Filipinas

Yihadismo en Filipinas: un desafío que ha llegado para quedarse

Los últimos ataques perpetrados por viudas suicidas sugieren que ha habido un preocupante cambio de modus operandi por parte del Estado Islámico filipino

Burned motorcycle is pictured in the aftermath of an explosion in Jolo Island
Una moto quemada tras las explosiones del doble atentado suicida en la isla de Jolo, en la provincia de Sulu, en Filipinas, el 24 de agostoPEEWEE C. BACUNOReuters

Últimos ataques

Los insurgentes del Estado Islámico han reivindicado la responsabilidad de un potente ataque con dos bombas que asesinaron a 15 personas e hirieron a otras 75 (muchas de ellas civiles) en la isla de Jolo, en la provincia de Sulu, la semana pasada. Poco después de las explosiones, atribuidas a Abu Sayyaf, en el European Strategic Intelligence and Security Center (ESISC), gracias a sus actividades de vigilancia de las comunicaciones online entre los grupos yihadistas, informó de que el Estado Islámico de la provincia del Este de Asia había emitido un comunicado en el que reivindicaba la responsabilidad de los ataques.

Asimismo, a través de las actividades de vigilancia del ESISC, pudimos detectar que los partidarios del EI en todo el mundo se regocijaron por las bajas ocurridas durante el doble atentado.

Viudas suicidas

Las explosiones gemelas y coordinadas causadas por dos suicidas en la ciudad de Jolo, en una remota isla al sur de Filipinas y bastión de Abu Sayyaf, grupo afiliado al EI, fueron presuntamente perpetradas por las viudas de dos destacados terroristas del Estado Islámico.

La primera atacante detonó su artefacto explosivo, atado a su cuerpo, cerca de dos camiones militares estacionados frente a un restaurante, que estaba ubicado frente a la Catedral de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Ya en enero de 2019, la iglesia fue el objetivo de un doble atentado que mató a 23 personas durante la misa del domingo.

Minutos después, la segunda atacante, vestida con burka, detonó una bomba que había escondido en su cuerpo después de que se le impidiera ingresar a un área que ya estaba acordonada por los soldados.

Una de las atacantes suicidas fue identificado como Nanah, viuda de Norman Lasuca, quien fue considerado el primer terrorista suicida del país. La otra suicida fue identificada como Indah Nay, viuda de un alto cargo de Abu Sayyaf, Talha Jumsah, también conocido como Abu Talha.

Imagen del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, en una ofrenda floral por los muertos en el ataque en Jolo, durante su visita a los heridos y familiares de las víctimas del doble atentado
Imagen del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, en una ofrenda floral por los muertos en el ataque en Jolo, durante su visita a los heridos y familiares de las víctimas del doble atentadoKARL NORMAN ALONZO / PPD HANDOUTEFE

Escalada de violencia

Lasuca, de 23 años, fue uno de los dos terroristas suicidas que se detonaron en un ataque en junio en Jolo, que hirió a 22 personas. Jumsah, o Talha, murió en un enfrentamiento con las Fuerzas de Seguridad en noviembre de 2019 en el sur de Filipinas. Se decía que era el enlace del EI para un grupo dirigido por Hatib Hajan Sawadjaan, un comandante de Abu Sayyaf que es el líder local de la rama del EI en Filipinas. El Ejército había dicho que era probable que los ataques del lunes 24 fueran planeados por Mundi Sawadjaan, un fabricante de bombas que se cree que es sobrino del comandante.

Nuevo modus operandi: atentados suicidas

El terrorismo y la insurgencia no son nuevos en Filipinas. Sin embargo, a lo largo de los años y, a pesar de la influencia de los terroristas de Jemaa Islamiyah del sureste asiático y de los operativos y entrenadores de Al Qaeda, los terroristas filipinos nunca se habían sumado realmente a la táctica de los atentados suicidas.

Ya no es el caso. Desde julio de 2018, ha habido seis atacantes suicidas en el sur de Filipinas. Otros tres presuntos suicidas -tenían bombas caseras cosidas en los chalecos- murieron en un tiroteo con las Fuerzas de Seguridad a mediados de agosto. Dos días después, las autoridades recuperaron 16 bombas adicionales, lo que sugiere otra ola de ataques. Asimismo, no todos los terroristas eran filipinos. De hecho, la mayoría de los sospechosos eran extranjeros.

