través de la atención primaria. “Nuestros laboratorios están técnicamente muy bien equipados -añadió Drosten-, nuestras regulaciones para la introducción de nuevas pruebas son muy flexibles y las distintas aseguradoras tuvieron el permiso, y el apoyo financiero, para realizar las pruebas desde enero”, cuando el número de casos en Alemania todavía estaba en un solo dígito.
Pero además se tuvo en cuenta que muchos de los primeros casos afectó a los grupos de edad más joven, como personas que regresaban de vacaciones o en edad laboral, lo que permitió contener el virus, al disminuir la posibilidad de desarrollar complicaciones graves de los enfermos pero, sobre todo, dio el tiempo suficiente para prepararse a las autoridades.
“Estoy seguro que la combinación de estas variables nos dio una importante ventaja a la hora de reconocer y tratar la epidemia en Alemania”, dijo Drosten.
El puntal de la estrategia de contención fue desplegar un amplio y veloz dispositivo de detección temprana, distribuyendo en clínicas y hospitales de todo el país las herramientas para hacer tests gratuitos en personas con síntomas o con una simple prescripción médica.
También se dispuso de cabinas especiales, que permitieron a los conductores realizarse pruebas sin bajarse del coche. Se llegaron a realizar cientos de test cada día y desde que comenzó el brote, se llevaron a cabo miles de pruebas por todo el país.
A diferencia de otros países, donde los laboratorios nacionales tienen el monopolio de los análisis, el sistema germano ayudó a los médicos a determinar rápidamente si los casos sospechosos realmente involucraban al nuevo virus o era simplemente un resfriado común. “Otros países perdieron un mes o incluso más tiempo debido a esto”, aseguró Drosten.
Sin embargo, y a pesar del bajo número de fallecidos, la gran cantidad de infecciones sugiere que los esfuerzos para contener el virus no fueron completamente exitosos. De ahí que la política también haya tomado cartas en el asunto.
Además del cierre de las fronteras, las autoridades se han esforzado por poner en marcha “métodos de seguimiento de las cadenas de infección”, para ayudar a a reducir el contagio. Todos los eventos con más de mil participantes fueron cancelados. Importantes citas, como la Feria Internacional de Turismo de Berlín -la más importante del mundo- o la Feria del libro de Leipzig -la segunda de su categoría-, fueron canceladas hace semanas y, desde hace tiempo, se está flexibilizando las normas que rigen la compensación para los trabajadores que están obligados a reducir su jornada laboral.
Se han anulado miles de actos y Berlín, meca cultural, ha cerrado sus óperas, teatros, bares y salas de conciertos hasta nuevo aviso. No obstante, la Staatsoper de Berlín estrenó hace unos días, tal y como tenía previsto, su nueva producción de la ópera Carmen, bajo la dirección musical de Daniel Barenboim y en la versión de Martin Kušej. Aunque esta vez sin público y al alcance de todos, por Internet.
Por el momento, Alemania no ha tomado el tipo de acción generalizada que se ve en otros países como Italia, España o Suiza, como aislar pueblos o ciudades. Aunque en los últimos días, las autoridades intensificaron las cuarentenas, cerraron las escuelas e instaron a los clubes de fútbol a jugar partidos sin espectadores, se optó por no imponer medidas draconianas, como el bloqueo de ciudades o apelar a la fuerza como amenaza contra los que no cumplen con las disposiciones oficiales.
Alemania prefiere persuadir a sus ciudadanos de actuar con precaución. No obstante, Lothar Wieler, presidente del Instituto Robert Koch, advirtió que el país verá más muertes en el futuro. En Alemania, la edad promedio de los diagnosticados con Covid-19 es de aproximadamente 40 años, dijo. “Identificamos desde el principio a las personas con nuestras pruebas que están infectadas, pero que no están gravemente enfermas”.
Por su parte, Angela Merkel dijo que las nuevas medidas severas que se imponen ahora ayudarían a ganar aún más tiempo para frenar la propagación del virus. La canciller calificó de “grave” la crisis provocada por el coronavirus y aseguró que Alemania enfrenta el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial. Unas palabras dramáticas con las que Merkel se dirigió a la nación en un discurso televisado en el que instó a los ciudadanos a seguir las normas para poner freno a la pandemia. “Es grave. Tómenselo en serio”, advirtió Merkel quien aludió a un reto que depende de “la actuación común y solidaria”.
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