Yihad global

El primer atacante detonó los explosivos dentro de su vehículo a su paso por un puesto de control del Ejército de Basilan, en julio de 2018. Mató a diez personas. Se cree que era un ciudadano marroquí.

En enero de 2019, una pareja indonesia, que había intentado ingresar en Siria pero fueron deportados por las autoridades turcas, se inmoló en una catedral en la ciudad de Jolo, asesinaron a 23 personas e hirieron a más de 100 durante la misa dominical.

En junio, dos hombres, los primeros de nacionalidad filipina, detonaron sus explosivos en un campamento del Ejército en Sulu. Mataron a otras tres personas e hirieron a 22, según las autoridades.

Más recientemente, una mujer, que se cree que era egipcia, se inmoló en la puerta de una base militar en Jolo. No causó más bajas.

En el enfrentamiento de hace dos semanas, se cree que dos de los tres presuntos atacantes son el marido y el hijo de la atacante egipcia.

Tendencia al alza

Es probable que estos ataques suicidas inspiren a otros filipinos. Se podría iniciar una nueva tendencia en Filipinas. Una tendencia que ya estamos presenciando tanto en la región como por parte de los combatientes extranjeros del sureste asiático fuera de la región.

En Indonesia, Jemaah Islamiyah perpetró nueve atentados suicidas entre 2002 y 2011. Desde 2014, ha habido al menos diez, con varios supuestos terroristas suicidas detenidos, incluidas tres mujeres.

En Irak y Siria, se han registrado una veintena de ataques suicidas perpetrados por militantes del sureste asiático, incluidos 13 malasios.

El ADN del Estado Islámico

Esto define claramente la ideología radical y nihilista del Estado Islámico. Su propaganda, a lo largo de los años, ha hecho que estos ataques se generalicen. Y a diferencia de los malasios e indonesios que viajan a Irak y Siria en cantidades mucho mayores (lo que les daba un contacto más directo con el Estado Islámico, así como oportunidades para desarrollar y dar forma a la propaganda para su audiencia local), había muchos menos filipinos.

Si bien la propaganda del EI hablaba de que muchos terroristas de Filipinas eran parte de la Khatibah Nusantara, ESISC reunió pruebas fehacientes de que solo era uno, Mohammad Reza Lahaman Kiram -quien las autoridades filipinas creen que fue responsable del atentado con bomba en 2012 en un autobús en Zamboanga-. Junto al malasio Mohamad Rafi Udin y el indonesio Mohammed Karim Yusop Faiz, Kiram apareció en un vídeo de decapitación en junio de 2016 que tuvo mucha repercusión en el sureste asiático. Aún no se ha confirmado la muerte de Kiram y se desconoce su paradero.

Un preocupante cambio de dinámica en Filipinas

La llegada de los atentados suicidas con explosivos en Filipinas podría sugerir que la ideología del Estado Islámico está echando raíces. Abu Bakar al Bagdadi puede haber sido asesinado, pero su ideología no está muerta; al contrario, los grupos afiliados al Estado Islámico están proliferando no solo en el sureste asiático sino también por toda África (es decir, en el Sahel y en África subsahariana) y en el sur de Asia (Afganistán, Pakistán e India).

Una vez más, durante el fin de semana pasado, apareció un vídeo de terroristas a favor del EI en Filipinas jurando lealtad al nuevo califa y líder del Estado Islámico. El hecho de que la mayoría de los atentados suicidas hayan sido perpetrados por terroristas extranjeros nos recuerda lo importante que es Filipinas para los terroristas tanto de la región como del extranjero. Mientras el Estado Islámico continúa implementando su modelo de insurgencia global, Filipinas sigue siendo un importante frente. Es más, a través de sus canales de comunicación, el EI ya ha pedido a los terroristas de la región que viajen a Mindanao. Algo que no muestra precisamente signos de disminuir, hasta el punto de que las autoridades malasias han aumentado los recursos de sus Fuerzas de Seguridad en el estado de Sabah, un punto de tránsito clave.

“Competición” yihadista

Otro elemento interesante a destacar está relacionado con el concepto al que a menudo se hace referencia en la literatura sobre estudios de terrorismo como “pujar más alto”. Se trata de una tendencia entre los grupos, facciones y células terroristas para tratar de lograr el dominio mediante una campaña de violencia aún más sangrienta. Un modo de demostrar su devoción por la causa, al tiempo que presenta a sus competidores como más débiles y menos fervientes ideológicamente. Teniendo en cuenta este contexto, si estos ataques están siendo realmente orquestados por dos líderes de Abu Sayyaf en Sulu y Basilan, Hatib Hajaan Sawadjaan y Furuji Indinan, quienes tratan de liderar el EI de Asia Oriental, otros grupos como el Estado Islámico Lanao (los Mautes), Luchadores por la Libertad Islámica de Bangsamoro (BIFF), Ansuar Khalifa Filipinas, en plena competición, podrían verse empujados a escalar su nivel de violencia.

Finalmente, es importante recalcar que a nivel táctico, los atentados suicidas tienen un impacto desproporcionado. Sorprenden los atentados suicidas con explosivos, porque, aparentemente, resulta muy irracional. Cuando suceden, atraen mucha más atención mediática y se propaga más miedo. Por tanto, maximizan el efecto y la eficacia del acto.

Evaluación de la amenaza

Las continuas escaramuzas entre el Gobierno de Filipinas y los grupos terroristas afiliados al EI en los meses posteriores a la pandemia de covid-19 sugieren que la amenaza terrorista en el país no ha retrocedido. El ataque doble suicida del 24 es solo la última confirmación de esta tendencia.

En plena pandemia de covid-19, las autoridades filipinas aprobaron la controvertida Ley Antiterrorista de 2020 (ATA 2020) que derogó así la Ley de Seguridad Humana de 2007 y supuestamente fortaleció la respuesta del Gobierno al terrorismo. Dadas las dificultades en Filipinas para procesar a individuos por delitos relacionados con el terrorismo, los legisladores filipinos hicieron campaña a favor de un conjunto de herramientas legales más fuertes para contrarrestar la amenaza planteada por los comunistas y los grupos unidades afiliados al EI como Abu Sayyaf (ASG) y los Luchadores por la Libertad Islámica de Bangsamoro (BIFF). Esta innovación legal podría ser una ayuda sustancial para las autoridades involucradas en la lucha contra el terrorismo.

Sin embargo, en el largo plazo y a pesar de que la reforzada ley antiterrorista permita medidas más amplias contra estos grupos yihadistas, estas acciones están incompletas sin un enfoque contraideológico profundo para neutralizar el extremismo violento.

Es un hecho que, incluso cuando los grupos afiliados al EI fueron derrotadas después del asedio de la ciudad de Marawi en 2017, sus ideas continuaron circulando e inspirando a nuevos reclutas así como nuevos ataques.

En mayo de 2020, un portavoz del grupo terrorista afiliado al EI con sede en Filipinas trató de obtener un renovado apoyo a través de un vídeo que circuló en varias aplicaciones de chat. El vídeo fue una respuesta a la ira pública que se desencadenó tras la destrucción de la ciudad de Marawi, la continuación de las actividades terroristas y el conflicto con el Gobierno filipino, los cuales perjudicaron a los musulmanes.

Yihadismo en Filipinas: un desafío que ha llegado para quedarse

Dadas las actividades violentas en curso en Filipinas, los terroristas afiliados al EI parecen considerar la pandemia de covid-19 como una oportunidad para explotar su principal prioridad, degradada en las agendas políticas regionales y globales. Esta posición estratégica, junto con la evidencia sobre el cambio en el modus operandi y la adopción de tácticas como el ataque suicida, sugiere que los grupos terroristas afiliados al Estado Islámico continúan creciendo en número y posiblemente sean más fuertes que antes del asedio de Marawi.

En un momento en el que la atención mediática parece concentrarse en las actividades del EI en los escenarios africanos y de Oriente Medio, debe ser muy importante prestar atención a lo que este grupo yihadista está intentando lograr en Filipinas, teniendo ya en mente una mayor escalada de la violencia que podría contribuir gravemente a desestabilizar una zona del mundo (el sureste asiático) ya de por sí problemática por la gran rivalidad entre potencias, las confrontaciones geopolíticas y las disputas fronterizas.